En defensa del lugar de la carne salvaje en la mesa

A lo largo de los últimos 25 años, la científica conservacionista E.J. Milner-Gulland, de la Universidad de Oxford en el Reino Unido, ha estudiado el comercio, a menudo opaco, de carne, pieles, cuernos, colmillos, escamas, huesos y otros animales salvajes en África y Asia. Su interés inicial era saber cuánta caza sería sostenible —sin provocar preocupantes descensos en las poblaciones de animales salvajes—, pero pronto se dio cuenta de que comprender a los cazadores y a las personas que comen carne salvaje era igualmente importante.

Cuando algunas organizaciones conservacionistas y protectoras de animales empezaron a pedir que se prohibiera la carne de animales salvajes durante la pandemia de Covid-19, alegando riesgos para la salud y problemas de conservación, Milner-Gulland y más de una docena de colegas protestaron. Argumentaron que, si bien ciertas prácticas de caza crean riesgos inaceptables para los animales en peligro de extinción y la salud humana, otras formas de caza son en gran medida sostenibles y cruciales para el sustento de las personas.

Basándose en sus estudios, creen que prohibir totalmente la caza, el comercio y el consumo de carne de animales salvajes sería injusto y no beneficiaría a los esfuerzos de conservación. En su opinión, las prohibiciones podrían dificultar el control de la caza y el comercio, empujándolos a la clandestinidad, y obligar a la gente a cambiar a actividades potencialmente más perjudiciales.

Milner-Gulland cree que deberíamos tratar la carne salvaje como otros tipos de carne: como una fuente respetable de alimentos e ingresos que debería regularse para mejorar la seguridad, la sostenibilidad y el bienestar animal, un tema que ella y sus colegas analizan en el Annual Review of Environment and Resources. Knowable Magazine se sentó recientemente con ella para hablar de lo que cree que debería hacerse con mayor urgencia. Esta entrevista ha sido editada para lograr más claridad.

¿Por qué las personas de los países en los que usted ha trabajado caza y/o come animales salvajes?

Está muy mezclado. Se calcula que en todo el mundo decenas de millones de personas dependen de la carne salvaje de varios cientos de especies diferentes. Algunas personas cazan para satisfacer sus propias necesidades nutricionales, y los estudios demuestran que la carne de caza puede ser una fuente importante de proteínas, grasas y micronutrientes de los que de otro modo carecerían.

Pero muchas personas también cazan animales salvajes para venderlos y así poder comprar artículos de primera necesidad para el hogar o alimentos más baratos, y no se alimentan mucho de ellos. Es posible que los agricultores solo vendan productos agrícolas una vez al año y no tengan necesariamente una cuenta de ahorros. Así que si de repente necesitan dinero, por ejemplo, para pagar facturas médicas inesperadas, cazar puede ser una de las pocas cosas que puedan hacer. Incluso la gente que trabaja en las ciudades puede volver a su pueblo natal para cazar cuando las cosas se ponen difíciles. En ese sentido, la separación entre caza comercial y de subsistencia a menudo carece de sentido.

Por último, algunos se ganan bien la vida con la venta comercial de carne de animales salvajes, cuando podrían dedicarse, y probablemente se dedican, a otros negocios. Gran parte de la insostenibilidad surge cuando personas ajenas a la zona vienen a hacer dinero rápido. Hay mucha demanda de carne salvaje. En Libreville, la capital de Gabón, en África Central, por ejemplo, el puercoespín es un artículo de lujo que se vende a los consumidores urbanos ricos, mientras que los más pobres pueden comer a diario carne barata, como pollo congelado. Mientras tanto, en las zonas rurales, en medio de la selva, el puercoespín es barato y las aves de corral serían mucho más caras. Y también se exporta mucha carne salvaje, incluso a Europa y Estados Unidos.

Una parte importante del comercio de carne salvaje es informal, ilícito o incluso ilegal. ¿Cómo se estudian las prácticas encubiertas que la mayoría de la gente probablemente no querrá admitir?

En primer lugar, debo decir que lo informal no es necesariamente ilegal, lo ilegal no es necesariamente insostenible y lo legal no es necesariamente sostenible. Dicho esto, los datos cuantitativos sobre prácticas encubiertas son obviamente difíciles de obtener, por lo que a menudo triangulamos entre conjuntos de datos, desde estudios de mercado a datos de detenciones o entrevistas con informantes clave, para hacernos una mejor idea de lo que está ocurriendo.

