¿Crisis humanitaria o manipulación en Venezuela? Claves para entender la ayuda cuando los centros comerciales están llenos

Trabajadores organizan la ayuda humanitaria en un almacén cerca del puente fronterizo Tienditas que une Colombia con Venezuela el 14 de febrero. (REUTERS/Edgard Garrido)
Trabajadores organizan la ayuda humanitaria en un almacén cerca del puente fronterizo Tienditas que une Colombia con Venezuela el 14 de febrero. (REUTERS/Edgard Garrido)

Una medida humanitaria tiene el objetivo de salvar vidas, aliviar el sufrimiento y mantener la dignidad humana durante crisis causadas por el hombre o por desastres naturales.

¿Si en Venezuela no existe una guerra civil, no ha sufrido una fuerte sequía ni la ha arrasado un huracán cómo se explican las insistentes denuncias de que existe una emergencia humanitaria?

¿Por qué países como Estados Unidos, Francia y Canadá han enviado cargamentos de alimentos y medicamentos para salvar de la muerte a unos 300.000 venezolanos cuando en las principales ciudades del país los centros comerciales están repletos golosinas y artículos suntuarios?

La crisis no es evidente en un centro comercial en Caracas, Venezuela, aunque cada vez están más vacíos (AFP Photo/LUIS ROBAYO)
La crisis no es evidente en un centro comercial en Caracas, Venezuela, aunque cada vez están más vacíos (AFP Photo/LUIS ROBAYO)

Esa es la duda razonable que se plantean los que miran desde el extranjero al presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó, quien ha llamado a los venezolanos a trasladarse masivamente a las fronteras el 23 de febrero para recibir comida no perecedera y fármacos esenciales en los centros de acopio en Colombia y Brasil.

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También se lo preguntan los que han tenido la oportunidad reciente de dar un paseo fugaz por Caracas. No es fácil comprender cómo existen venezolanos que gastan dinero en restaurantes o en artículos de tocador estadounidenses si hay una crisis humanitaria sin precedentes en esa nación sudamericana.

No tiene comparación

La crisis venezolana es realmente inédita.

Hasta 2012, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) elogiaba a Venezuela por haber mejorado la calidad de la alimentación y haber reducido el hambre. Pero en un lapso de 5 años, la situación cambió de manera dramática, al punto de que la misma FAO dijo que la desnutrición se había triplicado en 2017 hasta alcanzar el 11 por ciento de la población.

Según esa proyección, unos 3,2 millones de venezolanos (de un total de 32 millones) estarían recibiendo una alimentación inadecuada.

La hiperinflación que, según el Fondo Monetario Internacional, podría cerrar en 10.000.000% a finales del 2019 ha erosionado el poder adquisitivo de tal manera que el 94% de los venezolanos no tiene ingresos suficientes para cubrir los costos de vida, según la Encuesta Nacional de Condiciones de Vida (Encovi), divulgada por la Universidad Católica Andrés Bello en noviembre de 2018.

En medio de este contexto, los niños se han visto severamente afectados. La ONG Caritas informó en junio de 2018 que el 65% de los infantes venezolanos evaluados tenían algún grado de desnutrición.

El declive de la calidad de vida y el incremento en las restricciones políticas y civiles dispararon la conflictividad social. Las manifestaciones del 2014 y el 2017 dejaron cientos de muertos y miles de heridos y encarcelados. El Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS) registró entre enero y diciembre de 2018 al menos 12.715 protestas, equivalente a 35 protestas diarias en todo el país.

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“Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), en el 2017, Venezuela ocupaba el tercer puesto, detrás de Afganistán y de Siria, en solicitantes de asilo y refugio. Y las cifras que baraja las Naciones Unidas es de 2,3 millones de emigrantes forzados en junio de 2017. Otras fuentes señalan hasta 4 millones (Universidad Simón Bolívar, Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (CEJIL)”, explicó el libro El éxodo venezolano: entre el exilio y la emigración (José Koechlin, Joaquín Eguren | Editores) presentado el 13 de febrero en Madrid.

