De dónde salió la táctica del Partido Republicano de enviar a los migrantes a los estados demócratas

Familias migrantes esperan a abordar un autobús en McAllen, Texas, el 6 de agosto de 2021. (Sarabeth Maney/The New York Times)
Familias migrantes esperan a abordar un autobús en McAllen, Texas, el 6 de agosto de 2021. (Sarabeth Maney/The New York Times)

En el otoño de 2018, el entonces presidente Donald Trump estaba tratando de convencer a sus asesores de ejecutar una idea en la frontera: transportar a los inmigrantes que ingresaban al país de manera ilegal a las llamadas ciudades santuario.

La idea se había venido gestando durante varios meses, para terminar en una llamada que Trump le hizo a Kirstjen Nielsen, su secretaria de Seguridad Nacional.

El antiguo jefe de personal de Nielsen recuerda que Trump quería reunir a los migrantes en estados gobernados por los republicanos y “subirlos a un autobús y aventarlos” en ciudades importantes. Quería enviar a migrantes considerados “asesinos, violadores y delincuentes” a lugares como California, donde los funcionarios se habían negado a ayudar a ejecutar las estrictas políticas migratorias del gobierno, según Miles Taylor, quien fue el jefe de personal de Trump.

La idea nunca avanzó durante el mandato de Trump, en parte debido a preocupaciones jurídicas. Pero cuatro años después, tres gobernadores republicanos la han hecho una realidad visceral, ya que han transportado en avión y autobús a miles de migrantes —no solo a los criminales— desde la frontera y los han dejado en Martha’s Vineyard, la ciudad de Nueva York y otras ciudades de inclinación demócrata.

La influencia del expresidente en el Partido Republicano puede medirse no solo por las victorias y derrotas electorales de los candidatos a los que respalda, sino también en el nativismo que ha llegado a definir las políticas migratorias del partido. Los gobernadores republicanos de Arizona, Florida y Texas llevaron a la acción una noción trumpiana abandonada, inspirada por sus políticas de línea dura, así como su gusto por un estilo combativo de teatro político.

“Las políticas migratorias de la era de Trump ahora son la base incluso del liderazgo republicano en el Congreso, así como de los candidatos republicanos de todo el país”, comentó John A. Zadrozny, exfuncionario del gobierno de Trump.

Los migrantes miran hacia el agua mientras hacen el recorrido en trasbordador de Vineyard Haven a Woods Hole en Massachusetts, el 16 de septiembre de 2022. (Matt Cosby/The New York Times)
Los migrantes miran hacia el agua mientras hacen el recorrido en trasbordador de Vineyard Haven a Woods Hole en Massachusetts, el 16 de septiembre de 2022. (Matt Cosby/The New York Times)

En semanas recientes, los tres gobernadores —el de Texas, Greg Abbott, Ron DeSantis, de Florida y Doug Ducey de Arizona— han sido criticados por usar como peones políticos a los migrantes desesperados que huyen de Venezuela y de otros países. Enviaron a los migrantes a ciudades, estados e incluso a centros vacacionales demócratas donde tomaron a los funcionarios locales por sorpresa, por lo que estos no contaban con una red de apoyo para las personas que buscaban asilo.

En varias ocasiones, Trump presionó a su gobierno para que excediera los límites de lo que la ley permitía. La práctica de enviar personas de un lado a otro del país para sumarse puntos políticos (lo cual recuerda los Viajes Inversos por la Libertad de principios de la década de 1960, cuando los segregacionistas sureños enviaron a las familias negras a las ciudades del norte como una estratagema racista) subraya hasta qué punto los republicanos se han desplazado a la derecha en materia de inmigración desde el ascenso de Trump, a menudo con una insensibilidad que, según ellos, atrae a su base de votantes.

Todd Schulte, presidente del grupo de defensa de migrantes FWD.us, dijo que consideraba que el programa de separación de familias de Trump y los traslados de migrantes en autobús y avión organizados por los republicanos eran dos “esfuerzos similares y crueles para generar caos” en la frontera.

Taylor Budowich, vocero del expresidente, dijo que Trump había luchado para asegurar la frontera sur de Estados Unidos y tomaba nota de que otros estaban haciendo lo que había propuesto. Budowich comentó que los republicanos de todo el país estaban siguiendo el ejemplo de Trump en este y otros asuntos importantes para apoyar el movimiento de Estados Unidos Primero.

Pero el origen de la idea es turbio.

Tres años antes de que Trump impulsara el concepto del transporte de migrantes en la Casa Blanca en 2018, Mike Huckabee, el exgobernador de Arkansas, mencionó en público ideas similares durante su campaña presidencial.

En aquel momento, los refugiados de la guerra civil siria llegaban a Estados Unidos. Huckabee sugirió enviarlos a lugares delicados en términos de política, incluidos Chappaqua, Nueva York, donde Hillary Clinton tenía una casa; Burlington, Vermont, donde el senador Bernie Sanders fue alcalde y a la Casa Blanca de Obama.

“Hay mucha gente por ahí en la izquierda que piensa que eso es lo que deberíamos estar haciendo; pues bueno, vamos a llevarlos a sus vecindarios”, Huckabee dijo en una entrevista de noviembre de 2015.

Mark Krikorian, director del Centro de Estudios Migratorios, un grupo conservador de expertos que está a favor de las restricciones a la inmigración, mencionó que la idea de enviar migrantes a otras ciudades no era nueva, pero que nadie la había implementado.

En la campaña presidencial de 2016, Trump comenzó a hablar de la idea con sus asesores, de acuerdo con exfuncionarios. Pero no fue sino hasta 2018 que exigió de manera explícita que las autoridades la llevaran a cabo, según recuerdan los funcionarios de su administración.

Más o menos por ese entonces, la hija de Huckabee, Sarah Huckabee Sanders, entonces secretaria de prensa de la Casa Blanca, sugirió transportar a los migrantes de esa manera, recordaron los exfuncionarios. Pero parecía más una sugerencia a debatir que una solicitud seria para crear una política pública. Un alto funcionario del gobierno de Trump comentó que nunca se consideró en el presupuesto.

Los exfuncionarios dijeron que Stephen Miller, entonces asesor de alto nivel de políticas públicas de Trump y quien aboga por usar la mano dura contra la migración, se puso en contacto con funcionarios del Departamento de Seguridad nacional para hablar de este tema en algún momento, pero hicieron énfasis en que no fue idea suya.

Los abogados migratorios del gobierno cuestionaron la legalidad de dicha estrategia. Mencionaron que el Congreso no ha asignado presupuesto para ese fin. Además hubo cierta renuencia por parte de los asesores de la Casa Blanca que creían que la política migratoria de Trump se había estructurado en torno a las deportaciones, no en ayudar a adentrarse más en el país a migrantes que no hubieran legalizado su estatus migratorio.

De los republicanos que han hecho suyo el llamado público de Trump a enviar migrantes a comunidades gobernadas por demócratas, Abbott ha tenido una relación bastante cercana con el gobierno anterior, en particular con Miller.

Texas presentó demandas relacionadas con los esfuerzos migratorios del gobierno. El fiscal general del estado también amenazó con demandar si la Casa Blanca no daba seguimiento a su deseo de poner fin a la política de la era de Obama conocida como DACA, conforme a la cual no se deporta a los migrantes traídos al país ilegalmente a Estados Unidos durante la infancia.

Miller tenía lo que un republicano describió como “relación sólida” con Abbott durante el gobierno de Trump. Pero una persona cercana a Miller dijo que no había asesorado a ninguno de los gobernadores en sus acciones recientes.

c.2022 The New York Times Company