A cuatro años del crimen de Julieta González, reclaman que el asesino sea condenado por femicidio

Con las manos atadas, los pies amarrados y el rostro estallado de sangre por un golpe en la cabeza con una piedra. Así encontraron a Julieta González, de 21 años, en un descampado de Cacheuta, en Mendoza, el 27 de setiembre de 2016, seis días después de haber desaparecido.

El día de la Primavera se había encontrado con Andrés Di Césare, a quien conocía desde que era niña y con quien, por esos días, mantenía una relación. La Justicia constató que aquel día, hace cuatro años, tuvieron una discusión y él mismo admitió que le había dado un golpe en la cara, aunque dijo que luego fue al cumpleaños de un familiar.

Pero, según la investigación, tras golpearla, la trasladó en su auto hasta los alrededores de la cárcel de Almafuerte y allí la ultimó a trompadas y piedrazos. Dos semanas más tarde fue detenido y quedó preso en la penitenciaria provincial.

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Di Césare declaró en la causa recién en enero de 2018. Y si bien proclamó su inocencia, aceptó que había peleado con Julieta, que ella lo arañó y que él respondió pegándole en el rostro. Mencionó también que la había trasladado algunas cuadras en su coche, la dejó y no la vio más.

La principal hipótesis del crimen era que la víctima le había contado a Di Césare que esperaba un hijo suyo, él no lo toleró, se encolerizó y la masacró a golpes en su auto.

Hubo pruebas contundentes: restos de piel de Di Césare debajo de las uñas de Julieta, que se defendió, y sangre de la joven en el vehículo. También se reveló que el día de la desaparición las antenas de los celulares de ambos coincidieron en hora y lugar. Y en el celular de él surgieron búsquedas, previas a concretar el crimen, para saber si de un feto de un cadáver podía realizarse una prueba de ADN, y también de cómo deshacerse de un cuerpo. Indicio de premeditación.

La causa se ventiló en un juicio oral que terminó en septiembre de 2019 cuando Di Césare fue condenado a 18 años de cárcel por homicidio simple. La pena sonó como una burla para el Movimiento #NiUnaMenos y otras organizaciones feministas que rápidamente se movilizaron de forma multitudinaria, ya que la expectativa era una sentencia a prisión perpetua por femicidio.

La abogada de la querella, Carolina Jacky, apeló el fallo. La Suprema Corte mendocina aún revisa la causa y es inminente su resolución, que se aguarda con ansiedad e impaciencia, a cuatro años del crimen.

Al frente del ruego de la revisión de la condena está Susana, madre de Julieta, que se quiebra cada vez que la recuerda: "Mi hija tenía luz propia, aparecía y generaba un magnetismo, era un ser especial, solidaria, alegre, feliz. Si llegaba y me veía triste ponía un regaettón y me hacía bailar y cantar. Éramos recompinches, cuando los vecinos nos veían en la calle decían 'ahí vienen las melli'", detalla.

Susana cuenta cuál era la relación entre Julieta y Andrés: "Al Andresito lo conocíamos desde niño, si vivíamos a 20 metros en el barrio, por eso con Juli lo llamábamos así, era casi de la familia en la infancia, con los padres también éramos casi parientes. Por eso después de tantos años, cuando se reencontraron, mi hija vino un día, se río y me dijo 'mamá, a qué no te imaginás con quien me crucé, estuvimos hablando y me invitó a salir: con el Andresito'. Los dos estaban de novios con otras personas, pero se veían con frecuencia. Me decía que se encontraba con amigas y se iba con él, así fue durante más de un mes. Fueron a cenar al Hotel Hyatt, al Casino, a comer comida peruana, venía y charlábamos. Hasta me contó que él le recordó cuando de chicos jugaron a la botellita y se dieron el primer beso".

Susana llora, respira hondo y continúa: "Les pido a los honorables miembros de nuestra Corte mendocina que miren a sus hijos a los ojos cuando revisan la causa, se pongan una mano en el corazón y dicten verdadera justicia, porque el de mi hija no fue un homicidio, fue un femicidio. Yo, para verla, tengo que ir al cementerio de Maipú y hablarle a un nicho. Señores jueces, les aseguro que es demasiado duro, ni se lo imaginan. Espero que no influya que el padre [de Di Césare] es un poderoso transportista de nuestra provincia".

