Demanda de bombas aumenta con el ascenso del nivel del mar y las inundaciones. La factura de la Florida será enorme

En una de las mayores fábricas de bombas de aguas pluviales de la Florida, 90 trabajadores se dedican a moldear el metal: cortarlo, darle forma, soldarlo, pintarlo y ensamblarlo en las enormes máquinas responsables de mantener secas las calles del sur de la Florida.

Las bombas en cuestión pueden alcanzar los 20 pies de altura, pesar hasta 22 toneladas e incluir tuberías tan grandes que los trabajadores pueden permanecer de pie dentro de ellas. Cuando se instalan en vecindarios bajos y junto a canales lentos, pueden impedir que el agua inunde casas y negocios durante las tormentas y las mareas reales.

Forman parte de la creciente y asombrosamente costosa infraestructura que será necesaria para mantener habitable el sur de la Florida, incluso cuando los mares asciendan y los cambios climáticos produzcan precipitaciones más extremas por huracanes como Ian, que empapó una gran franja del estado hace solo unos meses.

La fábrica, que se extiende por cuatro cuadras de Deerfield Beach, pertenece a una empresa de fabricación de bombas llamada Moving Water Industries (MWI). Fundada en 1926 por un granjero de Deerfield llamado Hoyt Eller, la empresa la dirige ahora su bisnieto, Dana Eller. Él espera guiar a la empresa a través de lo que se perfila como la expansión más rápida de su centenaria historia.

Kamal Muhammad, montador soldador, trabaja en una bomba en MWI, en Deerfield Beach. El negocio de las bombas está en auge, en gran parte por las crecientes amenazas de inundaciones y las previsiones de ascenso del nivel del mar en el futuro.
Kamal Muhammad, montador soldador, trabaja en una bomba en MWI, en Deerfield Beach. El negocio de las bombas está en auge, en gran parte por las crecientes amenazas de inundaciones y las previsiones de ascenso del nivel del mar en el futuro.

Las bombas ayudaron a construir el sur de la Florida. MWI y sus primeros competidores vendieron algunas de las primeras bombas que permitieron a los colonos llegar al sur de la Florida, drenar el agua de sus tierras y empezar a cultivarlas y construir en ellas.

Y ahora las bombas son una parte integral de los planes para ayudar a salvar el sur de la Florida de las inundaciones. Gracias al cambio climático, los sistemas de evacuación de aguas pluviales aquí —y en todo el mundo— están sometidos a una presión cada vez mayor. En algunos casos, están empezando a fallar. “Es una combinación de cosas: aumento de la urbanización, envejecimiento de las infraestructuras de aguas pluviales, aumento de las precipitaciones y, en las costas, aumento de las mareas promedio”, explica Eller.

Eso está creando más demanda que nunca de bombas. Para hacer frente a los pedidos, Eller afirma que MWI tiene previsto duplicar su capacidad de fabricación en los próximos cinco años.

Los gobiernos locales dan a Eller buenas razones para creer que podrá mantener ocupadas sus cadenas de montaje una vez construidas. El Distrito de Gestión del Agua del Sur de la Florida y los ayuntamientos de toda la región tienen previsto gastar miles de millones de dólares en instalar cientos de bombas de aguas pluviales en los próximos años.

“Creo que se puede afirmar que el sector de las bombas, sobre todo el de las bombas de aguas pluviales, va a estar muy activo durante las próximas décadas”, dijo Joe Gómez, director de obras públicas de la ciudad de Miami Beach.

El sur de la Florida depende de las bombas

Las bombas siempre han tenido un papel clave para mantener seco el sur de la Florida, para bien y para mal. Ayudaron a drenar los Everglades para abrir vastas extensiones a la agricultura y la urbanización, un auge económico que tuvo un costo medioambiental que no se comprendió del todo durante décadas.

“Han sido muy importantes no solo para cambiar la topografía de la región, sino también su economía y su imagen”, dijo Paul George, historiador residente del HistoryMiami Museum.

Hasta el siglo XX, el agua fluía libremente por las llanuras de juncos del sur de la Florida en un “río de hierba” que iba desde el lago Okeechobee hasta el extremo sur del estado y desembocaba en la bahía de la Florida. Después, el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos construyó diques para impedir que el lago Okeechobee se desbordara y abrió canales para drenar cientos de miles de millones de galones de agua al año desde los Everglades hasta el mar. Muchas zonas que antes estaban bajo varios pies de agua se secaron. Pero algunas zonas bajas se negaron obstinadamente a drenarse.