Aquí no pasa nada

El gobierno de facto de Nicolás Maduro niega de manera rotunda que en Venezuela exista una crisis humanitaria, aunque su gobierno no ha emitido ningún indicador oficial desde 2016.

Una de las consecuencias prácticas de la negativa de Maduro a asumir las dificultades de la crisis es que la ayuda humanitaria tiene las puertas cerradas en Venezuela.

Una de las premisas del Derecho Humanitario es que son los gobiernos legítimos los que deben solicitar la asistencia. La existencia paralela de dos gobiernos y dos presidentes ponen en graves aprietos a instituciones como la Cruz Roja, que ha señalado que no interferirá mientras existan divergencias internas.

La ONG noruega ACAPs señaló que Venezuela es uno de los cuatro países donde la ayuda humanitaria es inaccesible, en un estudio que compara las poblaciones de 44 países que padecen algún tipo de problema humanitario. Los otros tres países donde no llega asistencia humanitaria son Eritrea, donde existe un régimen totalitario desde su independencia de Etiopía en 1991, además de Siria y Yemen, donde hay conflictos armados.

Informe divulgado por la ONG noruega ACAPS sobre las restricciones de las poblaciones para acceder a la ayuda humanitaria. Venezuela está clasificada como inaccesible (Captura de pantalla ACAPS)
Informe divulgado por la ONG noruega ACAPS sobre las restricciones de las poblaciones para acceder a la ayuda humanitaria. Venezuela está clasificada como inaccesible (Captura de pantalla ACAPS)

“El gobierno no reconoce la escala de las necesidades humanitarias en Venezuela y no permite el ingreso de las agencias y la ayuda humanitaria al país. Aunque el gobierno distribuye algunos beneficios estatales, cada vez es más necesaria una nueva tarjeta de identificación para recibir la ayuda. La falta de información general obstaculiza la evaluación de los indicadores de acceso humanitario”, dijo el informe de ACAPs de 2018.

¿Cómo llegaron allí?

Muchos atribuyen la actual recesión a la incapacidad de Maduro de manejar las finanzas nacionales.

Otros señalan que no existió un hecho único que provocara la hecatombe. Se trata de 20 años de políticas económicas erradas que terminaron por desmoronar el aparato productivo y espantaron la inversión mediante un control estatal de divisas y precios. A esa ecuación se le sumó el declive de los precios y de la producción de petróleo, que terminó por colapsar la economía.

Cifras comparativas del Producto Interno Bruto, Inflación, Reservas Internacionales, Producción Petrolera e Importaciones en 2012, 2018 y las proyecciones del 2019 (AFP Photo/Gabriela VAZ)
Cifras comparativas del Producto Interno Bruto, Inflación, Reservas Internacionales, Producción Petrolera e Importaciones en 2012, 2018 y las proyecciones del 2019 (AFP Photo/Gabriela VAZ)

“Este modelo del socialismo del siglo XXI se fundamentó, entre otros aspectos, en la ampliación del papel del Estado en la economía como regulador y como empresario, la aplicación de un sistema intrincado de controles de precios y de cambio, la destrucción de las capacidades productivas del sector privado, que generaron grandes desequilibrios macroeconómicos y llevaron al cuadro de hiperinflación y deterioro profundo de los niveles de bienestar que actualmente enfrenta la población venezolana”, eelaboraron los investigadores del libro sobre el fenómeno migratorio venezolano.

En Venezuela, el campo está improductivo por la falta de semillas, agua y fertilizantes, y los importadores tradicionales no tienen los dólares ni los permisos para importar alimentos básicos como aceite y arroz.

Lo mismo ocurre con la industria farmacéutica, que paulatinamente cerró sus laboratorios en el país y luego disminuyó la distribución al no poder soportar las pérdidas debido a la fijación de listas de precios.

Activistas y trabajadores de la salud marchan por la escasez de medicamentos y equiopos en los hospitales de Venezuela (FEDERICO PARRA/AFP/Getty Images)
Activistas y trabajadores de la salud marchan por la escasez de medicamentos y equiopos en los hospitales de Venezuela (FEDERICO PARRA/AFP/Getty Images)

Los férreos controles gubernamentales aunados a la corrupción propiciaron la generación de mafias que manejan la distribución de comida y medicamentos.

