¿Afeitada y corte de cabello? No, gracias

Cuando los Yankees de Nueva York presentaron a Juan Soto a los medios de comunicación la semana pasada, tras un exitoso intercambio con San Diego, su nuevo toletero ya se veía como si estuviera en mitad de temporada.

Sus mejillas eran tersas y llevaba cabello corto. Ni siquiera un rizo se asomaba por debajo de su nueva gorra de los Yankees.

Eso no siempre es un hecho para las adquisiciones del club, muchas de las cuales llegan con alguna necesidad de ensamblaje. Tal es el caso de Alex Verdugo, un jardinero barbudo adquirido en un canje el 5 de diciembre con Boston. Verdugo, un hábil fildeador de 27 años, enfrenta una decisión que es exclusiva de los Yankees: adherirse a la prohibición del equipo de llevar barba y cabello largo, instituida en 1976 por el propietario del equipo, George Steinbrenner, o irse a la banca.

Para los Yankees, que todavía no usan los nombres en la parte posterior de sus camisetas, adherirse a una política de apariencia creada por un propietario que murió en 2010 es otra tradición que los distingue de otros equipos. Pero en una era en la que el vello facial es común incluso en el mundo empresarial, un equipo deportivo con reglas estrictas de arreglo personal inspiró a un ex-Yankee a preguntarse en voz alta cuánto le podría estar costando al equipo en términos de contratar nuevos jugadores.

“Esto podría ser una opinión impopular entre los fanáticos de los Yankees, pero te sorprendería saber cuánto más atractivos serían los Yankees si se deshicieran de esa regla del vello facial”, escribió Cameron Maybin, un ex-Yankee, este mes en X, antes conocida como Twitter. “No creerías cuántos jugadores de calidad simplemente piensan que es una regla pésima”.

Para ser claros, una gran cantidad de jugadores destacados a lo largo de los años han estado dispuestos a cortarse el pelo o afeitarse la cara, siempre que el cheque fuera lo suficientemente grande.
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La política, que permite solo un bigote prolijo, no ahuyentó a agentes libres barbudos como Gerrit Cole (324 millones de dólares en 2019), Carlos Rodón (162 millones de dólares en 2023) o Johnny Damon (52 millones de dólares en 2005). Tampoco se interpuso en un intercambio de 2005 que envió al futuro miembro del Salón de la Fama, Randy Johnson, de Arizona a Nueva York. Johnson, que rara vez fue conocido por sus concesiones, acordó renunciar a su cláusula de no intercambio —y a cortarse su largo y peludo “mullet”— a cambio de una extensión de contrato por dos años y 32 millones de dólares.

Incluso Don Mattingly, el excapitán de los Yankees que una vez se enfrentó públicamente con el equipo por la política —y cuyo corte de cabello fue objeto de burla en “Los Simpson”—, dijo que los jugadores generalmente encontrarán una manera de hacer que las cosas funcionen.

“Parece que eso no debería cambiar la situación si es ahí donde quieres jugar, ¿verdad?”, dijo Mattingly, cuyo cabello largo lo envió a la banca por un juego en 1991. En ese momento, Mattingly arremetió contra la regla, ofreció voluntariamente renunciar a su capitanía y cuestionó “si ya no pertenezco a esta organización”.

Las décadas transcurridas desde entonces han suavizado sus puntos de vista.

“En retrospectiva, no se trataba en realidad del cabello, sino más bien de la forma en que aplicaban la regla”, dijo Mattingly, quien actualmente es el entrenador de banca de los Azulejos de Toronto. “Nadie me dijo nada acerca de cortarme el cabello antes de eso. De repente, ese día fue o te lo cortas o no juegas. Eso me molestó. Siempre me lo hubiera cortado si me hubieran dicho: está un poquito largo, ¿puedes cortártelo?

Con la mayoría de los jugadores esperando conseguir la mayor cantidad de dinero posible en la agencia libre, decir públicamente que no considerarían a los Yankees sería una mala estrategia. Pero según Aneudys Duran, barbero personal de varios jugadores de las Grandes Ligas, las restricciones son una consideración para los jugadores antes de unirse al equipo.

“La política ha estado vigente durante tanto tiempo que nadie habla realmente de ella a menos que se intercambie a un jugador”, dijo Duran, conocido en el mundo del béisbol como Andy Fade. “Entonces, es como, ‘Maldita sea, tengo que afeitarme y cambiar mi apariencia’”.

Duran —quien ha atendido a algunas de las estrellas más importantes de la liga, incluidos Aaron Judge, Mike Trout y Max Scherzer— dijo que había escuchado a algunos jugadores decir que la política les haría querer firmar con otro equipo. Respeta la política hasta cierto punto, dijo, y no recomendaría el cabello largo ni una barba sin arreglar, pero cree que el equipo podría ser menos rígido.

“Si se mantiene limpio, simplemente relájate un poco y deja que los chicos sean quienes son”, dijo.

Aquellos que han sido sometidos a las tijeras de los Yankees dicen que es solo parte del precio por jugar para una de las organizaciones más importantes del deporte.

“No me sorprende que la política siga vigente porque siempre he sentido que si quieres ser un Yankee, debes cumplir con sus reglas”, dijo Damon, quien era conocido por su barba poblada y su cabello largo en su tiempo con los Medias Rojas. Añadió: “Cuando el jefe te paga más que cualquier otro equipo, tienes que escuchar lo que tu jefe quiere”.

En la que quizás sea la señal más clara de que la política no es popular entre los jugadores de los Yankees, muchos de ellos —incluido Jordan Montgomery, un ex-Yankee que acaba de ayudar a los Rangers de Texas a ganar la Serie Mundial— se dejan crecer la barba en el instante en que empiezan a jugar en otro equipo.

Pero nos guste o no, la política ha resistido la prueba del tiempo, sobreviviendo incluso a la sátira de las patillas de Mattingly en un episodio de “Los Simpson” de 1992.

“¿Sabes qué es lo genial de eso? Y en realidad nadie lo comenta”, dijo Mattingly. “Eso se grabó antes de que sucediera”.

Mattingly dijo que los Yankees estaban en Anaheim, California, a principios de la temporada de 1991 cuando él y Steve Sax grabaron sus líneas para el programa. El castigo por su cabello largo no ocurrió sino hasta agosto.

Como siempre, “Los Simpson” predijeron inexplicablemente el futuro. Para disgusto de algunos de los jugadores actuales, los Yankees permanecen firmemente en el pasado.

c.2023 The New York Times Company