A partir de la década de 1910, los urbanizadores usaron bombas para drenar los últimos humedales en lugares como Miami Beach y Fort Lauderdale, según George. Mientras tanto, los agricultores y granjeros que habían llegado al sur de la Florida compraban bombas a empresas como Couch Pump (fundada en 1917), M&W Iron Works (1926) y Farmers Pump (1936). Bombeaban el agua para extraerla de sus tierras cuando se inundaban y la volvían a bombear de regreso para regar sus cultivos.

Las compuertas a lo largo de Tamiami Trial vierten las aguas de inundación de una zona de conservación al norte en el canal, que desagua en la Bahía de Biscayne. Debido a que el ascenso del mar está desacelerando el sistema de drenaje, el Distrito de Gestión del Agua del Sur de la Florida ha propuesto proyectos de bombeo y otras mejoras de infraestructuras por valor de $2,500 millones como parte de un plan para mejorar la protección contra las inundaciones.

Este elaborado sistema de canales, diques, represas y bombas expulsó a las aves acuáticas y alteró para siempre el ecosistema de los Everglades, pero también abrió paso a granjas, viviendas, hoteles y, con el tiempo, a la economía de $300,000 millones anuales del sur de la Florida. Con el tiempo, Couch, Farmers y M&W Iron Works acabaron fusionándose en el gigante de las bombas de la Florida conocido como MWI.

El drenaje del sur de la Florida ya no es lo que era

Pero hoy el sistema de drenaje del sur de la Florida ya no funciona tan bien como antes.

Mike Hogan se ha acostumbrado a las inundaciones en su vecindario. El trabajador en tierra de JetBlue, de 56 años, lleva 27 viviendo en una casa de El Portal, a orillas del canal Little River. En días de lluvia, el agua recorre NE 85 Street y atraviesa su propiedad en pendiente antes de deslizarse hacia el canal. Después de una tormenta, puede encontrar unas pulgadas de agua estancada en su jardín, que pueden tardar tres o cuatro días en secarse.

Una vez, durante un huracán, miró por la ventana y vio que el canal se había desbordado y se acercaba a su puerta trasera. “¡Santo cielo!”, recuerda que dijo. “¡Hay olas en mi patio trasero!”.

Hogan vive a solo un cuarto de milla río arriba de una compuerta de control de inundaciones conocida en la jerga de ingeniería del Distrito de Gestión del Agua del Sur de la Florida (SFWMD) como la estructura costera S-27. En teoría, la compuerta debería abrirse para permitir que el canal se lleve el agua de las tormentas antes de que se acumule en el jardín de Hogan. Pero la S-27, como muchas estructuras de control de inundaciones del sur de la Florida, no funciona tan bien como sus diseñadores habían previsto en un principio.

A medida que asciende el nivel del mar y aumentan las mareas, el agua drena más lentamente por los canales, y compuertas como la S-27 tienen que cerrarse más a menudo para impedir la entrada del agua de mar.

“Estas estructuras se diseñaron y construyeron en los años 50 o 60, y ya no funcionan de forma ideal debido al ascenso del nivel del mar”, explicó Jayantha Obeysekera, ex ingeniero del SFWMD y ahora profesor que dirige el Centro de Soluciones para el Nivel del Mar de la Universidad Internacional de la Florida.

El Distrito de Gestión del Agua del Sur de la Florida usa la compuerta S-27 para controlar el caudal del canal de Little River.
El Distrito de Gestión del Agua del Sur de la Florida usa la compuerta S-27 para controlar el caudal del canal de Little River.

Según las estimaciones del SFWMD, la S-27 ya mueve un 10% menos de agua que cuando se construyó en 1963. Si el nivel del mar aumenta otros dos pies —lo que el Pacto Climático Regional del Sur de la Florida prevé que ocurrirá en 2060—, la S-27 moverá menos de la mitad de agua que movía originalmente.

El Plan de Resiliencia ante Inundaciones y el Ascenso del Nivel del Mar del Distrito de Gestión del Agua del Sur de la Florida documenta cómo la elevación del nivel del mar está afectando a la cantidad de agua que fluye a través de la estructura costera S-27.
El Plan de Resiliencia ante Inundaciones y el Ascenso del Nivel del Mar del Distrito de Gestión del Agua del Sur de la Florida documenta cómo la elevación del nivel del mar está afectando a la cantidad de agua que fluye a través de la estructura costera S-27.

