En un barrio de inmigrantes en Chicago, los recién llegados son un problema

Julia Ramirez, una concejala demócrata progresista que dijo haber sido rodeada por manifestantes y agredida físicamente cuando visitó el lugar en donde se planea construir un complejo de tiendas de campaña propuesto para los migrantes, en su oficina en Chicago, el 24 de octubre de 2023. (Taylor Glascock/para the New York Times)
Julia Ramirez, una concejala demócrata progresista que dijo haber sido rodeada por manifestantes y agredida físicamente cuando visitó el lugar en donde se planea construir un complejo de tiendas de campaña propuesto para los migrantes, en su oficina en Chicago, el 24 de octubre de 2023. (Taylor Glascock/para the New York Times)

CHICAGO — Durante generaciones, el barrio de Brighton Park de Chicago se ha hecho y rehecho debido a una ola tras otra de inmigrantes.

Llegaron tantos de Polonia que el papa Juan Pablo II, polaco, lo visitó en la década de 1970. Cuando las familias polacas y lituanas se mudaron en los años noventa, los mexicoestadounidenses compraron casas, abrieron negocios y forjaron una comunidad bilingüe. Y en los últimos años, con el auge de la población asiática de la ciudad, los estadounidenses de ascendencia china se les unieron.

Pero incluso aquí, hay opiniones diversas sobre un plan concebido con celeridad para convertir un lote baldío en un complejo de tiendas de campaña a prueba del invierno para 2000 o más migrantes, muchos de ellos venezolanos.

Chicago, la ciudad de Nueva York, Denver y otras urbes liberales se han visto desbordadas este año por los migrantes enviados al norte desde los estados fronterizos, una ola que ha llevado al límite los servicios sociales, ha agotado la paciencia de los residentes y ha puesto a prueba las promesas de ciudad santuario de los municipios. Un vistazo a este barrio, donde la inmigración está entretejida en las historias familiares y en el paisaje urbano, muestra la profundidad del reto al que se enfrentan las ciudades a medida que siguen llegando autobuses llenos de recién llegados.

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En Brighton Park, algunos residentes se enteraron sobre al campamento planeado cuando la maquinaria pesada llegó al lote de 4 hectáreas. Desde entonces, han protestado, han publicado mensajes furibundos en las redes sociales y acudieron en masa a una reunión informativa en el auditorio de una escuela, donde algunos aplaudieron a los funcionarios municipales y otros los abuchearon.

Las manifestaciones en Brighton Park, que se realizan en un transitado tramo de la calle donde el uso de suelo industrial empieza a convertirse en residencial, han sido polémicas en ocasiones y han sorprendido a algunos que pensaban que su barrio era un refugio para inmigrantes.

Una manifestación contra el plan para construir un complejo de tiendas para 2000 o más migrantes en el barrio de Brighton Park en Chicago, el 24 de octubre de 2023. (Taylor Glascock/para the New York Times)
Una manifestación contra el plan para construir un complejo de tiendas para 2000 o más migrantes en el barrio de Brighton Park en Chicago, el 24 de octubre de 2023. (Taylor Glascock/para the New York Times)

“Pensaba que un lugar como Brighton Park podía ser un lugar muy positivo”, dijo la concejala Julia Ramírez, una demócrata progresista que fue asediada por manifestantes y, según dijo, agredida físicamente cuando visitó el lugar.

Ramirez, trabajadora social cuya familia tiene raíces mexicanas, dijo que no le sugirió ningún lugar para refugios de migrantes al nuevo alcalde Brandon Johnson y que se reservaba su opinión sobre los méritos del campamento. Pero describió las razones para pensar que los migrantes podrían florecer en Brighton Park: educadores experimentados pueden enseñarles inglés como segunda lengua, los venezolanos pueden trabajar en español, muchos vecinos saben cómo es ser un recién llegado.

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Cerca del 40 por ciento de los residentes de Brighton no nacieron en Estados Unidos, según datos compilados por la Agencia Metropolitana de Planeación de Chicago, y más del 70 por ciento de los residentes hablan español.