Es muy difícil hablar de ello directamente con la gente, así que también hemos tomado prestadas algunas de las técnicas de interrogatorio que se suelen utilizar en psicología para hablar de temas delicados en nuestros estudios. Así se obtiene una respuesta menos precisa que si se pregunta directamente a la gente y dice la verdad, pero más exacta que si se les toma la palabra y no dicen toda la verdad.

Una de estas técnicas es la del recuento no emparejado, que utiliza tarjetas con una lista de actividades, de las cuales solo una es la actividad sensible, por ejemplo, comer carne salvaje. Algunas personas reciben la lista completa, otras reciben una lista sin la actividad delicada. Les preguntamos cuántas de las actividades de la lista han realizado en los últimos 12 meses, no cuáles, sino cuántas. Esto significa que no tienen que confesar, porque si dicen “tres”, no sé de qué tres actividades están hablando. Tras asignar aleatoriamente a las personas a una u otra de estas listas, podemos obtener el número medio de actividades que la gente dice realizar de la lista completa frente a la que no incluye la actividad delicada. A partir de la diferencia entre ambas, podemos calcular la proporción de la población que participa en esta actividad sensible.

Cada vez más, los productos de origen animal también están a la venta en Internet, incluso a través de las redes sociales. ¿Es esto útil para su investigación?

Como científicos, nos resulta bastante difícil infiltrarnos en esos grupos cerrados en línea porque los comités de ética de las universidades que revisan nuestros estudios nos obligan a declarar quiénes somos cuando investigamos. Así que hemos tenido que decir que no a organizaciones de investigación que querían trabajar con nosotros encubiertos de esta manera. Si descubrimos actividades ilegales en Internet mientras no estamos investigando, por supuesto que podemos informar a las autoridades. La semana pasada, un colega encontró cuernos de antílope saiga a la venta en Internet, y hemos informado de ello.

¿Pueden las redes sociales ser también útiles para promover un consumo más sostenible de carne de caza, por ejemplo, a través de influencers y anuncios?

Recientemente, el gobierno de la República Democrática del Congo, con el apoyo de la Wildlife Conservation Society, ha puesto en marcha una bonita campaña llamada “Yoka Pimbo” para crear platos culturales que no contengan carne de animales salvajes. Han trabajado con personas influyentes para decir a la gente que puede comer a la manera congoleña sin comer carne salvaje, lo cual es un planteamiento realmente interesante. Tengo curiosidad por ver los resultados.

Hemos trabajado en Vietnam para saber quién y por qué consume carne de pangolín y otras carnes salvajes en los restaurantes, lo que nos ayudará a pensar qué restaurantes y platos alternativos podría promover una campaña respaldada por famosos. También hemos trabajado sobre el cuerno de saiga, que se utiliza en diversos tratamientos tradicionales, para entender cómo reacciona la gente a los distintos encuadres del mensaje. Curiosamente, el mensaje que más resonó entre la gente pertinente fue un simple mensaje de conservación: “Estás poniendo en peligro esta especie en riesgo de extinción”. La gente decía: “Lo compré en una tienda, así que pensé que era legal y sostenible”. Creo que es comprensible.

Así pues, una pregunta mejor podría ser ¿por qué se vende legalmente en las tiendas, si procede de fuentes ilegales o insostenibles? Quizá sea ahí donde debamos centrarnos, en lugar de poner toda la carga en los consumidores para que cambien sus hábitos.

Durante la pandemia de la Covid-19, algunas organizaciones no gubernamentales invocaron el riesgo de enfermedad para pedir la prohibición total del comercio de carne de caza, a lo que usted se opuso rotundamente. ¿Por qué cree que es una mala idea?

Los llamamientos a prohibir el comercio de fauna salvaje son superficialmente atractivos, pero hay mucha complejidad subyacente, por lo que no es probable que una prohibición general tenga el efecto deseado. Una vez que se priva a la gente de esta fuente de alimento y sustento, existe el peligro de que recurran a otras estrategias con consecuencias imprevistas sobre la conservación, como talar más bosques para cultivar.

Tras el primer brote de SARS, el gobierno chino invirtió mucho en la cría de ranas, serpientes y salamandras. Esto se hizo para tener un comercio regulado de animales salvajes criados en cautiverio que pudieran producirse en condiciones controladas, reduciendo así los riesgos de enfermedad de los animales capturados en la naturaleza y de grupos más riesgosos como los mamíferos. Había muchas personas cuyo sustento dependía de esas granjas, y también vendían esos animales en los mercados de fauna salvaje. Toda esa industria, que se suponía sostenible, fue destruida durante la pandemia. Me parece lamentable, sobre todo porque no hay pruebas definitivas de que la pandemia empezara en un mercado.

