La desilusión de las y los mexicanos sobre el debate que sólo sirvió para atacarse, reírse y poco más

Debate INE: de la risa a la desesperanza. (Gerardo Vieyra/NurPhoto via Getty Images)
Debate INE: de la risa a la desesperanza. (Gerardo Vieyra/NurPhoto via Getty Images)

El primer Debate INE del proceso electoral 2024 pintó de cuerpo entero a la desorientada clase política mexicana. Las dos candidatas, Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez, y el candidato Jorge Álvarez Máynez se atacaron mutuamente en un compendio predecible que reproduce la tendencia histórica en los debates presidenciales. La evasiva a preguntas concretas, los dardos cuando correspondía responder otras cuestiones, la frivolidad para atender cuestionamientos de moderadores y las preguntas enviadas por la población.

Esta frustración de la ciudadanía se manifestó en redes con el los trending topics "Perdió México" y #LesValemosMadres.

No hubo manera de que alguien saliera bien parado. La pregunta no es quién ganó, sino quién lo hizo menos mal. A estas alturas, el debate suele ser mucho más interesante por todo lo que genera. Y los actores se esfuerzan por entregar un clima surrealista. El reloj que no funcionó, la criticada producción del INE, la sonrisa de Álvarez Máynez, los ataques entre Gálvez y Sheinbaum. Pareciera que tuvieran un guión establecido y que nadie se esforzara por cambiarle nada.

No hubo respuestas claras, como cuando Sheinbaum eludió la respuesta de cómo iba a combatir la violencia contra la comunidad trans, y sólo utilizó la pregunta para cambiar de tema. "Lo hicimos en la Ciudad de México. Vamos a hablar también, porque no sólo hablamos de la comunidad trans, sino de todo lo que tiene que ver con discriminación. Una persona en Tijuana me dijo: 'estoy con el presidente porque por primera vez nos volteó a ver".

Lo mismo aplicó Gálvez cuando le preguntaron qué haría para mejorar la educación en México. Eligió volver al tema del Colegio Rébsamen y finalizó diciendo que Sheinbaum no tenía corazón. Sus propuestas apenas resaltaron: escuelas de tiempo completo y tabletas. Todo se perdió detrás de la obsesión por atacar a su rival. Esa fue su estrategia durante el debate y hasta trajo a colación a López Obrador, al decir que Sheinbaum no tiene ni siquiera el carisma de él.

Los tres van a decir que ganaron. Los tres van a decir que ganarán el 2 de junio. ¿Quién gana realmente en un debate así, en el que se esquivan los puntos claves y la misión es atacar al que se deje? Más bien, todos pierden. Los electores antes que nadie, que deben consolarse con las risas, las burlas, los memes, ante tan deprimente escenario. Se llegó a puntos críticos: extrañar el debate de hace seis años. El veredicto popular es que, lo que sea de cada quien, los candidatos de 2018 al menos dieron "espectáculo" en sus debates —y nadie olvida lo que dijeron—.

No debería ser un espectáculo. No debería ser motivo de diversión, pero eso es lo que queda: al menos sacar una risa entre tanta desesperanza. Sale Sheinbaum a creer que decir "prianista" es argumento suficiente para demostrar por qué puede gobernar bien. Y Gálvez sin sustancia replica con los escándalos que atañen al gobierno actual y al pasado político de quien lidera las encuestas: nada que sacuda, nada novedoso. Y Máynez a tratar de hacer lo que pueda, presumiendo en redes que es tendencia, aunque sea por los memes que generó y no por alguna propuesta (¡Una!).

El próximo debate será el 28 de abril. Dicen que ya ni llorar es bueno. Entonces queda reír por esta realidad que han retratado todas las opciones del tablero político.

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