Artur Jorge rompió el hechizo de Botafogo, logró la Libertadores y el Brasileirao con el lema: “No hay historia sin coraje”
El club “mais pipoqueiro do Brasil”, lo llamaban. Un equipo de mala suerte, que suele tropezar cuando casi todos celebran. Botafogo fue líder del Brasileirao durante 31 jornadas durante 2023 y llegó a tener una ventaja de 13 puntos sobre Palmeiras, el perseguidor inmediato. Sin embargo, le pasó otra vez. El destino lo privó de su tercer título local, luego de las conquistas en 1968 y 1995.
La forma en que el histórico equipo de Río de Janeiro perdió el liderazgo se pareció a una catástrofe. Al término de la primera rueda logró la marca de 47 puntos de 57 posibles. Con un plantel sin jugadores de renombre, tuvo un inicio arrollador: 13 victorias en los primeros 15 partidos, una marca inédita en el Brasileirao. Había sido una grata sorpresa para un club que el año anterior había regresado a primera división y estaba en proceso de transformación desde que fue comprado, en marzo de 2022, por el magnate estadounidense John Textor.
Botafogo perdió el liderazgo justamente ante Palmeiras, el bicampeón, en la jornada 34, tras una mala serie en la que apenas obtuvo nueve puntos en ocho partidos. En ese equipo, mezclado en el lodazal, se presentó Artur Jorge en abril pasado. Portugués, como Abel Ferreira y Jorge Jesús, guardiolista aunque sin violines, debió espantar los fantasmas de una temporada atrás. De una vida. Y enamoró a todos.
“Al final, las cosas salieron mucho mejor de lo que imaginamos”, contó en una entrevista con As de España. Lanzó una carcajada inmediatamente después. “Es que fueron dos años diferentes. Dos años en los que había que cambiar y no hacer comparaciones. Había mucha tentación de hacer esa comparación, pero no da. Este es un año diferente. En 2024 nos propusimos hacer las preguntas necesarias para aprender y ser fuertes”, contó el desconocido hombre del bronce. Campeón de la Copa Libertadores, por primera vez en su historia. Y campeón del Brasileirao, la tercera estrella local en 120 años de historia. Sin energía, quedó eliminado recientemente de la renovada Copa Intercontinental, un lapidario 0-3 con Pachuca.
“Es un año extraordinario. Les dije a mis jugadores: no hay historia sin coraje. Fuimos un equipo corajudo”, analiza Artur Jorge, más allá del fiasco en Qatar, en donde se rodeó de los campeones de los principales torneos internacionales de clubes de 2024. Y también pagó el desgaste físico por el exceso de partidos y el “relajamiento” lógico que puede aparecer luego de los grandes logros.
Ahora, algunas de las figuras de Botafogo (como Thiago Almada, un campeón del mundo que jugará en Lyon desde enero) y el mismo entrenador portugués son objeto de asedio por algunos grandes de Europa, por lo que el proyecto ganador se enfrenta a las paradojas del éxito antes incluso de que acabe el año más exitoso de sus controvertidos 120 años de existencia. Al DT lo quiere Al-Rayyan, de Qatar y hubo sondeos de Portugal, su país. “Lo estoy evaluando. Quiero seguir teniendo éxito, tener proyectos y posibilidades de competir por títulos. Esta es mi gran ambición profesional para 2025″, suscribe el DT que tiene vínculo con Botafogo por un año más.
A pesar de que ni siquiera conocía a la Cidade Maravilhosa en ese momento, tuvo que hurgar en las razones porque el eterno perdedor trastabilló en la recta final del torneo pasado tras dilapidar una ventaja imposible con algunas remontadas inverosímiles. “Los fantasmas existían, no tengo problemas en hablar de eso”, contó el luso, de 52 años , semanas atrás. “Quise transmitir el mensaje de no mirar atrás, pero sin ignorar lo que pasó y centrándonos más en la historia que podemos escribir a partir de ahora”, sostuvo.
Luego de la pesadilla, Artur Jorge transformó al Glorioso en una máquina ofensiva (84 goles en 52 partidos en un momento de la temporada) que se impuso en las dos coronas, en parte gracias a los más de 70 millones de dólares invertidos en refuerzos durante esta temporada.
Es el autor material de una temporada inédita en el club inmortalizado por Garrincha en los años ‘50 y ‘60. “Vamos a trabajar para que el nombre de Botafogo pueda estar a la altura de la imagen de todos los grandes clubes del mundo”, llegó a decir. Y así lo consiguió.
Su modelo de juego está inspirado en el “fútbol total” eternizado por el neerlandés Johan Cruyff, en su sentido dinámico y ofensivo. Y por la “verticalidad y velocidad” de los equipos que dirige el alemán Jürgen Klopp. “Estas dos referencias me ayudaron a crear mi propio concepto de juego y a contextualizarlo”, advirtió el portugués al canal Globo. Guardiola es otra de sus referencias.
Le puso su impronta con un fútbol ofensivo, iluminado por el cuarteto de atacantes (Savarino, Luiz Henrique -el mejor del Brasileirao-, Thiago Almada e Igor Jesús) y hasta expulsó los demonios al consagrarse en la final de la Libertadores con un jugador menos desde los dos minutos, por la expulsión de Gregore, en el eléctrico 3-1 sobre Atlético Mineiro en el Monumental. A lo largo del certamen internacional, sin embargo, no mostró la superioridad que ejerció en el Brasileirao, donde se aferró a la cúspide del torneo por primera vez en la cuarta jornada y la conservó en 22 de las 38 fechas .
En los próximos días, Artur Jorge tiene pendiente una reunión decisiva para definir su futuro con John Textor, propietario también de Lyon, Crystal Palace y el Molenbeek, un club del ascenso de Bélgica. El doblete histórico del Botafogo también está relacionado con el desembarco del magnate, que lo compró en marzo de 2022, en el regreso de los albinegros a la primera división. El gasto, astronómico para el mercado de América del Sur, valió la pena no solo en términos deportivos, también en financieros, ya que Botafogo atrapó unos 23 millones de dólares por haber ganado la final de la Libertadores y unos ocho millones más, según la prensa local, por el título doméstico. Una fortuna, si se compara con los premios de nuestro país. El DT, evidentemente, cambió la historia reciente del fútbol brasileño.
Es uno de los 20 mejores entrenadores del mundo de esta temporada , según la Federación Internacional de Historia y Estadística del Fútbol (IFFHS). No le costó la adaptación, más allá del idioma. Abandonó Portugal, cruzó el océano y se sumó a la aventura de Botafogo en abril pasado, tras pasar casi toda su carrera como entrenador en el mismo club donde se desempeñó como defensor, el Sporting de Braga.
Nacido en el municipio portugués homónimo del club deportivo, Jorge ingresó en las categorías inferiores de Braga a los 14 años y debutó en la Liga lusa en noviembre de 1992, a los 20. Seis años después, llegó a ser capitán del equipo en la final de la Copa de Portugal, en 1998, todo un hito.
Representó a Braga durante 12 años, aunque terminó su carrera en el FC Peñafiel, donde jugó un solo partido. A los 33 años, cerró su etapa como defensor y se retiró sin haber levantado ninguna copa. Todo cambió del otro lado del mostrador.
En 2022 levantó su primer título como entrenador: conquistó la Copa de la Liga de Portugal, luego de derrotar al Estoril por penales. Dos años más tarde, la consagración defintiva. “Más allá de los fantasmas que quedaron atrás, el gran secreto es que supimos ahuyentar los egos personales. Mi mérito como entrenador fue ese: fuimos un equipo”, acepta, con letras de molde.