Cuáles son las infecciones virales que causan problemas de salud a largo plazo

Los científicos saben desde hace mucho que una infección puede llevar al cuerpo hacia una enfermedad autoinmune
Los científicos saben desde hace mucho que una infección puede llevar al cuerpo hacia una enfermedad autoinmune - Créditos: @Istock

NUEVA YORK.– Cada día, Davida Wynn se fija una tarea: bañarse. O lavar los platos. O preparar una comida elaborada. Para cuando termina esa labor, está exhausta y tiene que sentarse o acostarse, y a veces se queda dormida donde sea que se encuentre.

“Hacer algo más que eso es realmente insoportable”, afirmó Wynn, de 42 años.

Su corazón se acelera incluso cuando realiza tareas con mínimo esfuerzo y a menudo se marea. Por lo menos una vez al mes, se cae en su casa a las afueras de Atlanta. En una ocasión, se lastimó mucho la cara y, en otra, se lesionó la rodilla.

Wynn se contagió del coronavirus en mayo de 2020, cuando trabajaba como enfermera en la unidad de COVID-19 de un hospital, y se enfermó a tal grado que los médicos la pusieron en un coma inducido durante seis semanas. Desde entonces, sus análisis de sangre indican que experimenta inflamación extrema, una característica de las enfermedades autoinmunes.

Se sabe que la infección por coronavirus deja un largo legado de problemas de salud, muchos de los cuales son conocidos como covid persistente. Sin embargo, cada vez hay más evidencia que indica que, independientemente de ese síndrome, el coronavirus también confunde al sistema inmunitario para que ataque al organismo, lo que causa trastornos autoinmunes en algunas personas.

Múltiples estudios indican que esta consecuencia es más probable en aquellos que, como Wynn, tuvieron un caso grave de COVID-19.

El COVID-19 no es único en este sentido. Los científicos saben desde hace mucho que una infección puede llevar al cuerpo hacia una enfermedad autoinmune. El ejemplo clásico es el virus de Epstein-Barr.

Aproximadamente, una de cada 10 personas que padecen mononucleosis, causada por este virus, desarrollan encefalomielitis miálgica/síndrome de fatiga crónica. Un estudio importante del año pasado incluso vinculó al virus con la esclerosis múltiple.

Muchos otros patógenos también pueden causar autoinmunidad, pero solo en unas pocas personas desafortunadas.

Alberto Ascherio, epidemiólogo en la Escuela de Salud Pública T. H. Chan de la Universidad de Harvard, quien lideró el estudio de la esclerosis múltiple, afirmó: “A todos nos han infectado una multitud de virus y, en la mayoría de los casos, no nos causa ninguna autoinmunidad”.

Las infecciones por bacterias como la clamidia y la salmonela pueden inflamar las articulaciones, la piel y los ojos (una enfermedad llamada artritis reactiva). Los enterovirus pueden engañar al cuerpo para que ataque a sus propias células pancreáticas, lo que podría llevar a una diabetes tipo 1.

De manera similar al virus de Epstein-Barr, se piensa que el del dengue y el VIH causan autoinmunidad en algunas personas. Timothy Henrich, un experto en virus de la Universidad de California, campus San Francisco, señaló que, aun así, el COVID-19 parece fomentar una reacción a largo plazo diferente a las demás.

“Hay algo específico sobre el SARS-CoV-2 que parece diferenciarlo, en términos de su duración y cuán grave es”, dijo, en referencia al coronavirus.

Los autoanticuerpos

A principios de la pandemia, los científicos descubrieron que los anticuerpos que atacan al organismo en lugar de al patógeno —llamados autoanticuerpos— son importantes en presencia del Covid. Aquellas personas que tenían autoanticuerpos que combatían a los interferones, un componente clave del sistema de respuesta inmediata del organismo a los patógenos, antes de encontrarse con el coronavirus tenían mayores probabilidades de padecer complicaciones o morir debido al Covid-19.

Cerca del 10 por ciento de los pacientes con casos graves de covid, la mayoría hombres de más de 55 años, tenían estos anticuerpos, en comparación con solo el 0,3 por ciento de la población en general.

Desde entonces, decenas de estudios han encontrado autoanticuerpos en personas que han tenido COVID-19. Hasta la mitad de las personas que han padecido la enfermedad portan anticuerpos que pueden alterar el sistema inmunitario, dañar los vasos sanguíneos, alterar la regulación de la presión arterial y provocar diabetes, artritis reumatoide y coágulos sanguíneos.

Un estudio descubrió autoanticuerpos en niños con síndrome inflamatorio multisistémico, una enfermedad rara asociada con el COVID-19.

Los autoanticuerpos parecen ser independientes del Covid persistente. Algunos estudios vincularon un subconjunto de autoanticuerpos con el covid persistente y hallaron que su presencia es uno de los cuatro factores de mayor riesgo para el síndrome.

No obstante, otros equipos reportaron que los autoanticuerpos y el covid persistente no siempre van de la mano. Henrich afirmó que, con base en un análisis de miles de proteínas, “la marca distintiva de estos autoanticuerpos parece ser un fenómeno relacionado con el covid y las afecciones poscovid, mas no con el covid persistente”.

