¿Cuáles son las razones de las turbulencias que recorren América Latina?

Si toda broma tiene una poco de verdad, el presidente venezolano, Nicolás Maduro, se hizo cargo ayer de las teorías conspirativas que acusan al chavismo de estar detrás las turbulencias que azotan a América Latina en los últimos meses. "El plan va como lo hicimos, Foro de San Pablo. El plan va perfecto, en pleno desarrollo y victorioso", ironizó.

Pero lo cierto es que más allá de que pueda o no estar fogoneando algunas de las protestas, las razones detrás de la ola de crisis que se extiende por la región tienen raíces más profundas que la injerencia de un régimen que tiene como prioridad luchar por su supervivencia.

El estallido social en Chile es apenas la última manifestación de un año agitado: le siguió a las protestas por la quita de subsidios a la nafta que cercaron a Lenin Moreno en Ecuador, a la disolución del Congreso que ordenó Martín Vizcarra en Perú y el nuevo pico de la crisis económica que alcanzó la Argentina tras las elecciones primarias. El malestar también recorre América Central, con países como Haití donde las protestas casi derriban a un presidente.

Parece imposible encontrar paralelismos entre lo que está pasando en Chile, el país citado hasta el cansancio como modelo de estabilidad, con lo que pasa en Haití, el país más pobre y golpeado de la región.

Más allá de que cada país tiene sus particularidades, es posible encontrar hilos conductores que atraviesan a la región. El primero es la desaceleración económica. "Es una tendencia en casi toda la región y lleva muchos años: las economías latinoamericanas solo crecerán un promedio de 2,2% en la década del 2010. Es una gran decepción comparada con la década anterior, y terrible cuando lo comparamos con el resto del mundo, que se espera crezca 3,8%", explica Brian Winter, editor de Americas Quarterly.

La desaceleración llegó tras una primera década del siglo XXI en el que el panorama era muy distinto. El boom de las materias primas impulsó un crecimiento a tasas chinas que llevó a Brasil a aspirar a ocupar un lugar entre las potencias mundiales y a la Venezuela de Hugo Chávez a financiar proyectos políticos en toda la región con sus petrodólares. Eran los tiempos de los liderazgos fuertes y los proyectos fundacionales.

Cambio de viento

Con la caída abrupta de los precios internacionales de las materias primas el panorama cambió y los primeros en sufrirlo fueron los países más dependientes de estos ingresos. El caso emblemático es el colapso histórico de Venezuela, una crisis que expulsó a cuatro millones de personas que se convirtieron en un factor más de tensiones en América Latina.

En casos como la Argentina y Ecuador, Mauricio Macri y Lenín Moento estaban sufriendo para aplicar ajustes, en ambos casos apoyados por el FMI, para hacer frente a un gasto público que se había vuelto insostenible. Macri pagó el precio en las urnas y Lenín Moreno con un estallido social que lo obligó a mudarse de capital temporariamente.

En los países que mejor habían hecho los deberes macroeconómicos -como Chile, Perú y Colombia- los problemas surgieron en otro denominador común que atraviesa a la región: el aumento de la desconfianza en las élites políticas y en la democracia, un fenómeno que no es exclusivo de la región.

"Hay una creciente incapacidad de los partidos políticos y de las élites políticas de administrar los muchos desafios que enfrentan", apunta Michael Shifter, director de Diálogo Interamericano.

En Perú esa desconfianza derivó en una crisis presidencial, que sacó a Pedro Pablo Kuczynski del poder y posicionó a Vizcarra como un cruzado anticorrupción que lucha contra la amenaza de las viejas estructuras de poder.

En Chile, el divorcio entre las elites políticas y las nuevas demandas de una clase media frustrada por una desigualdad que no se reduce a pesar del crecimiento económico derivó en un auténtico estallido social, similar al que hubo en Ecuador, pero de consecuencias todavía insospechadas.

Puede servir de guía el caso de Brasil. El país donde primero se manifestó esta combinación de desaceleración económica con irritación con la clase política, alimentada por el escándalo de corrupción que sacó a la luz la Operación Lava Jato, entró en una crisis absoluta que derivó en un impeachment. El resultado fue la sorpresiva llegada al poder de Jair Bolsonar, un virtual desconocido de de ideas extremas.

Federico Merke, especialista en relaciones internacionales de la Universidad de San Andrés, agrega una consecuencias más en común en varios países que tiene que ver con el empoderamiento de las fuerzas armadas. En Perú, en Ecuador y Chile vimos presidentes firmando decretos con el ejército detrás. Si le agregamos Brasil y Venezuela, en la mitad de los 10 países de la región los militares están teniendo un rol gravitante.