Crecer como transgénero en la Florida de DeSantis: Cómo cambió la vida de esta adolescente de Broward

Cuando Daisy tenía 10 años, se paró frente a un micrófono con un vestido verde, su largo cabello recogido en una diadema púrpura.

“Vivir en el Condado Broward me ha dado la sensación de seguridad”, dijo a los miembros de la Junta Escolar de Broward, que estaban honrando el Mes de la Historia LGBTQ, “sabiendo que la Junta Escolar me cubre las espaldas”.

Daisy, una niña transgénero, parecía estar creciendo en una era de aceptación sin precedentes.

Era 2017, dos años antes de que el gobernador Ron DeSantis asumiera el cargo.

En poco tiempo, cruzó un abismo cultural.

Las escuelas de la Florida —incluso de Broward, el condado con mayor tendencia demócrata del estado— han sido remodeladas bajo el mandato de DeSantis y la Legislatura liderada por los republicanos.

En los años en que Daisy entró en la adolescencia, tomando estrógeno para afirmar su identidad como niña, las escuelas de la Florida se convirtieron en un campo de batalla cultural, con lanzas legislativas arrojadas contra los libros que leen los estudiantes, las clases que toman, la historia que aprenden, los temas que discuten en las aulas, los baños que usan los estudiantes como Daisy, la atención médica de afirmación de género que reciben y los deportes de equipo en los que compiten.

Aunque los transgénero representan una pequeña parte de la población —0.8%, según el Censo federal , y 2.3% del alumnado de Broward— son un objetivo desproporcionado, para decepción de los activistas del colectivo LGBTQ.

“Estos ataques no han surgido de problemas reales”, dijo Nic Zantop, subdirector de Transinclusive Group, una organización de servicios y activismo del sur de la Florida. “Son asuntos fabricados”.

La presencia de Daisy los dos últimos años en el equipo femenino de voleibol de la secundaria Monarch en Coconut Creek amenaza ahora los empleos de su madre, la empleada de sistemas de gestión de la información Jessica Norton y de otras cuatro personas de su escuela, incluido el director James Cecil. Son investigados por el distrito escolar por posible infracción de una ley estatal que prohíbe que una persona nacida con anatomía masculina juegue en equipos deportivos femeninos.

Cuando la familia de Daisy demandó a la Florida por esta ley hace dos años, apenas recibió atención, en claro contraste con los acontecimientos de la semana pasada, cuando su difícil situación saltó a los titulares nacionales.

Incluso los demócratas de la junta escolar de Broward –conocidos por abrazar las causas LGBTQ– guardaron silencio sobre ella la semana pasada.

Solo sus compañeros de clase ofrecieron apoyo, organizando dos días de paros.

“Fue muy alentador ver que la generación que nos sigue entiende la aceptación, la inclusión y la diversidad”, dijo Michael Rajner, un veterano activista LGBTQ que es presidente de la Junta de Derechos Humanos de Broward.

“No puedo expresar lo orgulloso que me hacen sentir estos estudiantes”.

La familia de Daisy declinó ser entrevistada para este artículo. Jessica Norton se identificó públicamente el lunes como la madre de la atleta. El Miami Herald usa un seudónimo para la estudiante a fin de proteger su identidad.

‘Soy una niña’

Cuando aprendió a hablar, Daisy le puso voz.

“Mamá, soy una niña”.

Los Norton no sabían muy bien qué pensar, según contó Jennifer Norton en una publicación en las redes sociales en 2017, cuando fue galardonada con un premio a la diversidad.

“Lo que empezó con nosotros pensando que teníamos un hijo gay se convirtió en algo mucho más”, escribió Norton.

Cuando llegó el momento de encontrar un preescolar, Norton dijo que “seleccionamos la escuela que hizo menos comentarios sobre las pantuflas rosa brillante que le dejé usar”.

Daisy adoptó un nombre femenino y empezó a usarlo en segundo grado. Ese año jugó al fútbol en el equipo femenino.

Un médico le diagnosticó disforia de género, una disonancia interna entre el sexo biológico y la identidad de género.

Daisy practicó deportes femeninos durante años, según la demanda, y su vida social giraba en torno a ellos: basquetbol, softball, fútbol y, finalmente, voleibol en la secundaria.

Su familia, sus padres Jessica y Gary, un hermano y una hermana, la acogía como a una niña.

En una foto familiar publicada en las redes sociales, su hermana mayor lleva una camiseta que proclama: “Mi hermana tiene pene. Supéralo”.

Otra muestra a los miembros de la familia celebrando el Mes del Orgullo en Walt Disney World, vistiendo ropa con arcoíris. Norton añadió los hashtags #ProudMom #ProudDad #TransIsBeautiful.

Norton se unió a la Asociación de Padres y Maestros (PTA) para asegurarse de que su hija no sufriera acoso escolar. Ella estaba deseando ir a la Secundaria Monarch.

La Secundaria Monarch en Coconut Creek, Florida, el martes 28 de noviembre de 2023.
La Secundaria Monarch en Coconut Creek, Florida, el martes 28 de noviembre de 2023.

