El bar LGBT que dejó las copas para atender a los afectados por las inundaciones de Brasil

Lajeado (Brasil), 9 may (EFE).- El Volúpia, un bar LGBT, pasó en una semana de servir caipiriñas a distribuir alimentos entre los afectados por las devastadoras inundaciones en el sur de Brasil. Sus alrededor de 300 voluntarios, muchos de ellos antiguos clientes, cubren huecos adonde no llegan las autoridades.

El neón rosa de la barra y la bola de discoteca que cuelga del techo recuerdan su no tan lejano pasado, pero el resto es irreconocible: la pista de baile está llena de garrafas de agua y escobas; las neveras, de sándwiches; y la sala subterránea, de paquetes de comida.

Sus dos dueñas tomaron la decisión de cerrar como bar al ver el desastre en el que estaba metida Lajeado, una ciudad de 85.000 personas que fue inundada parcialmente por una crecida inédita del río Taquari y cuyas calles aún están cubiertas por una espesa capa de lodo.

“Somos un espacio de resistencia. Cuando hay un desastre, las personas se unen”, explica la copropietaria Cassi Schuhl, una mujer de 43 años, de pelo corto y vestida con camiseta negra.

Reciben donativos en especie o por PIX, la popular plataforma brasileña de pagos electrónicos, y cada día mandan escuadrones de voluntarios a varias ciudades de la región.

Una camioneta, cargada hasta reventar de escobas y rollos de papel higiénico, está ya lista para partir esta misma noche hacia un municipio que acaba de volver a la civilización después de pasar una semana aislado por los deslizamientos de tierra y la ruptura de un par de puentes.

“Algunos afectados ya no tienen fuerzas para seguir limpiando. Necesitamos brazos, personas que quieran ayudar a sacar la suciedad de lo que sobró de las casas”, dice Schuhl.

Cristina Jardim, estudiante de biomedicina de 22 años, ha sido enviada a ayudar a una mujer mayor que cojea de la pierna y que está desesperada por volver a su casa, que el río prácticamente tapó.

“Era una capa así de lodo”, dice Jardim, abriendo los dedos. “Parece que cuanto más lodo saco, más hay... Nunca había hecho trabajos de limpieza”.

Ella y otras tres mujeres jóvenes, que han puesto en pausa sus estudios y trabajos para ayudar, llevan varias horas limpiando con una máquina de agua a presión el salón de la casa. Aun así, no creen poder terminar hoy.

"Gracias a Dios que vinieron; ¡son unos ángeles!", dice la dueña de la casa, aliviada.

En el Volúpia no saben cuánto va a durar esta situación y dejan el futuro abierto: “Estamos yendo día a día porque las necesidades cambian continuamente. Ni siquiera sabemos si vamos a volver a ser bar. Más adelante, decidiremos”, explica Schuhl.

Por ahora, tienen claro que toca responder a una catástrofe humanitaria y no servir cervezas. Las inundaciones en el sur del país ya han provocado la muerte de al menos 108 personas y han dejado 136 desaparecidos, en su gran mayoría en el estado de Rio Grande do Sul.

La devastación ha sido amplísima y ha afectado en diferente grado a cerca de 400 municipios, entre ellos Porto Alegre, la capital regional, que está partialmente inundada por las aguas del río Guaíba desde el viernes pasado.

Jon Martín Cullell

(c) Agencia EFE