Es muy posible que el resultado de una prohibición general del comercio sea una disminución de las poblaciones de animales salvajes, una vez que se tengan en cuenta las consecuencias imprevistas. Dicho esto, no creo que sea buena idea mezclar en los mercados animales vivos capturados en la naturaleza de distintas especies en condiciones antihigiénicas, tanto por razones de bienestar animal como de salud pública.

Eric Nana, de mi grupo, está haciendo un trabajo realmente bueno en Camerún y la República Democrática del Congo, comparando las cadenas de suministro de carne de caza con enfoques muy diferentes de la aplicación de la ley. Una de sus conclusiones es que el hecho de que no se vean especies protegidas en los mercados no significa que no se vendan. El comercio de especies protegidas puede no ser tan visible como el de especies comunes, lo que dificulta su control y regulación.

Así que no creo que una prohibición general del consumo de fauna salvaje sea una buena idea, pero eso no quiere decir que no deba haber control del comercio de fauna salvaje, por supuesto. No podemos tener un comercio legal de todas las especies. Las especies amenazadas por el comercio no deberían comercializarse. Pero si la gente pudiera tener los derechos de tenencia y la capacidad de gestionar su caza de forma sostenible, ¿qué hay de malo en que vendan carne, incluso en que desarrolle un mercado de carne salvaje certificada de primera calidad que podría venderse a restaurantes caros?

Yo soy vegetariana, pero no creo que haya nada fundamentalmente malo en comer carne de caza. Lo importante es establecer una relación más sostenible entre las personas y la fauna salvaje.

¿Cuál sería el mejor enfoque para regular el comercio de carne de animales salvajes?

Hay una serie de objetivos que compiten entre sí cuando pensamos en lo que queremos para el comercio de especies silvestres: tenemos que abordar los riesgos para la salud pública, los riesgos para la conservación, los riesgos para el bienestar animal y los riesgos para los medios de subsistencia. Cada uno de ellos es una preocupación válida, pero no se puede perseguir solo uno e ignorar los demás. Creo que necesitamos un enfoque basado en los riesgos para tomar decisiones sobre la política comercial de especies silvestres que evalúe cada especie y cada tipo de comercio en función de sus propios riesgos y beneficios.

Hay cosas que no plantean ningún problema. En África, por ejemplo, mucha gente atrapa en sus campos plagas como las ratas de la caña para salvar sus cosechas, pero también para comer y vender, y eso no tiene nada de insostenible o ilegal.

Sin embargo, los grandes simios, que están muy amenazados y comparten muchas enfermedades con los humanos, no deberían cazarse, comercializarse ni comerse, y punto. Los murciélagos no suelen estar tan amenazados, pero suponen un importante riesgo para la salud pública, por lo que no hay excusa alguna para comerciar con ellos a lo largo de grandes distancias —simplemente es peligroso—.

En cambio, ¿por qué no se podrían vender más ranas si no corren peligro y se puede garantizar su sostenibilidad? ¿Y por qué no apoyar también un comercio sostenible de pequeños antílopes como los duiqueros, con garantías de sostenibilidad, bienestar animal y salud pública?

Comerciamos con ganado doméstico todo el tiempo. Podríamos aplicar las mismas normas a la fauna salvaje, con vigilancia veterinaria, normas de bienestar animal y subvenciones para estimular determinadas prácticas. Los gobiernos no suelen pensar así, porque el comercio de carne de caza es sobre todo informal. No contribuye al PIB, por lo que se considera algo en lo que no merece la pena invertir.

¿Cómo sería un sistema más sostenible para la caza y el comercio de animales salvajes?

Existe la idea de las zonas de caza comunitarias controladas por la población local, que los conservacionistas llevan mucho tiempo intentando implantar. Por supuesto, las zonas de caza comunitarias son habituales. Los grupos indígenas pueden tener normas s para sus tierras, y estas pueden ser muy eficaces. Pero aún no he visto ni un solo ejemplo de iniciativa externa para crear una nueva zona de caza comunitaria que haya sido sostenible a largo plazo. Una de las razones es que es complicado que este enfoque funcione en la práctica cuando no se basa en instituciones existentes, ya que las nuevas instituciones externas suelen carecer de legitimidad local.

