ANÁLISIS: Las crisis se amontonan en Sudán, víctima de lentitud en las ayudas e inflación

FOTO DE ARCHIVO: Dos ciudadanos de Sudán agitan banderas del país en Jartum

Por Khalid Abdelaziz y Ulf Laessing

JARTUM/EL CAIRO, 15 sep (Reuters) - Saleha Adam esperaba que las cosas mejoraran tras la expulsión del veterano líder sudanés Omar al-Bashir, y que empezaran a llegar más alimentos y ayuda humanitaria a su destartalado campamento en las afueras de Jartum.

Sin embargo, un año y medio después, los precios siguen subiendo. Y un paquete internacional de apoyo para los hogares más pobres como el de Adam se ha retrasado, por lo que el Gobierno se enfrenta a una carrera para evitar más turbulencias económicas.

"Nos enteramos del plan (de apoyo) por televisión", dice Adam, que huyó a Jartum para escapar de los combates en las montañas Nuba de Sudán. Pero no hubo más noticias del plan. No llegó ningún dinero en efectivo.

"Necesitamos ayuda", dice este hombre de 38 años.

Las crisis se acumulan para el primer ministro Abdalla Hamdok, que tomó el relevo después de Bashir para encabezar una inestable coalición con el ejército y convertirse en el primer ministro civil de Sudán desde la década de 1980.

Están los problemas que Hamdok heredó, incluyendo la pérdida de la mayoría de las reservas de petróleo de divisas del país con la secesión de Sudán del Sur en 2011.

Están los nuevos desastres, el principal de ellos la pandemia de COVID-19. Las inundaciones del Nilo también han desplazado a decenas de miles de personas.

Además, muchos de los beneficios que muchos esperaban obtener con el derrocamiento de Bashir -sobre todo el fin de la condición de paria de Sudán y su aislamiento de los mercados financieros mundiales- están tardando en aparecer.

El plan de transferencia de efectivo, financiado por donantes y administrado por el Banco Mundial para ayudar a hasta 6,5 millones de familias, debía comenzar el 1 de septiembre. El Gobierno esperaba 400 millones de dólares para iniciar el plan este mes, según Adam Harika, asesor económico de Hamdok.

Sin embargo, el Banco Mundial dijo a Reuters la semana pasada que el plan de enviar fondos aún estaba "en fase de diseño". "Actualmente estamos haciendo un seguimiento con los donantes para la recepción de las contribuciones de acuerdo con sus promesas", dijo un portavoz.

"El Banco Mundial puede pagar su subvención de hasta 400 millones de dólares solo una vez que tengan suficientes fondos de los donantes", dijo un diplomático occidental. "Cada Gobierno tiene su propio proceso de aprobación, aunque solo hayan comprometido 20 millones de dólares, y esto lleva tiempo".

Mientras que Estados Unidos dijo que su promesa de 356,2 millones de dólares será enviada antes del 30 de septiembre, Alemania solo ha pagado parte de los 150 millones prometidos y el resto se distribuirá a finales de año, dijo una fuente del Gobierno. El ministerio alemán de desarrollo internacional dijo que los fondos se están pagando gradualmente.

"ESTAMOS EN COLAPSO AHORA MISMO"

Diplomáticos consultados dicen que los donantes son reacios a entregar dinero en efectivo directamente al Gobierno por cuestiones de transparencia. Prefieren canalizarlo a través de organizaciones internacionales que se toman su tiempo para elaborar programas de ayuda específicos.

Mientras los preparativos continúan, los precios están subiendo: la inflación anual alcanzó el 167% en agosto.

Y la divisa nacional se ha derrumbado, debilitándose hasta un nivel de 234 libras sudanesas por dólar en el principal mercado paralelo, frente a las 140 en julio. La tasa oficial es de 55.

La libra se encontraba en 75 en el mercado paralelo cuando Bashir se fue en abril de 2019.

Hasta algunos de los triunfos de Hamdok tienen su lado negativo. Un aclamado acuerdo de paz con los grupos rebeldes el mes pasado incluía la promesa de posiciones en el Gobierno para algunos de esos insurgentes y financiación, promesas que ejercerán una mayor presión sobre los presupuestos estatales.

"Es una expansión masiva de los gastos del Estado", dice el analista de Sudán Magdi El-Gizouli. Mientras tanto, las exportaciones clave, como el ganado al Golfo de Pérsico, están disminuyendo porque la peregrinación del hach, donde se sacrifica ganado, se ha reducido debido al coronavirus, según El-Gizouli, y la producción agrícola se ha visto afectada por la falta de combustible.

"Estamos en colapso en este momento. Ya no hay nada que evitar. Tienes una crisis inflacionaria. Tienes una moneda que se está depreciando. Tienes escasez de productos básicos. Ni siquiera tienes un presupuesto adecuado".

El Gobierno ha culpado a la manipulación de los opositores de la revolución que derrocó a Bashir. El jueves declaró el "estado de emergencia económica" y crearon tribunales especiales para perseguir las actividades ilegales.

Los donantes que han ofrecido su apoyo exigen a cambio reformas costosas, incluido un recorte de unos populares subsidios.

El aumento de los precios de los alimentos y el combustible es el aspecto de la crisis que más afecta a los habitantes de los campamentos de desplazados concentrados en las afueras de la capital.

Esas dificultades se vigilan de cerca en Sudán, ya que fue el aumento de los precios lo que alimentó las protestas que llevaron a la caída de Bashir.

Por ahora, Saleha Adam está tratando de llegar a fin de mes vendiendo café y té en un mercado en el centro de Jartum. Sin embargo, el dinero que gana dista de ser suficiente.

"Todos somos pobres y estamos desplazados en mi distrito", dijo. "No conozco a nadie que reciba apoyo del Estado, pero necesitamos ayuda para hacer frente a la situación".

(información adicional de Humeyra Pamuk y Andreas Rinke; editado por Andrew Heavens; traducido por Tomás Cobos)