Crisis sanitaria: guardia cerrada, éxodo de médicos y sueldos magros, el drama en el único centro pediátrico de La Matanza
Este fin de semana, se fueron cuatro enfermeras. En total, ya son más de 60 profesionales los que abandonaron la institución, señalaron los trabajadores. El Hospital del Niño de San Justo, en La Matanza, el único centro de salud pediátrico de la zona oeste del conurbano, está sobreviviendo con el 30% del personal que debería tener.
Hace ya tres meses y medio que la guardia está cerrada. “Solo emergencias”, aclaran varios carteles pegados en la puerta. Están restringidos sus servicios, porque no cuentan con especialistas suficientes. Actualmente, denunciaron, el hospital solo cuenta con un profesional por especialidad. Pasaron de atender cerca de 350 chicos por día a solo 10.
En todos los servicios del centro médico solo se atienden emergencias, es decir, pacientes con riesgo de vida. No hay control de niños sanos ni seguimiento de aquellos que son dados de alta, como, por ejemplo, pacientes convulsivos o con cardiopatías. Aún se mantiene el área de internación que, por su complejidad, recibe derivaciones de todos los centros de salud de La Matanza. Hoy, de las 75 camas había 45 ocupadas que estaban a cargo de una sola pediatra, Sandra Verta.
Los trabajadores reclaman mejoras en las condiciones laborales, más presupuesto para el área de Salud y que no haya ningún salario por debajo de la línea de la pobreza. Tras varias semanas desde que la guardia había cerrado sus puertas, fueron recibidos por el vicejefe de gabinete del municipio, Daniel Horacio Barrera. Era la primera vez que se reunían con él. Desde mayo, lo hicieron seis veces.
“Nos dieron algunos decretos, pero no suman al aguinaldo ni tributan para la jubilación. Solo mejoró un poco la situación de los médicos”, describió Verta. Consiguieron un aumento en el valor de las horas extras que antes se pagaban $13.000 y hoy alcanzan los $50.000. La hora extra de enfermería, en cambio, varía entre los $450 y $500. Les otorgaron además una bonificación al título. En el caso de las auxiliares, un aumento del 20%; para los profesionales, un 30% y a las licenciadas, un 40%. Sin embargo, según los trabajadores, se traduce en $3000, para los técnicos y $12.000, para enfermería. “Como licenciada, no llego a los $200.000″, dijo a LA NACIÓN Graciela Amarilla, licenciada en enfermería, y siguió: “Solo a algunos médicos les dieron un aumento y no sabemos bajo qué concepto. Pedimos que incluyan al personal de maestranza y administrativos. En la pandemia fueron esenciales y ahora no los reconocen”.
Los empleados administrativos y servicios generales cobran $125.000 por jornadas de ocho horas. Los profesionales no médicos, entre los que se incluye odontólogo o psicólogos como ejemplo, alcanzan, en promedio, los $280.000.
Reclamos
“Toda persona que forma parte de este hospital es fundamental para que funcione”, agregó Verta, que hizo su residencia en este centro y tuvo una beca en el Hospital Garrahan antes de ser pediatra de la institución. Sin embargo, trabaja de domingo a domingo y tiene otros cuatro trabajos para poder llegar al sueldo que necesita.
Ese fue uno de los reclamos que llevaron a la última reunión, la inclusión de todo el personal en los decretos y el reconocimiento como personal de salud. Según explican, hay personas ejerciendo cargos sin cobrar el sueldo correspondiente dado que aún no fueron oficializados.
LA NACIÓN contactó al municipio, pero al cierre de esta nota no obtuvo respuesta. Los trabajadores señalan que ahora las reuniones están “pausadas”, porque el sindicato de trabajadores pidió la reapertura de paritarias.
A fines de junio pasado desde el municipio intervinieron el hospital: removieron a su directora, Ana Castrucci, le iniciaron un sumario, y la suspendieron de sus funciones por 60 días. Si bien no designaron en su lugar a un reemplazo, sí incorporaron al doctor Fabián González como interventor. “Nosotros no damos información”, contestaron desde la oficina donde se encontraba e indicaron que las consultas debían ser derivadas a la Secretaria de Salud que tampoco contestó a este medio.
“No es justo que aspiremos a la canasta básica”
El intendente kirchnerista, Fernando Espinoza, había anunciado en abril un aumento salarial del 70% para los empleados municipales. Sin embargo, los trabajadores del Hospital del Niño de San Justo señalaron que no era real e informaron que los incrementos alcanzaron a solo un 40%: recibieron un 18% en marzo, 6% en mayo, otro 6% en junio y un 10% en julio.
“No es justo que aspiremos a la canasta básica”, dijo hoy Verta con un micrófono desde la puerta de la guardia frente a varios de sus compañeros. También se habían acercado colegas de otras instituciones.
“Treinta años de antigüedad”, repetía Daniel Famiglietti, técnico del Hospital Materno Infantil Teresa Luisa Germani, mientras mostraba su recibo de sueldo. Sin contar bonificaciones ni extras, el básico era de $55.507,48, incluyéndolas alcanzaba los $168.878,32 que cobró el mes pasado.
“Se vive una situación mala y no es solamente por el mal pago. A nosotros hace dos semanas nos rompieron todo. Entraron con un chico muerto de 23 años y se metieron donde estaba el médico suturando. No hay seguridad. Como no cobran, los policías se fueron y la seguridad privada no porta armas”, agregó en diálogo con este medio.
“No solo el trabajador está involucrado, sino la comunidad lo está padeciendo porque la atención que estamos brindando no está la altura”, agregó su colega, Nelson Ramos.
En ese hospital, contaban con 21 pediatras cuando reabrió en 2015, hoy son cinco y solo uno atiende en el consultorio. La internación se cerró hace un año y ocho meses. “La comunidad de Laferrere hoy va a los hospitales de la ciudad de Buenos Aires, porque no cuenta con un hospital para asistir”, dijo Ramos. Y continuó: “No hay personal de seguridad para cubrir los hospitales. Antes los colectivos nos dejaban en la puerta, y ahora a cuatro cuadras. Los insumos llegan a cuentagotas. Hoy por la inflación que hay no hay precios y no se puede comprar. Les puedo asegurar que los propios trabajadores llevan de su propio bolsillo para cocinar e intentar que al paciente no le falte nada. No sé que esperan de nosotros”.