En Cuba no podíamos mirar más arriba. Voy a dar bastante guerra en Miami, afirma prospecto
Para ser un gigante en lo físico, Néstor Santana es todavía un niño en el peso completo. Este joven de Cienfuegos impone respeto por su tamaño y fortaleza, pero con apenas 23 años se encuentra en la infancia dentro de la división máxima del boxeo profesional.
El cubano llegó hace apenas unos días a Miami y ya cuenta con una empresa que pretende ayudarlo capitaneada por el veterano hombre de este deporte Henry Rivalta de conjunto con Marty Mancini, socio en la dirección del gimnasio Mancini Rivalta Boxing.
De acuerdo con lo visto en los primeros días de entrenamiento, Santana pega fuerte con ambas manos y posee todos los elementos para convertirse en un noqueador nato, pero la aventura apenas comienza para este chico que no se conformaba con ser segundo de nadie en Cuba.
¿Por qué decides venir a Miami?
“Porque en Cuba no veía futuro, no veía como sacar a mi familia adelante. Gracias a Dios, cuando vengo me encuentro con este bonito gimnasio que me abre las puertas. Lo único que quiero es enfocarme en el entrenamiento. Todas las noches sueño con entrenar únicamente para llegar a ser campeón mundial’’.
¿Cómo te das cuenta de que hay otro boxeo?
“Veía muchas peleas profesionales y siempre me dijo que eso me gustaba. Uno solo lo define como un impulso, pero me decía a mi mismo que algún día iba a pelear para convertirme en campeón en el boxeo profesional. Era algo que desde hace tiempo tenía en mi mente’’.
¿Sabías de Lara, Rigondeaux, Gamboa?
“Seguía mucho lo que hacían los cubanos, como Lara. Ahora mismo tenemos un gran boxeador profesional que casi es contemporáneo conmigo, David Morell. Esos ejemplos son los que inspiran a convertirte en profesional, En Cuba no tenemos esa posibilidad de mirar más arriba’’.
¿Fue muy difícil romper y decirle adiós a la familia?
“Es muy difícil esa separación. Pero si todo es por un mundo mejor y de salir adelante, se que este paso que he dado hará que mi familia también salga adelante’’.
¿Cómo te definirías como boxeador?
“Soy un fajador. He venido a este gimnasio para entrenarme al máximo y aprender los secretos del boxeo profesional. Si mejoro como espero y con mi juventud, voy a dar bastante guerra en Miami’’.
Hasta el momento, ¿cómo te has sentido?
“Es un cambio bastante brusco. Este país es una escuela y todo está bien señalizado y cada cual está donde tiene que estar. En Cuba todo se hacía muy difícil, la economía está complicada, la alimentación. Uno se queda en shock y no sabe qué hacer. Lo mejor es salir’’.
¿Cómo empiezas en el boxeo?
“En el noveno grado yo estaba bastante regado en la escuela y la profesora decía que yo era muy indisciplinado y que había que sacarme, porque yo era muy fajarín. Un profesor me ingresa en la EIDE y allí todo el mundo me caía a piñazos. Allí me di cuenta de que el boxeo era más que tirar golpes. Era guapo, pero no tenía técnica. Luego voy a un juvenil y logré plata. Con 18 años voy a mi primer torneo nacional y allí me suben a la preselección nacional’’.
¿Y qué pasó allí?
“Allí en vez de subir, bajó mi nivel. Me desencanté mucho. Allí todo era para la primera figura. No se dan cuentan de que las demás figuras tienen nivel para competir y representar el país. Te puedo decir que muchos boxoeadores cubanos están frustrados por eso. No tienen motivación’’.
¿Cuál es la meta ahora?
“Crecer y ubicarme entre los mejores del ranking. Esta división es fuerte. En Cuba combatí con los mejores, José Ángel Larduet. Creo que entrenando uno agiliza el desarrollo’’.