Bajo el agua y el humo, Rosario Central acertó ante Newell’s y se llevó un clásico al que le faltó el fútbol
Agua. Mucha agua. Como si Rosario quisiera vestirse de Manchester, Liverpool o Munich, con una lluvia implacable que al menos sirvió para exaltar las virtudes de un césped que superó con muy buena nota la prueba del diluvio. Y humo, demasiado humo de bengalas y demás artefactos pirotécnicos en el arranque, para espesar el aire y demorar el inicio.
El agua y el humo acabaron jugando su propio clásico, incluso por encima del que Central le ganó 1 a 0 a Newell’s. El agua, aunque frenó un poco su ímpetu inicial, porque no sólo diluyó cualquier atisbo de juego, sino que fue todavía más lejos, apagando las ganas de alentar de la multitud rojinegra que colmó el Coloso. El humo, porque nunca terminó de disiparse del cerebro de los protagonistas.
La primera mitad fue un canto al antifútbol. Choques, golpes, discusiones, lanzamientos de objetos desde las tribunas... Con mucha generosidad y esfuerzo podrían rescatarse un puñado de excepciones. Las criteriosas subidas de Ángelo Martino por la banda izquierda, la capacidad de recuperación de Rodrigo Fernández Cedrés, un par de buenas tapadas de Jorge Broun ante remates de Brian Aguirre y Francisco González, un frentazo imperfecto de Facundo Mallo con todo a su favor en el área local.
Hasta la única emoción real terminó siendo puro humo. A los 17, Juan Ignacio Ramírez lanzó el derechazo desde la media luna, rechazó hacia un costado Broun, y González, de zurda, la mandó cruzada a la red. Pero Hernán Mastrángelo ahogó el festejo sancionando un claro off-side del frustrado goleador.
Lo mejor del clásico de Rosario
La hinchada local intentó devolverle fuerza a los suyos tras la vuelta del vestuario. Encendió una nueva bengala, y mientras el humo surcaba el área de Ramiro Maccagno, Ignacio Malcorra prendió una luz de calidad: recibió sobre el vértice izquierdo de la misma, se hamacó y sacó un zurdazo enroscado y preciso que -tal como había ocurrido en el último clásico de 2023- finalizó su viaje en la red.
La desventaja fue el baldazo que le faltaba a Newell’s (no le gana a Central como local desde 2008). La ausencia de Éver Banega empezó a extrañarse más que nunca, desde las gradas empezó a bajar más impaciencia que aliento y la posibilidad del empate fue entrando en el terreno del milagro.
Empujó el local, sin ideas, a los ponchazos. Aun así tuvieron sus chances Ian Glavinovich y el Colo Ramírez, pero chocaron con la seguridad de Broun y la pareja de centrales visitante hasta que no les quedó otra que firmar la rendición.
Sin hacer demasiado, el Canalla se llevó el clásico del agua y el humo, estiró la paternidad de los últimos tiempos y Miguel Ángel Russo renovó la vigencia de su racha sin perder ante el eterno rival. Decir si lo mereció o no es muy difícil, para eso tendrían que haber jugado un verdadero partido de fútbol.