“Poder resonar con la historia de dejar todo atrás y hacer todo lo posible por iniciar algo nuevo, sin importar tu raza, eso es lo que prevalece en Brighton Park”, comentó Ramirez.

En entrevistas y comentarios públicos, otros describieron el campamento previsto como una grave amenaza para un barrio en el que se habían sacrificado durante años para hacerse de un lugar.

Aunque Brighton Park presenta desafíos —el ingreso promedio está muy por debajo del de la ciudad, la contaminación industrial es un problema persistente y los crímenes violentos son una preocupación constante— es un lugar animado con zonas comerciales transitables, majestuosos edificios religiosos y bloques residenciales verdes donde los conductores tienen que frenar ante los topes monumentales.

Situado junto a la autopista, a unos 10 kilómetros al suroeste del centro de la ciudad, se compone de una mezcla de bloques residenciales, polígonos industriales y parques de camiones. Los aviones con destino al Aeropuerto Internacional Midway sobrevuelan la zona con regularidad.

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Ricardo Palacios, un jubilado que vive cerca del lugar donde se propone poner las tiendas de campaña, dijo: “Nuestra comunidad, en particular estas personas que viven justo aquí, no van a poder dormir en paz” si se establece. Beverly Chan, otra residente, dijo que le preocupaba que el campamento pudiera ser insalubre y hacer que aumentara la delincuencia. Chan, manicurista originaria de China, también cuestionó la conveniencia de albergar a 2000 personas en tiendas de campaña.

Si “la ciudad quiere construir una casa”, dijo, “no me quejo”.

Con las temperaturas bajo cero que se avecinan y con meses de hielo, nieve y miseria meteorológica segura, las autoridades municipales han dicho que no hay tiempo para construir casas. Salvo contratiempos en las pruebas medioambientales, esperan seguir adelante con las tiendas.

Chicago se ha visto desbordada en los últimos meses por la llegada de miles de inmigrantes en autobuses y aviones procedentes de los estados fronterizos, enviados en ocasiones por funcionarios republicanos que se han regocijado poniendo a prueba las promesas de “ciudad santuario” y “estado de acogida”.

Los principales líderes de Chicago e Illinois, todos demócratas, han discutido quién debe pagar las facturas, además de criticar al gobierno de Biden por no enviar más ayuda. Alrededor de 12.000 migrantes viven en refugios de la ciudad, mientras otros 3300 más duermen en los pasillos del Aeropuerto Internacional O'Hare, en los pisos de las estaciones de policía o al aire libre. Mientras tanto, siguen llegando más autobuses.

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“Algunos de ellos están debajo de lonas”, les dijo Beatriz Ponce de León, subordinada del alcalde, a los residentes y añadió: “No es un lugar humano ni seguro para que viva la gente”.

La ciudad de tiendas de campaña propuesta, que algunos llaman campamento de refugiados, no fue la primera elección de nadie. Pero en la asamblea pública, los funcionarios describieron las instalaciones (en las que las familias vivirían en tiendas de campaña climatizadas y tendrían acceso a comidas y regaderas) como su mejor opción para evitar una crisis mayor.

Algunos residentes estuvieron de acuerdo. Un hombre, ahora profesor, describió cómo lo recibieron cuando era un inmigrante de 9 años y dijo: “Espero que el barrio pueda encontrar en su corazón lo que yo presencié de niño”. Sobre lo que estaba viendo, ina mujer de 92 años dijo: “Me duele” y pidió amabilidad, paz y no estar “unos contra otros”.

Otros replicaron. Una mujer, que contaba con un intérprete para hacerse entender, dijo que quería que los migrantes tuvieran refugio, pero no en su barrio. Algunos preguntaron si las tiendas de campaña eran la mejor opción. Muchos criticaron a la alcaldía por no haber informado sobre esto antes.

c.2023 The New York Times Company