Argumentos

Para la fiscal del caso, Claudia Ríos, y los abogados de la víctima, al condenar a Di Césare no se tuvieron en cuenta las recomendaciones y los tratados internacionales relacionados con la perspectiva de género, por lo cual destacaron que es una realidad el incumplimiento en todo el sistema judicial de la Ley Micaela, que establece la capacitación obligatoria en la temática de género y violencia contra las mujeres para quienes se desempeñen en la función pública en todos sus niveles. Además, están convencidos de que él la mató porque creyó que estaba embarazada.

Los jueces Mauricio Juan, María Alejandra Ratto y Jorge Coussirat evaluaron que no había indicios suficientes para considerar un vínculo de pareja, que ambos estaban de novios con otras personas y que la relación la mantenían oculta. Sin embargo, los mensajes de texto que intercambiaron demostraron que Andrés mantenía una relación con Julieta desde hacía algún tiempo.

La abogada de la familia de la víctima aclara: "El Tribunal descartó que hubiese sido un hecho de violencia de género, entre otras cosas porque se basaron en el Código Civil, lo cual es un error, y adujeron que las relaciones deben ser estables y públicas; mencionaron que los dos estaban de novios con otras personas y ellos lo sabían. Como si no pudiera haber un femicidio entre amantes, o incluso entre personas que no tienen relación".

Jacky se pregunta: "¿Qué vínculo tenía Jorge Mangeri con Ángeles Rawson? Ninguno, él era el encargado del edificio y ella, una vecina. Y la Corte determinó que fue un femicidio. Acá está claro que también debe aplicarse esta figura, porque hubo una relación desigual de poder, no solo porque él es un hombre de 1,90 metros que jugaba al rugby en el club Banco de Mendoza y ella, una chica menuda. También, por su poderío económico y porque el día que decidió matarla la llevó a un descampado para que no tuviera chances de pedir ayuda. No hay mucho que explicar: Di Césare ejerció violencia sobre Julieta creyéndose dueño de su cuerpo por el único hecho de ser hombre y para doblegar a la mujer en su condición de tal".

La madre de Julieta suplica: "Quiero contar algo que sucedió entre mi hija y yo días antes de su muerte. Recuerdo que la vi mal y le pregunté por qué estaba tan angustiada. Me dijo que estaba así porque el Andresito vivía atormentándola para saber a cada rato dónde estaba, con quién, qué se había puesto. Para mí que la mató porque estaba obsesionado con ella. Julieta me aseguró: 'mami, la voy a cortar'. Pero aunque practicaba defensa personal no pudo defenderse. Él le mintió para llevarla a un lugar alejado, traicionó sus sentimientos y le hizo estallar su cráneo con una piedra. Si eso no es violencia de género con final de femicidio, les pediría que me lo digan mirándome a la cara".

"Mi cliente no es un psicópata perverso"

El abogado defensor de Di Césare, Pablo Cazabán, dijo a LA NACION: "Primero que nada, aclaro que Andrés no es un psicópata perverso que andaba matando mujeres por ahí; creo que lo sobrepasó la situación. El primer contacto [con Julieta] lo habían hecho por Facebook el 26 de agosto de 2016 y la muerte se produjo el 21 de setiembre. Lo menciono por los que dicen que llevaban más de un mes juntos y por las cuestiones legales del vínculo entre ellos".

En cuanto a si el crimen fue o no un femicidio, Cazabán explicó que la Corte Suprema de Mendoza estableció en dos fallos anteriores y recientes los criterios para que un caso se considere femicidio: "Tiene que haber hechos de violencia anteriores y, si esto ocurriera, deben colocar a la mujer en una situación de inferioridad. Esa es la doctrina mayoritaria que se aplica hasta hoy. Y no se comprobó durante el debate que hayan existido episodios previos de agresiones, por eso no se puede calificar como femicidio", sostuvo.

Finalmente, y con respecto al paralelismo con el caso de Ángeles Rawson, planteado por la abogada querellante como ejemplo de un femicidio sin vínculo [de pareja] y sin agresiones previas, Cazabán opinó: "La Corte Suprema determinó tal figura porque hizo hincapié en las razones sexuales del ataque, pero eso no aplica en el caso de mi cliente".