El SFWMD tiene previsto gastar más de $100 millones en la instalación de una estación de bombeo en la S-27 para ayudar a impulsar el agua por el canal más rápidamente y evitar inundaciones. Con el tiempo, el distrito espera instalar bombas en al menos 22 compuertas más, según la responsable de resiliencia del SFWMD, Carolina Marán. En total, el distrito ha propuesto proyectos de bombeo y otras mejoras de infraestructuras por valor de $2,500 millones como parte del plan de resiliencia ante el ascenso del nivel del mar y las inundaciones que publicó en septiembre.

Ascenso del nivel del mar, tormentas más fuertes, aumento del concreto

La mayor parte de la infraestructura de drenaje del sur de la Florida depende de la gravedad para evacuar el agua. Cuando llueve mucho, el agua se filtra en el suelo o fluye cuesta abajo por las tuberías y canales de aguas pluviales y acaba llegando al mar.

Pero un trío de fuerzas está conspirando para impedir que la gravedad drene el agua tan rápidamente como solía hacerlo: “El ascenso del nivel del mar, la elevación de las aguas subterráneas y un posible incremento de la intensidad de las lluvias provocarán más inundaciones y una mayor necesidad de drenaje mediante bombas”, explicó Obeysekera.

Desde 1950, el nivel del mar ha subido unas ocho pulgadas, según los datos del mareógrafo de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA). A medida que asciende el nivel del mar, la diferencia de altura entre la tierra del sur de la Florida y el océano que la rodea es cada vez menor. Eso significa que no hay tanta pendiente cuesta abajo para sacar el agua de las calles y llevarla a los canales y desagües pluviales, lo que hace que el agua drene más lentamente.

Además, durante las mareas altas, las compuertas de control de inundaciones, como la S-27, tienen que cerrarse para evitar que el agua del mar retroceda por los canales e inunde las calles. En el momento álgido de la temporada de grandes mareas, las compuertas pueden estar cerradas hasta 15 horas al día. Pero si ocurre una tormenta mientras las compuertas están cerradas, el agua de lluvia que desagua en los canales no puede fluir hacia el mar. En lugar de eso, el agua se acumula detrás de la compuerta y acaba desbordándose por las calles y edificios cercanos.

Un auto estacionado queda parcialmente sumergido en una inundación de marea real en noviembre en Miami. La ciudad emplea ahora rutinariamente bombas portátiles para hacer frente a las mareas más altas, pero algunas zonas siguen siendo problemáticas.
Un auto estacionado queda parcialmente sumergido en una inundación de marea real en noviembre en Miami. La ciudad emplea ahora rutinariamente bombas portátiles para hacer frente a las mareas más altas, pero algunas zonas siguen siendo problemáticas.

Mientras tanto, el nivel de las aguas subterráneas ha ido subiendo al mismo ritmo que el nivel del mar. Como las aguas subterráneas están subiendo, no queda tanto suelo seco bajo tierra para absorber el agua durante las tormentas. Y el auge urbanístico del sur de la Florida ha cubierto gran parte de ese suelo con concreto y asfalto impermeables, lo que dificulta aún más el drenaje del agua hacia el subsuelo.

Para colmo de males, algunos estudios sugieren que el calentamiento de la atmósfera puede hacer más frecuentes los episodios de lluvias extremas, lo que aumenta la presión sobre los sistemas de aguas pluviales para que drenen mucha agua rápidamente.

Solo vea las enormes inundaciones interiores que el huracán Ian dejó a su paso. Zonas rurales del suroeste de la Florida, como Arcadia, quedaron bajo el agua durante semanas, devastando a muchos habitantes que no tienen seguro. Algunos condados de la zona de Orlando también reportaron “inundaciones históricas” a causa del sistema.

Una avalancha de financiación para bombas de aguas pluviales

A medida que los sistemas de drenaje basados en la gravedad del sur de la Florida empiezan a desacelerarse, los gobiernos locales compran cada vez más bombas para acelerarlos.

“Ya no podemos depender de la gravedad para evacuar el agua del terreno, por lo que se hacen necesarias estaciones de bombeo”, dijo Nancy Gassman, subdirectora de Obras Públicas de Fort Lauderdale encargada de la sostenibilidad.

Fort Lauderdale tiene previsto triplicar el tamaño de su red de estaciones de bombeo, de cuatro a 12, como parte de su plan maestro de aguas pluviales de 2018.

