La crisis de los globos: el espionaje en los cielos, fuera del alcance de las regulaciones globales

En esta imagen de archivo, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se reúne por videoconferencia con su homólogo chino, Xi Jinping, desde el Salón Roosevelt de la Casa Blanca, en Washington, en presencia del secretario de Estado, Antony Blinken (derecha). (AP Foto/Susan Walsh, archivo)
En esta imagen de archivo, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, se reúne por videoconferencia con su homólogo chino, Xi Jinping, desde el Salón Roosevelt de la Casa Blanca, en Washington, en presencia del secretario de Estado, Antony Blinken (derecha). (AP Foto/Susan Walsh, archivo)

PARIS.– Tenía el tamaño de un autobús, pero solo dejó en el cielo una efímera nube. El 4 de febrero se esfumó así el globo espía chino que sobrevoló el cielo de Estados Unidos durante días, después que un avión de caza F-22 Raptor le puso término con uno de sus misiles. Su osada aventura consiguió desencadenar, sin embargo, una profunda crisis entre Washington y Pekín.

“El secretario de Estado (Antony Blinken) dijo claramente que Estados Unidos no tolerará ninguna violación de su soberanía y que el programa de globos de espionaje en altitud de China había quedado expuesto a los ojos del mundo”, informó el portavoz del Departamento de Estado.

El encuentro entre Blinken y su homólogo chino, Wang Yi, que se realizó anteayer al margen de la Conferencia para la Seguridad de Munich, en Alemania, duró aproximadamente una hora y el intercambio fue “franco y cándido”, según un alto responsable del Departamento de Estado. Blinken insistió ante Wang en que el incidente del globo chino fue un acto “irresponsable que no debe reproducirse jamás”.

Poco antes, el mismo día, el jefe de la diplomacia china había lanzado una violenta andanada contra Washington, denunciando su reacción “histérica ante el sobrevuelo de un globo, sin olvidar de denunciar el “proteccionismo económico” norteamericano.

Aunque gesticulación obliga, la reunión parece haber suavizado las vivas tensiones de las últimas semanas entre ambas capitales. Sin embargo, la audaz operación de espionaje china, de la cual no se conocen los eventuales daños en términos de colecta de la información, ratificó en Washington la amenaza directa para la seguridad que representa Pekín. Aun cuando, detrás de las escandalizadas declaraciones públicas, nadie se hace ilusiones: las actividades de espionaje son permanentes e intensivas de ambas partes. Tanto en el terreno militar, como político e industrial.

Fuentes de la administración estadounidense aseguran que China ha puesto a punto hace años una flota de globos destinados a operaciones de espionaje, que han sobrevolado numerosos países en los cinco continentes. Generalmente orbitan a unos 18.000 metros de altitud y ocasionalmente entraron —como esta vez— en espacio aéreo norteamericano. Según la misma fuente, lo hicieron en tres ocasiones durante la presidencia de Donald Trump y una vez durante el mandato actual de Joe Biden.

Pero aquellos que ven en estas incursiones “una nueva forma de espionaje”, se equivocan. Porque la utilización de globos para monitorear a un adversario es una de las técnicas más viejas de la historia moderna. La primera aventura de un aerostato de inteligencia se produjo en 1794, cuando Francia creó una compañía militar especial dirigida por el químico Jean-Marie Joseph Coutelle que, gracias al globo cautivo L’Entreprenant, consiguió informaciones valiosas que le permitieron ganar la batalla de Fleurus, cerca de Charleroi, contra los austriacos. Los globos cautivos también fueron utilizados por el ejército unionista a partir de 1861 en la Guerra de Secesión. Aunque fue durante la Primera Guerra Mundial que esos globos fueron utilizados más intensamente. Los japoneses los usaron después en 1944. Mientras que, a mitad de la década de 1950, el presidente Dwight Eisenhower autorizó vigilar a la Unión Soviética mediante globos con cámaras que volaron “sobre países del bloque soviético con el subterfugio de investigación meteorológica”, según un artículo publicado por los Archivos Nacionales en 2009.

En esta foto distribuida por la marina de Estados Unidos, marineros de la Unidad de Naves de Asalto 4 preparan material recogido en la costa de Myrtle Beach, Carolina del Sur, del globo chino derribado sobre el océano Atlántico para entregarlo al FBI, en la Base Expedicionaria Conjunta Little Creek en Virginia Beach, Virginia, 10 de febrero de 2023. (Ryan Seelbach/U.S. Navy via AP)

La gran diferencia entre aquellos globos primitivos y los actuales es la gran altitud a la que se desplazan. El globo chino se volaba a unos 18.000 metros de altitud, bastante por encima de lo que alcanzan los aviones comerciales, y al límite de donde comienza el llamado “espacio cercano”, para el que no existe ningún tratado internacional de regulación.

En Estados Unidos, la Administración de la Aviación Federal monitorea y controla el tráfico comercial y militar hasta los 18.288 metros de altitud, un nivel reconocido por los acuerdos internacionales y empleado por todos los países. Para los expertos, Washington tenía todo el derecho de derribar ese objeto volador que, según la ley, violaba su espacio aéreo.

Esos acuerdos internacionales estipulan, por el contrario, que las naciones no tienen soberanía más allá de esa altitud. Es decir, entre los 18.288 metros (18 km.) y los 100.584 metros (100 km), el espacio donde circulan los satélites.

La regulación de esa “zona gris” es una necesidad para la mayoría de los países.

“Por razones de seguridad, antes que nada. Sobre todo teniendo en cuenta el aumento de lanzamientos espaciales que atraviesan esa zona, al mismo tiempo que los globos de última generación y los drones”, afirma Xavier Tytelman, especialista de la aviación y director de la revista “Air et Cosmos”.

Esta semana, Estados Unidos se sumó a las propuestas previas en ese sentido lanzadas por organismos de Naciones Unidas o por la Unión Europea. Al anunciar a sus administrados el derribamiento del globo chino frente a las costas atlánticas de su país, el presidente Joe Biden declaró su intención de avanzar en la concreción de un acuerdo de regulación.

Avión de combate estadounidense derriba presunto globo espía chino
Avión de combate estadounidense derriba presunto globo espía chino

Pero, ¿por qué razón están volviendo esos globos al espionaje? Porque si bien los satélites espía pueden verlo casi todo, los globos equipados con sensores de alta tecnología pueden planear sobre un lugar durante mucho más tiempo y son capaces de captar transmisiones de radio, celulares y otras que desde el espacio son indetectables.

En China, la Universidad Nacional de Tecnología de la Defensa tiene un grupo de investigadores que trabajan en el desarrollo de esos globos. En 2020, la publicación “People’s Liberation Army Daily”, principal periódico militar chino, publicó un artículo describiendo cómo el espacio cercano “se ha convertido en un nuevo campo de batalla en la guerra moderna”. Desde entonces, el diario dice a sus lectores militares —con frecuencia en un lenguaje hiperbólico— que deben tomar en serio a los globos.

“Los globos son un poderoso ojo en el cielo para cubrir blancos de escasa altitud y de superficie”, anota un artículo en 2021. Y asegura: “Como los submarinos en las profundidades del océano, las plataformas de globos podrían convertirse en el futuro en un escalofriante asesino oculto”.