Cuando Jacqueline Kennedy fue acusada de cleptómana

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Durante las décadas de los años 60 y 70 uno de los personajes más famosos y controvertidos que más portadas y reportajes protagonizó en la llamada prensa del ‘papel cuché’ fue sin lugar a dudas Jacqueline Kennedy. Su primer matrimonio con John F. Kennedy, su paso por la Casa Blanca como Primera Dama, la posterior vida que tuvo como la afligida ‘viuda de América’ o el escándalo que representó para gran parte de la sociedad americana su segundo matrimonio con el multimillonario armador griego Aristóteles Onassis, la convirtieron en una asidua de los cotilleos que se publicaban en las revistas del corazón.

Docenas son las anécdotas que protagonizó a lo largo de su vida pero hay una, singularmente curiosa, que protagonizó tres años después de enviudar.

Jacqueline Kennedy fue invitada en 1966 a asistir a una glamurosa fiesta que celebraba el multimillonario matrimonio compuesto por Robert David Lion Gardiner y Eunice Bailey en su mansión de Gardiners Island (una isla privada de su propiedad situada al este del Estado de Nueva York).

Tras la cena, las copas fueron servidas en un salón contiguo donde los invitados se encontraban diseminados en pequeños grupos que charlaban entre ellos. En un momento dado Jackie Kennedy sacó un cigarrillo y se lo encendió con un elegante encendedor de oro que encontró depositado sobre una de las mesas y que pertenecía a Eunice.

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En lugar de devolver el encendedor a su lugar, lo que hizo la ex Primera Dama estadounidense fue guardárselo disimuladamente en su bolso. Pero toda la acción fue vista desde el otro lado de la sala por el anfitrión de la fiesta, quien discretamente se acercó hasta un grupo cercano a Jackie sacó un cigarro y preguntó a los presentes si alguno de ellos había visto el encendedor de su esposa.

Nadie contestó y Jacqueline se hizo la despistada mirando hacia otro lado. Así que se acercó hasta ella y le dijo:

‘¿Y usted, señora Kennedy? Creo fue la última en utilizarlo’

Jackie Kennedy se encogió de brazos y respondió con voz de niña que no ha roto nunca un plato:

‘No tengo ni idea de dónde habrá ido a parar’

A Gardiner le enfureció enormemente lo sucedido, pero no quiso montar una escena en medio de su fiesta y esperó a que pasasen unos días para comenzar a difundir el rumor, entre los miembros de la selecta alta sociedad estadounidense, de que Jackie Kennedy era una cleptómana y de cómo había sustraído el encendedor de oro de su esposa durante aquella velada.

A finales de 1968 (dos años después de la fiesta) el chismorreo todavía continuaba circulando, llegando hasta oídos del magnate Aristóteles Onassis, quien en esos momentos ya había contraído matrimonio con Jacqueline. Esta reconoció a su esposo que, en un descuido, el encendedor había ido a parar a su bolso, pero que había perdido el rastro del mismo poco después de volver de Gardiners Island.

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A través de su abogado, Onassis envió una nota a Robert David Lion Gardiner, en la que lo amenazada de emprender acciones legales si no dejaba de difamar a su esposa, que acompañada con un cheque de 5.000 dólares (una cifra por encima del valor del encendedor).

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Los chismes sobre el incidente dejaron de circular y el hecho quedó como una simple anécdota.

En abril de 1996, dos años después del fallecimiento de Jacqueline Kennedy Onassis (conservó el apellido de su primer marido) a causa de un cáncer, la prestigiosa Sotheby’s de Nueva York puso a subasta algunas de las pertenencias de la ex Primera Dama y entre las que se encontraba el famoso encendedor de oro que tantos quebraderos de cabeza le llegó a ocasionar.

Fuentes de consulta: Bobby and Jackie de David Heymann / dailymail / nytimes