Sin embargo, algunos investigadores advierten que la mera presencia de autoanticuerpos no anuncia una enfermedad autoinmune.

“En cada infección viral se producen autoanticuerpos, y esto se sabe desde hace décadas”, dijo Shiv Pillai, inmunólogo de la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard.

Dentro de muchos años, los científicos podrían registrar una mayor incidencia de enfermedades autoinmunes en aquellos que tuvieron casos graves de covid, dijo, pero esa no es una conclusión inevitable: “Puede haber muchos, muchos otros factores que deben cumplirse para que alguien contraiga la enfermedad”.

No se sabe con certeza por qué solo algunas personas desarrollan enfermedades autoinmunes, pero es posible que la respuesta involucre decenas de genes y un catalizador en el ambiente.

El lupus es precedido de niveles altos de autoanticuerpos más de 10 años antes de la aparición de la enfermedad, pero muchos familiares de pacientes con lupus que tienen un historial genético similar nunca desarrollan la enfermedad.

Iñaki Sanz, un inmunólogo en la Universidad de Emory, opinó: “La explicación más probable es que tienes muchos factores de riesgo, tienes todas estas cosas en su lugar y entonces aparece un detonante final”.

Epstein-Barr y esclerosis múltiple

Para vincular de manera concluyente a un virus con una enfermedad autoinmune, se necesitarían estudios rigurosos que hagan seguimiento a un gran número de personas durante muchos años. El mejor ejemplo de un estudio de este tipo es el que relacionó el virus de Epstein-Barr con la esclerosis múltiple.

El virus de Epstein-Barr, miembro de la familia del virus del herpes, infecta a casi todas las personas en algún punto. Una vez que está en el organismo, permanece para siempre; el virus puede reactivarse por cuestiones como el estrés y los cambios hormonales. (La reactivación del virus de Epstein-Barr es otro de los cuatro factores de riesgo de covid persistente).

Para evaluar su asociación con la esclerosis múltiple, Ascherio y sus colegas realizaron lo que llamaron un “experimento de naturaleza”, es decir, un estudio a largo plazo de más de 10 millones de militares en servicio activo en el ejército estadounidense.

Entre 1993 y 2013, los investigadores recolectaron 62 millones de muestras de suero de este grupo racialmente diverso. Los científicos descubrieron que aquellos que contrajeron el virus de Epstein-Barr tenían un incremento de 32 veces en el riesgo de padecer esclerosis múltiple, en comparación con aquellos que no portaban el virus. No observaron relaciones similares con otros virus.

Menos de un millón de estadounidenses tienen esclerosis múltiple, lo que indica que debe haber otros factores en juego. Aun así, los investigadores están emocionados con la idea de una vacuna contra el virus de Epstein-Barr para prevenir la esclerosis múltiple. (Hasta la fecha, no hay vacunas contra dicho virus, aunque algunas están en fase de ensayos clínicos).

Estudios de otros equipos respaldan la asociación entre el virus de Epstein-Barr y la esclerosis múltiple. Investigadores daneses dieron seguimiento a más de 25.000 personas con mononucleosis durante décadas y descubrieron que esta duplicaba las posibilidades de desarrollar esclerosis múltiple.

Un estudio publicado el año pasado brindó una posible explicación: el virus de Epstein-Barr imita una proteína humana, lo que posiblemente engaña a los anticuerpos creados contra el virus.

Casi una de cada cuatro personas con esclerosis múltiple tiene estos anticuerpos, “lo que provee las bases de cómo el virus de Epstein-Barr podría generar una reacción autoinmune que cause esclerosis múltiple”, explicó William Robinson, experto en enfermedades autoinmunes en la Universidad de Stanford que encabezó el estudio.

Este tipo de mimetismo molecular es un camino hacia la autoinmunidad. Sin embargo, en otros casos, es posible que el cuerpo nunca elimine por completo un patógeno después de la infección y la persistencia del virus —ya sea un virus vivo o solo restos de él— podría mantener al cuerpo en un estado de máxima alerta inmunitaria, lo que a la larga conduciría a la autoinmunidad.

Ambas posibilidades sugieren tratamientos. En un pequeño número de personas, los medicamentos antivirales y las vacunas pueden aliviar los síntomas del covid persistente, lo que indica que la fuente pueden ser virus vivos. Henrich está realizando un estudio que analiza los anticuerpos monoclonales en dosis altas que absorberían fragmentos virales que permanecen errantes en el cuerpo.

“Si las proteínas virales están causando un proceso autorreactivo, entonces eliminar esas proteínas virales quizás pudiera mejorar la salud en general”, afirmó Henrich.

Para Wynn, no hay ningún alivio a la vista. Ha probado una gran cantidad de medicamentos, incluidos tratamientos para la artritis reumatoide, pero hasta ahora no ha respondido a ellos.

“Ha sido un proceso largo y tedioso”, dijo Wynn. “Y les digo que, desde una perspectiva mental, ha sido absolutamente agotador”.

Por Apoorva Mandavilli