La debilidad económica y la ruptura con su pareja empañan el aniversario de Meloni en el poder

FOTO DE ARCHIVO. La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, asiste a la reunión informal de jefes de Estado y de Gobierno europeos que se celebra en Granada, España

Por Angelo Amante y Giselda Vagnoni

ROMA, 23 oct (Reuters) - El débil crecimiento económico y los elevados intereses de la enorme deuda del país son los principales problemas a los que se enfrenta la primera ministra italiana, Giorgia Meloni, tras su primer año en el poder, un aniversario marcado por el abrupto anuncio de que ha roto con su pareja.

La coalición de Meloni, la primera liderada por una mujer en la historia de Italia, tomó posesión hace un año tras una arrolladora victoria electoral y pronto superará los 14 meses de duración media de los Gobiernos italianos de la posguerra.

A su llegada al poder, el partido de Meloni, Hermanos de Italia, que hunde sus raíces en el Movimiento Social Italiano (MSI) postfascista, fue considerado el más derechista del país desde el dictador Benito Mussolini.

Sin embargo, Meloni, de 46 años, se propuso acallar las preocupaciones extranjeras sobre un posible extremismo, forjando buenos lazos con sus aliados al adoptar una postura claramente prooccidental y favorable a la UE y prometiendo un apoyo incondicional a Ucrania en su guerra con Rusia.

En Italia, ha complacido a sus bases derechistas con medidas para defender la familia tradicional, proteger el patrimonio cultural italiano e intentar frenar la llegada de inmigrantes.

"Hemos trabajado sin descanso para devolver la confianza y demostrar con hechos que era posible construir una Italia diferente", dijo en un mensaje de vídeo esta semana.

Sin embargo, la recuperación económica tras la pandemia del COVID-19 se ha frenado en seco, con una contracción del producto interior bruto del 0,4% en el segundo trimestre, y los analistas prevén que el crecimiento italiano será de los más bajos de la zona euro el próximo año.

Ello complica el cumplimiento por parte de Meloni de sus promesas de recortes de impuestos y hace que la deuda italiana, equivalente al 140% de la producción nacional, sea vulnerable a las ventas del mercado.

"La economía es probablemente el tema más difícil. El Gobierno tiene escasos márgenes en los que operar", afirma Valentina Meliciani, profesora de economía de la universidad LUISS de Roma.

La semana pasada, Meloni superó la primera de varias revisiones de la deuda italiana, cuando S&P Global Ratings confirmó la calificación BBB del país con perspectiva estable.

Sin embargo, la opinión predominante entre los analistas es que las agencias de calificación empeorarán las perspectivas de la calificación de la deuda de Roma, pero sin llegar a rebajarla.

Meloni también tiene problemas personales que afrontar. El viernes anunció que se separaba de su pareja, el presentador de televisión Andrea Giambruno, con quien llevaba muchos años, después de que este desatara en repetidas ocasiones la indignación popular por sus comentarios sexistas dentro y fuera de antena.

RECORTES FISCALES

Este mes, el Gobierno aprobó un presupuesto para 2024 con unos 24.000 millones de euros (25.300 millones de dólares) de recortes fiscales y aumento del gasto, a pesar de una deuda pública que es proporcionalmente la segunda más alta de la zona euro después de la de Grecia.

El presupuesto no ha entusiasmado a los inversores y ha exacerbado la prolongada subida de los diferenciales de los bonos italianos.

La brecha entre los rendimientos de los bonos italianos a 10 años y su equivalente alemán ronda los 2 puntos porcentuales (200 puntos básicos), muy superior a la de cualquier otro país de la zona euro.

Según Meliciani, las esperanzas de Italia de reactivar su economía y recortar su deuda dependen en gran medida de la aplicación efectiva de los planes de inversión financiados a través de los fondos pos-COVID de la UE.

Hasta ahora, Roma ha tenido dificultades para cumplir las condiciones políticas de Bruselas y gastar el dinero que ha recibido.

En el frente internacional, además de su apoyo a Ucrania, Meloni ha evitado en gran medida la confrontación con Bruselas, a pesar de su pasado euroescéptico.

También ha abandonado los llamamientos que solía hacer en la oposición a favor de un bloqueo naval para impedir la salida de barcos del norte de África, a pesar de su incapacidad para detener la afluencia de inmigrantes.

Las llegadas a las costas italianas se han disparado a más de 140.000 en lo que va de 2023, casi el doble que en el mismo periodo del año pasado.

"Esperábamos que Italia fuera muy dura (con la inmigración) a nivel de la UE, pero hemos visto una actitud conciliadora en general, están trabajando para encontrar una línea común", dijo Enzo Moavero Milanesi, exministro de Asuntos Exteriores.

POSICIÓN DOMINANTE

En Italia, Meloni ha evitado hasta ahora el caos político interno que salpicó a muchos de sus predecesores.

Una oposición dividida le ha ayudado a afianzarse en el poder y a mantener a su partido a la cabeza de las encuestas, con casi el 30% del respaldo de los votantes, frente al 18,5% del Partido Democrático (PD), de centroizquierda, y el 17% del populista Movimiento 5 Estrellas.

Su partido domina a los aliados de coalición, la Liga y Forza Italia, cuya puntuación conjunta se mantiene por debajo del 20%.

Los analistas creen que una parte de los votantes de centroderecha se pasaron a Meloni desde los otros dos partidos y es poco probable que vuelvan a cambiar el equilibrio de poder dentro de la coalición.

"Meloni llegó tras una década de inestabilidad política y de votantes que oscilaban por todo el espectro partidista. El país parece ya cansado de esto", afirma el historiador y experto en política Giovanni Orsina.

(1 dólar estadounidense = 0,9476 euros)

(Reporte de Angelo Amante y Giselda Vagnoni; edición de Gavin Jones y Alex Richardson; editado en español por Tomás Cobos)