De qué le sirve a México un presidente 'sincero' pero que no dice la verdad, como AMLO

Andrés Manuel López Obrador, presidente de México | Photo by Hector Vivas/Getty Images)
Andrés Manuel López Obrador, presidente de México | Photo by Hector Vivas/Getty Images)

El origen de la palabra “Propaganda” es religioso. Surge como un impulso de la jerarquía clerical de expandir la aceptación del cristianismo y para ello crea la misión para la Propagación de la Fe, Propaganda Fide. El principio básico de la propaganda es persuadir para que sean aceptadas como verdaderas sus propuestas y para ello utiliza dos herramientas. La persuasión, convencer por medio de la exposición de ideas y promesas y la disuasión, convencer por medio de amenazas y miedo. El resultado final es la aceptación de las propuestas.

Por siglos, en Europa, la legitimación del poder terrenal de los reyes solo fue posible mediante el reconocimiento y bendición del Papa que desde Roma expresaba su aprobación. Esta realidad llegó a su término con la llegada de dos elementos que transformaron la política y la legitimación del poder. La declaración de que la fuente del poder del Estado radica en el Pueblo, no en Dios. Se hizo presente la democracia. Es segundo elemento es el desarrollo de la ciencia que puso límites al dominio del pensamiento religioso como portador de verdades absolutas.

Ya con esta realidad vigente en la vida de los pueblos, la propaganda fue adoptada por los políticos que hicieron uso de sus herramientas para convencer al pueblo para que los hiciera gobernantes. Fue en un momento oscuro de la historia, el nazismo, cuando la propaganda dio un paso adelante al imponer sus criterios utilizando el principio propuesto por Goebbels: “Una mentira dicha mil veces termina por ser verdad”.

La propaganda política es un fenómeno mundial. Afecta para bien o para mal a los pueblos que aceptan a los políticos que los seducen con sus propuestas y promesas de bienestar si son electos. México no está exento de esta tendencia que se manifiesta con mayor transparencia en tiempos electorales, cuando los candidatos salen a plantear sus propuestas para obtener el voto popular.

Como herramienta de gobierno la propaganda también es útil. En el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, en México hemos experimentado la experiencia extrema de exposición permanente de la propaganda del gobierno mediante su conferencia de prensa mañanera, desde donde “informa”, divulga la versión de su verdad y agrede a sus adversarios, oponentes y críticos.

Desde las mañaneras López Obrador realiza un ejercicio permanente de propaganda y aplica las reglas de la persuasión y la disuasión. Promete bienestar al “Pueblo Bueno y Sabio”, ofrece becas y pensiones que se traducen en apoyos en los eventos electorales. Agrede a sus adversarios, amenaza a sus oponentes, genera la percepción de que son el origen de los problemas que afectan al país y mantienen en la pobreza a millones de mexicanos.

Con frecuencia López Obrador dice que sus valores son No Mentir, No Robar y No Traicionar. Afirma que tiene autoridad moral y por eso tiene autoridad política y, en consecuencia, puede gobernar con el apoyo del pueblo.

Es un hecho que el gobierno de López Obrador ya tiene un lugar en la historia. Tiene el primer lugar en el mundo, según la Consultora SPIN, hasta diciembre de 2022, fecha de su último recuento, cuando llegó a la emisión mil de su mañanera, había pronunciado en cada ocasión 94 mentiras, es decir 94 mil. Lo que lo convierte en el más mentiroso del mundo.

Algunas de la mentiras dichas y repetidas por López Obrador son: prometer que no mentiría, regresar a militares y marinos a sus cuarteles, continuar el NAIM (el cual destruyó); que acabaría con el negocio del “huachicol”, prisión a corruptos y expresidentes, que en su gobierno no habría amigos, compadres y parientes, vender y luego rifar el avión presidencial, la austeridad (en Palacio gasta 10 veces más que en Los Pinos); aseguró que tirar el NAIM no tendría impacto negativo, que en su gobierno no habría corruptos, que respetaría la división Poderes; prometió que no se cancelarían las guarderías, que la salud en México sería como en Dinamarca, que respetaría las reglas electorales; prometió acabar el crimen de mujeres (hoy mueren diez mujeres al día); prometió que en su gobierno habría menos muertos que con Calderón y Peña ( hoy van casi doscientos mil mexicanos muertos y demás).

Dice que no miente, pero sí lo hace, aunque ahora sabemos que no importa porque lo hace con sinceridad, según afirmó la propagandista de Morena Violeta Vázquez en el programa de Leo Zuckermann en Televisa llamado “Es la hora de Opinar”. Ahí, dijo que “la 4T le devolvió a la política el valor de la sinceridad" y que López Obrador dice cosas sinceras (como el Sistema de Salud estilo Dinamarca) aunque no necesariamente verdaderas.

¿De dónde resulta que mentir y engañar no es malo, si se hace con sinceridad? Lo que habíamos percibido como negativo, según la propagandista, porque lo dice López Obrador, es una virtud. Es el regreso a la aceptación de la palabra como un acto de fe. Debemos de creer porque él lo dice. Es el Mesías y si dice que No Miente, No Roba y No Traiciona debemos admitirlo para no convertirnos en adversarios, neoliberales, conservadores o malos mexicanos. A partir de hoy está permitido mentir con sinceridad. Para eso sirve el presidente.

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