“Recientemente me contrataron en la escuela secundaria a la que eventualmente asistirá y trabajaré con los maestros y el personal para concientizar a la escuela sobre los estudiantes transgénero y sus derechos”, escribió cuando fue honrada como activista de los transgénero.

Daisy se inscribió en la escuela como niña, con un certificado de nacimiento que lo demostraba. (La Florida permite modificar los certificados de nacimiento.) Usaba los baños de chicas, los vestidores de chicas, todo ello sin incidentes, dicen los archivos judiciales.

Había evitado la pubertad masculina tomando bloqueadores de testosterona a partir de los 11 años, un tratamiento de reafirmación de género que más tarde incluyó la administración de estrógenos, la hormona femenina, de por vida, dice la demanda de sus padres en los alegatos judiciales.

Le encantaba disfrazarse cada Halloween con elaborados atuendos de Katy Perry, y un año llegó a encontrarse cara a cara con la estrella del pop en un concierto.

“No es un niño”, escribieron sus abogados.

En blanco y negro

Daisy podría haber evitado la confusión que trastornó su vida si los líderes de la escuela de Broward hubieran prestado atención a lo que ella les decía en los tribunales.

Su familia demandó al distrito escolar, al gobernador y a la Junta de Educación del estado, entre otros, en el verano de 2021, cuando ella aún estaba en la escuela intermedia. Sabían que la ley estaba a punto de entrar en vigor, y dijeron que Daisy planeaba jugar al fútbol en el equipo femenino en la escuela intermedia. También soñaba con jugar al voleibol en la secundaria, según escribieron sus abogados en los alegatos de la demanda.

Pensaban que la nueva ley infringía sus derechos civiles.

En marzo de este año, cuando Daisy era estudiante de primer año, sus abogados lo dejaron claro: “A lo largo de este litigio, la demandante ha jugado en un equipo femenino con la amenaza de la aplicación de la ley pendiendo sobre su cabeza, día tras día”.

Sin embargo, la participación de Daisy en varios años de deportes femeninos transcurrió sin consecuencias. Hasta la semana pasada.

Justo después de que un juez federal desestimara la demanda de Norton –dejando abierta la posibilidad de que fuera enmendada– alguien avisó el 20 de noviembre al superintendente de las escuelas de Broward, Peter Licata, de que Daisy había infringido la ley estatal. Licata no ha identificado al informante.

Coconut Creek, 21 de agosto de 2023 - El superintendente de las Escuelas de Broward, Peter Licata, en el centro, habla con el director de la Secundaria Monarch, James Cecil, a la izquierda, mientras los estudiantes entran al edificio para el primer día de clases en el Condado Broward.
Coconut Creek, 21 de agosto de 2023 - El superintendente de las Escuelas de Broward, Peter Licata, en el centro, habla con el director de la Secundaria Monarch, James Cecil, a la izquierda, mientras los estudiantes entran al edificio para el primer día de clases en el Condado Broward.

El Departamento de Educación del estado dijo que ordenó al distrito “tomar medidas inmediatas”.

La senadora estatal Rosalind Osgood, demócrata que formó parte de la Junta Escolar de Broward, culpó a la vaguedad de la Ley de Igualdad en los Deportes Femeninos del estado de lo ocurrido en Monarch.

“Se hacen muchas leyes educativas que no son ejecutables y crean desastres de implementación”, dijo.

Zantop afirmó que, debido a los matices de las leyes, “en muchos lugares hemos visto incluso un cumplimiento excesivo, que va más allá de lo que exigen las leyes. ... Me gustaría ver a todos nuestros funcionarios escolares presionando, defendiendo a sus estudiantes”.

El portavoz de las escuelas de Broward, John Sullivan, dijo que Licata, seleccionado para el cargo en julio, no estaba al tanto de la demanda, y que no tenía ninguna relación con sus acciones. Él no sabía que Daisy había jugado voleibol femenino allí hasta que se le notificó en noviembre, dijo Sullivan.

Otros en el distrito escolar, entre ellos Norton, sí lo sabían.

La investigación del distrito escolar, dijo Sullivan, descubrirá “quién sabía qué y desde cuándo”.

Asunto complicado

En el tribunal de la opinión pública, el dilema de los deportistas transgénero trasciende las inclinaciones políticas.

La mayoría de los estadounidenses cree que se debe exigir a los deportistas que jueguen en el equipo que corresponda a su sexo de nacimiento, según encuestas recientes del Pew Research Center y Gallup, Inc.

El planteamiento del gobierno federal, bajo la presidencia del demócrata Joe Biden, no permitiría prohibiciones únicas en escuelas públicas como la de la Florida. Pero permitiría prohibir a los jóvenes transgénero de hombre a mujer como Daisy jugar en equipos femeninos en algunas circunstancias, especialmente en equipos competitivos de secundaria o universidad. Las escuelas estarían obligadas a minimizar el daño al estudiante.

La propuesta aún se está estudiando. La Florida se opone a ella.