La Organización Transparencia Venezuela publicó en 2018 que militares de alto rango controlan la distribución de Alimentos desde 2004. Sólo el Programa Gran Abastecimiento Soberano ha recibido 60.000 millones de dólares en 12 años para encargarse de la distribución de alimentos subsidiados en las zonas populares.

Investigaciones periodísticas han revelado que los militares y empresas abastecedoras extranjeras se han quedado con millones de dólares del dinero destinado a los Comité Locales de Abastecimiento y Distribución (Clap). La dependencia de las cajas del Clap aumenta con la crisis y las cantidades repartidas resultan insuficientes para la población.

¿Comunismo o capitalismo salvaje?

Los que están acostumbrados a escuchar que Venezuela es un país comunista y se burlan de esos comentarios al llegar a Caracas tienen algo de razón.

Es cierto que la revolución bolivariana ha desdibujado la separación de los poderes y que desde el palacio presidencial de Miraflores se toman las decisiones relativas al Tribunal Supremo de Justicia y el Consejo Nacional Electoral.

Pero el sistema venezolano no se parece en nada al de Corea del Norte o Cuba, donde está prohibida la inversión y la propiedad privada.

En Venezuela aún es posible vivir en una burbuja de lujo si tienes acceso directo a una cuenta de dólares en el extranjero.

No hay que olvidar de que se trata del país con las mayores reservas de petróleo probadas del mundo. La bonanza petrolera producto de la nacionalización de los hidrocarburos durante la década de los setente hizo de Venezuela el país con la mejor calidad de vida de América Latina.

Así que algo queda de la enorme clase alta y media que pudo emprender y ahorrar durante los buenos tiempos.

Un 10% de la población está formada por los funcionarios o militares que se han lucrado con la corrupción, personas que trabajan para las empresas transnacionales o petroleras, profesionales que ofrecen sus servicios online y los comerciantes que han sobrevivido la crisis “dolarizando” sus precios. Es decir, vendiendo sus mercancías en bolívares pero al cambio del mercado negro de divisas.

Con un cambio aproximado de 3.200 bolívares soberanos por un dólar estadounidense para el 14 de febrero, esos venezolanos privilegiados pueden ir a lujosos supermercados o hacer la compra online y pagar 30.860 bolívares (9,6 dólares) por 1,4 kilos de carne, 30.000 bolívares (9,3 dólares) por un kilo de queso blanco o 5.000 bolívares (1,5 dólares) por una barra de 70 gramos de chocolate para sus pequeños.

Los venezolanos que tienen acceso a dólares por la corrupción, por un trabajo con sueldos dolarizados o porque recibe remesas de un familiar en el extranjero podrán comprarse un champú importado como el mostrado recientemente en el polémico video de la politóloga española Arantxa Tirado por unos 45.000 bolívares la unidad (14 dólares) y unos zapatos deportivos que rondan los 200.000 bolívares (64 dólares).

Pero para las 4 millones de familias venezolanas que ganan los 18.000 bolívares mensuales (5,6 dólares) de sueldo mínimo, ir a un supermercado es imposible. Con esa cantidad podrá comprar un par de kilos de alubias por 1.400 bolívares (50 centavos de dólar), un litro de leche por 3.300 bolívares (1,03 dólares), un kilo de papas por 8.500 bolívares (2,65 bolívares) y algo de verdura para alimentar a su familia durante un mes.

Por ese motivo coexisten dos realidades opuestas: los tienen recursos para disfrutar de una agradable cena sentados en una mesa y los que deben que conformarse con las sobras que recogen del contenedor de basura del mismo restaurante.

La situación con los medicamentos es mucho más crítica. En las redes sociales se publican a diario miles de post de personas que solicitan con urgencia antibióticos, analgésicos, anticonvulsivos para familiares enfermos.