Otra razón es que estos proyectos rara vez se evalúan adecuadamente. Por último, la sostenibilidad suele ser muy difícil de medir. ¿Cómo controlar las poblaciones de animales salvajes sin cubrir el bosque con costosas cámaras trampa? Puede llevar mucho tiempo obtener tendencias fiables, sobre todo en el caso de animales poco comunes. Si se trata de ungulados longevos, como los duiqueros, pueden hacer falta diez años para obtener tendencias fiables.

¿No sería mejor criar animales salvajes para el consumo?

Los animales salvajes no están domesticados. La razón por la que tardamos decenas de miles de años en domesticar animales es que los animales domésticos son diferentes. Se les puede mantener a mayor densidad, no les estresa la presencia humana... Hemos criado a estos animales para que sean productores eficientes de alimentos y para que se puedan criar.

Los duiqueros y los pangolines, por ejemplo, son especies solitarias que no pueden criarse en grandes densidades. Creo que no hay muchas especies silvestres que se presten a la cría, salvo roedores, ranas y reptiles. En el sudeste asiático, hay gente que cría cocodrilos en sus casas, y creo que podría funcionar bastante bien.

Creo que tenemos que alejarnos de la cría a gran escala de ganado doméstico como las vacas, que requieren tierras y recursos para pastar y alimentarse, y contribuyen al cambio climático. Pero se puede hacer mucho con otras fuentes de proteínas. Podría ser útil criar más pollos, conejos o peces cerca de las ciudades, como alternativas a la carne de caza, algo que no se hace a menudo en el África subsahariana, por ejemplo. La mayor parte del pollo y el pescado que se vende actualmente es importado congelado y a menudo se considera una alternativa de baja calidad a la carne de animales silvestres, pero las carnes locales podrían ser bien recibidas.

En lugares donde el comercio de carne de caza es insostenible, ¿ofrecer opciones de subsistencia alternativas podría ayudar?

En principio, por supuesto, los medios de vida alternativos son lo que la gente necesita, tanto para alimentarse como para obtener ingresos. Pero en la práctica, los resultados de estos proyectos han sido nefastos. Creo que las organizaciones que intentan reducir la caza insostenible deberían empezar por hablar con la población local para conocer sus puntos de vista.

Parece obvio, pero rara vez se hace. La gente llega con sus ideas preconcebidas —que tienen que ser pollos, o apicultura, o artesanía— y estos proyectos fracasan habitualmente, porque quienes los llevan a cabo no tienen en cuenta los obstáculos al cambio ni las razones por las que la gente caza o consume carne de animales salvajes. La conservación no funcionará hasta que no se trabaje con la población local para idear lo que quiere.

Deberíamos ser capaces de hacerlo mejor. Se trata de permitir que la gente emprenda su propio camino hacia una economía sostenible, ya sea mediante la cría sostenible de especies silvestres, la agricultura, la miel, la artesanía o el trabajo a distancia en tecnologías de la información.

Por último, algunos ecologistas sostienen que, incluso en Estados Unidos y la Unión Europea, podría ser más sostenible restaurar grandes manadas salvajes de herbívoros que fomentan el almacenamiento de carbono y la biodiversidad, y permitir la caza de algunos de ellos en lugar de la cría intensiva de animales que tenemos hoy en día. ¿Le parece lógico?

Bueno, no todos podemos comer la cantidad de carne que comemos hoy de fuentes silvestres, porque la fauna salvaje no tiene esa densidad. Pero el impacto sobre la biodiversidad de comer carne doméstica también es muy significativo. Así que, desde el punto de vista de la sostenibilidad medioambiental, creo que es mejor comer pequeñas cantidades de venado que grandes cantidades de carne de vacuno.

En el Reino Unido, tenemos una superpoblación masiva de ciervos. Así que cuanta más gente cace y coma ciervos, mejor, porque los ciervos se están comiendo todos los árboles jóvenes. No solemos pensar en los ciervos del mismo modo que en los animales salvajes cazados por su carne en África, pero quizá deberíamos hacerlo.

La carne de venado se considera un producto de lujo, y no hubo llamamientos para prohibir la caza de ciervos en el Reino Unido cuando se debatió el papel de la carne de animales salvajes en la transmisión de enfermedades durante la pandemia de la Covid-19, a diferencia de los llamamientos para prohibir la carne de caza en otras partes del mundo. A menudo no se reconoce que deberíamos ser más ecuánimes en nuestro tratamiento de la caza en todo el mundo.

Artículo traducido por Debbie Ponchner

This article originally appeared in Knowable Magazine, an independent journalistic endeavor from Annual Reviews. Sign up for the newsletter.