Casi la mitad de los estados de Estados Unidos presentaron un escrito en la demanda de Norton, del lado de la Junta de Educación de la Florida. También lo hicieron un grupo cristiano y un activista deportivo que se opone a la participación de mujeres transgénero.

La Christian Family Coalition, una organización sin fines de lucro que dijo haber cabildeado mucho para que se aprobara la ley de la Florida, argumentó que “las personas nacidas biológicamente como varones tienen ventajas biológicas y físicas intrínsecas e irreversibles sobre las personas nacidas biológicamente como mujeres en términos de masa esquelética, masa muscular y capacidad pulmonar”.

Las autoridades educativas de la Florida argumentaron que, aunque el deportista transgénero en cuestión no sea un jugador muy bueno, el hecho de que una mujer biológica se vea potencialmente desplazada de un equipo es suficiente para justificar la ley.

Mientras que algunos organismos deportivos han adoptado compromisos como permitir que un atleta juegue si los niveles de testosterona se han reducido lo suficiente, la Florida promulgó una prohibición amplia que no tiene en cuenta si la persona experimentó la pubertad masculina. Los legisladores rechazaron un proyecto de ley que habría adoptado criterios basados en la testosterona como los del Comité Olímpico Internacional.

La ley de la Florida aplica a los centros públicos de enseñanza intermedia y secundaria, así como a los institutos superiores y universidades.

Aunque falló en contra de la familia Norton, el juez de distrito Roy K. Altman reconoció que la amplia prohibición de la Florida podría ser injusta para Daisy.

Altman, designado por el entonces presidente Trump, dijo que hizo todo lo posible para “honrar” sus pronombres en sus fallos, y “reconoció que el estatuto crea una situación difícil (y tal vez injusta) para D.N., que se identifica como una niña en todos los aspectos y a quien se le puede prohibir jugar en los equipos de su elección”.

Dijo que ella podía probar en un equipo de chicos o practicar deportes mixtos.

Y continuó, en su fallo del 6 de noviembre, desestimando el caso:

“Nuestro trabajo no es decidir si una ley es buena o mala, inteligente o tonta, justa o injusta. Ni siquiera podemos decir si nos gusta la ley; en resumen, si habríamos votado a favor de ella si hubiéramos estado en la Legislatura. Nuestro trabajo es aplicar la ley tal y como se ha expresado a través de la voluntad de una legislatura elegida democráticamente y la firma de un gobernador elegido democráticamente, a menos (por supuesto) que la ley infrinja alguna ley más fundamental (llámese constitucional)“.

Y en ese sentido, dijo el juez Altman, no lo hace.

La familia tiene hasta el 11 de enero para enmendar su demanda.

No es un ‘error’

Una niña transgénero de quinto grado siguió a Daisy hasta el micrófono aquel día de 2017. Le entró la risa y tuvo que serenarse antes de elogiar a su escuela y al distrito por asegurar que no la vieran como “un error”.

Dijo que su escuela leyó “I Am Jazz”, de la niña transgénero Jazz Jennings, ex alumna de las escuelas de Broward, un libro que fue retirado de las estanterías en siete condados de la Florida en los últimos dos años. Es uno de los libros de temática transgénero más prohibidos en las escuelas de Estados Unidos, según PEN, un grupo activista sin fines de lucro en defensa de los autores.

Según PEN, la Florida es ahora el estado que más libros prohíbe en las escuelas en el país. Casi un tercio de los libros prohibidos en todo el país el ciclo escolar pasado tenían personajes con identidades LGBTQ, según PEN, y 6% tenía un personaje transgénero.

Daisy dijo que había contado con el apoyo de sus maestros cuando hizo la transición.

“Fue la mejor época de mi vida”, dijo en la reunión televisada, acompañada de sus padres.

“Conseguí ser quien había nacido para ser. ... Sé que soy una de las afortunadas”.

Aunque por aquel entonces era abierta sobre su condición de transgénero, sus abogados argumentaron en recientes documentos judiciales que temía ser descubierta en la secundaria, donde no era comúnmente conocida.

Su entrenador, Alex Burgess, dijo que ella no se destacaba físicamente. No tenía ni idea de que la consideraran un chico.

“No es que fuera una atleta superestrella. Era solo una de mis jugadoras”, dijo el lunes. “Era dulce e inocente. Era simplemente, no sé, es difícil de explicar, pero solo puedo imaginar lo que ella está sintiendo.”

Temía ser denunciada por una persona que demandara en virtud de la nueva ley estatal, según escribieron sus abogados en los archivos. En cambio, parece que fue el distrito escolar el que inició una investigación –y trasladó a su madre y a otras cuatro personas a puestos fuera del campus– lo que expuso inadvertidamente su historial de género.

El 28 de noviembre, día en que se conoció la noticia, la madre de Daisy cambió su foto de perfil de Facebook por un meme:

“La vida. Qué pesadilla”.

Daisy no ha vuelto a la escuela desde entonces.

La redactora Jimena Tavel, del Miami Herald, contribuyó a este artículo.