Otras ciudades están siguiendo su ejemplo. Miami Beach ha construido 48 estaciones de bombeo para mantener secas sus calles y prevé 57 más dentro de su plan maestro de aguas pluviales de 2021. La ciudad de Miami tiene previsto añadir al menos 93 bombas más a su red de 13 como parte de su plan maestro de aguas pluviales de 2021. Se calcula que el plan completo, que también incluye dinero para diques, pozos de inyección y enormes tuberías de aguas pluviales, costará $3,800 millones.

Si añadimos el costo de funcionamiento y mantenimiento de tantas bombas, el sur de la Florida pagará facturas enormes para mantenerse seco en el futuro.

El ex comisionado de la ciudad de Miami Ken Russell explica cómo las válvulas de marea unidireccionales y las bombas temporales recién instaladas ayudarán a reducir el riesgo de inundaciones antes de que se acerque la tormenta tropical Eta en 2020.
El ex comisionado de la ciudad de Miami Ken Russell explica cómo las válvulas de marea unidireccionales y las bombas temporales recién instaladas ayudarán a reducir el riesgo de inundaciones antes de que se acerque la tormenta tropical Eta en 2020.

Sin duda, las estaciones de bombeo no son las únicas herramientas que usan las ciudades para adaptarse al cambio climático. “Las bombas son una pieza importante y crucial, pero no son toda la estrategia de resiliencia”, dijo Amy Knowles, directora de Resiliencia de Miami Beach.

Miami Beach también está elevando las calles, construyendo parques con grandes depósitos subterráneos de aguas pluviales y actualizando sus códigos de edificación para obligar a los propietarios a elevar sus casas y negocios. Todos estos esfuerzos reconocen que las bombas tienen un límite.

“No podemos bombear el océano”, dijo Cristina Ortega-Castineiras, ingeniera municipal de Miami Beach. “A veces hay gente que nos dice: ‘Oye, instala bombas más grandes y desagua la ciudad’. Pero eso no es rentable y, a cierto nivel [del mar], es casi imposible”.

Las bombas cierran el círculo

De vuelta en Deerfield Beach, MWI se prepara para la ampliación que le permitirá duplicar la cantidad de bombas que puede producir.

La fábrica de Deerfield se remodelará y se instalarán nuevos equipos para aprovechar mejor el espacio. La segunda fábrica de la empresa en Vero Beach está a punto de experimentar un fuerte crecimiento: MWI está construyendo 8,000 pies cuadrados más de espacio fabril en los 12 acres de terreno que ya tiene. También está despejando otros 10 acres de terreno contiguo que compró el año pasado con planes de construir una planta especializada para ensamblar las bombas personalizadas más grandes que produce.

Antonio Newry, fabricante soldador, trabaja en MWI Pumps en Deerfield Beach. La empresa está rediseñando su planta del Condado Broward y ampliando otra en Vero Beach ante el aumento de la demanda de bombas.
Antonio Newry, fabricante soldador, trabaja en MWI Pumps en Deerfield Beach. La empresa está rediseñando su planta del Condado Broward y ampliando otra en Vero Beach ante el aumento de la demanda de bombas.

Aunque MWI vende o alquila bombas para aguas pluviales, aguas residuales y riego en todo Estados Unidos y en otros 70 países, Eller, presidente de la empresa, afirma que la Florida sigue siendo el mayor mercado de la empresa. Muchas de sus bombas de aguas pluviales van destinadas a clientes como el SFWMD o las ciudades de West Palm Beach, Fort Lauderdale, Miami y Cayo Hueso. Eller dice que le satisface mucho la actividad comercial que tiene en el sur de la Florida.

“La mayoría de la gente que reside aquí vive en comunidades que están siendo drenadas por bombas de aguas pluviales que nosotros construimos”, dice Eller. “Me da mucha alegría no solo fabricar cosas en la Florida, sino ver que nuestro trabajo ayuda a la gente a mantener sus casas secas o a restaurar el medio ambiente”.

Un siglo después de que empresas como MWI ayudaran a despejar el camino para la urbanización del sur de la Florida, tienen la nueva misión de mantener intactas esas zonas urbanizadas.

“Las bombas siempre han sido importantes”, dijo George. “Pero ahora, por supuesto, tenemos una necesidad muy urgente —más urgente que todo lo que había antes— y es tratar de evitar que estas aguas crecientes destruyan comunidades”.

Este artículo sobre el clima está financiado en parte por una colaboración de donadores privados, la Universidad Internacional de la Florida (FIU) y la Knight Foundation. El Miami Herald conserva el control editorial de todo el contenido.