Guaidó ha intensificado la presión política sobre Maduro al exigir que permita el ingreso de la ayuda humanitatia. El líder que intenta lograr una transición democrática en Venezuela dijo el jueves que las donaciones son indispensables para resguardar la vida de los menores de cinco años, las mujeres embarazadas y los adultos mayores ya que ningún hospital del país tiene un servicio nutricional que pueda ofrecer los alimentos suficientes a sus pacientes.

En una publicación sobre la emergencia humanitaria, el gobierno interino de Venezuela dijo que la mitad de los hospitales del país están tan desabastecidos que no pueden atender ni una apendicitis y que el 95% no cuentan con servicios de tomografías ni una resonancia magnética. Sólo un 5 por ciento de los hospitales tienen los equipos necesarios para atender un infarto.

Los servicios de pediatría no cuentan con fórmulas lácteas para garantizar la sobrevivencia de los infantes con severos caso de desnutrición y no existe posibilidad alguna de atender a los 3.000 niños que nacen anualmente con cardiopatías congénitas.

Los 40.000 pacientes con cáncer, 15.000 pacientes renales y los 1.500 trasplantados no tienen acceso ni a los medicamentos y a sus tratamientos.

Guaidó convocó a una Conferencia Mundial Humanitaria para articular los esfuerzos de las naciones, del sector privado y la ciudadanía para aportar soluciones a la grave situación alimentaria y asistencial.

No es No

El gobierno de facto no sólo se niega a admitir que esas alarmantes cifras son ciertas. También ha ordenado a la Fuerza Armada Nacional Boliviariana (FANB) a impedir la entrada de los cargamentos de insumos que trabajadores humanitarios acopian en la frontera con colombia.

La entrada de la ayuda humanitaria se hace en un punto de honor para el gobierno interino de Guaidó y su rechazo una demostración de fuerza de Maduro.

A principios de esta semana, Guaidó se anotó un triunfo al lograr colocar en la capital del país 85 mil sobres de micronutrientes en polvo para niños de hasta tres años y mujeres embarazadas en peligro de desnutrición sin que los poderosos servicios de inteligencia de Maduro pudieran evitarlo.

Pero el gobierno no se quedó de brazos cruzados. La vicepresidenta Delcy Rodríguez reaccionó a la afrenta y aseguró que las toneladas de alimentos donados que llegaron de manera clandestina a Caracas son víveres envenenados y cancerígenos.

“Esa ayuda viene contaminada y envenenada, es cancerígena, así lo han mostrado distintos estudios científicos”, dijo Rodríguez para atemorizar a la población hambrienta.

Otro medida de mitigación de pérdida del gobierno la tomó ministro de Salud, Carlos Alvarado, quien anunció la llegada de 933 toneladas de medicinas y materiales médicos procedentes de Cuba, China, de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y de “algunas compras directas” en un intento por desestimar la falta de solvencia del gobierno para adquirir insumos.

Pero las noticias del ingreso de ayuda a través de la inmensa e inhóspita frontera siguen llegando. El abogado y líder indígena Liborio Guarulla informó que las comunidades indígenas se han organizado para escoltar y trasladar insumos por los ríos amazónicos que comparten Colombia y Venezuela.

Guaidó no ha desestimado ninguna opción para ganar voluntades a su causa. Hasta el multimillonario británico Richard Branson ha anunciado su apoyo en la organización de un concierto que se realizará en Cúcuta para llamar la atención del mundo a la intención de los venezolanos de ir a buscar la ayuda en la frontera y recaudar recursos para financiar la ayuda.


En el concierto, que contaría con la participación satelital del artista británico Peter Gabrel, participarán populares artistas como Carlos Vives, Fonseca, Juanes, Nacho, Alesso (Dj), Rudy Mancuso, Ricardo Montaner, Mau y Ricky, Danny Ocean, Alejandro Sanz, Anitta, Luis Fonsi, Miguel Bosé, Miguel Chyno, Diego Torres, Maluma, Mana y Carlos Baute.

Guaidó llama a los venezolanos a apoyar una “avalancha humanitaria”. Maduro se niega a recibir limosnas del imperialismo aunque tenga que utilizar la fuerza..