La fría bienvenida del country a Beyoncé y el debate incómodo que nadie quiere tener

Beyoncé en el escenario durante el concierto en Toronto de su gira “Renaissance”, el 8 de julio de 2023. (The New York Times)
Beyoncé en el escenario durante el concierto en Toronto de su gira “Renaissance”, el 8 de julio de 2023. (The New York Times)

Con el lanzamiento de “Cowboy Carter”, el octavo álbum en solitario de Beyoncé y en el que explora —y pone a prueba— los límites de la música country, gran parte de la conversación inicial se ha centrado en saber si la industria de la música country le dará su apoyo. Beyoncé es una de las estrellas del pop con mayor éxito comercial y creatividad del siglo XXI, por lo que su llegada sería recibida con bombo y platillo, ¿no?

Pues no.

En lugar de ser agasajada con una fiesta de bienvenida, Beyoncé ha sido recibida con indiferencia. “Texas Hold ‘Em”, uno de los dos sencillos que ha lanzado como adelanto del álbum, es una sabia mezcla de lo viejo y lo nuevo. Muestra familiaridad con los principios sonoros del country de antaño, al tiempo que mantiene la contagiosidad del pop actual. Sin embargo, ha recibido una atención muy modesta en la radio country. Beyoncé es una mujer negra, dos categorías que la ciudad contemporánea de Nashville, Tennessee, ha marginado y menospreciado de manera sistemática. Y ningún tipo de fama integrada parece capaz de contrarrestarlo.

La música country contemporánea que es popular se siente a menudo como un bucle cerrado de narración masculina blanca. Por eso, que Beyoncé y Nashville puedan o no encontrar una causa común es, en todos los sentidos, una pista engañosa. Ninguno de los dos está especialmente interesado en el otro: el negocio tradicional de la música country acepta cierto tipo de forasteros, pero no está preparado para acoger a una estrella negra de la talla de Beyoncé, que se centra en el country como arte, inspiración y juguete sociopolítico, no como industria. El rechazo es mutuo.

Hace poco, Beyoncé lo explicó claramente en Instagram: “Este no es un álbum del género country. Este es un álbum de Beyoncé”. Era una declaración que negaba de antemano a la industria de la música country la oportunidad de reivindicar su trabajo, al tiempo que indicaba que había encontrado una vía creativa para sortear los confines del género.

Esto es lo más cerca que ha estado de aprovechar la expectativa del racismo y la exclusión del género como medio de promoción. Beyoncé, en cambio, lo convirtió en algo personal, añadiendo que su exploración de estos temas musicales “nació de una experiencia que tuve hace años en la que no me sentí bienvenida... y estaba muy claro que no lo era”. Esto es quizá una referencia a su aparición en los Premios de la Asociación de Música Country en 2016, cuando interpretó su canción “Daddy Lessons” junto a las Dixie Chicks (ahora las Chicks), otras artistas que entienden íntimamente la experiencia de ser mantenidas a distancia por la oligarquía de Nashville.

No es que el country no sea ágil y poroso cuando quiere serlo. A menudo, el country deja espacio para que los intérpretes blancos adopten y abandonen los atributos del género: por ejemplo, Taylor Swift puede entrar y salir de este modo a voluntad o Zach Bryan ha sido adoptado, en cierto modo, por Nashville, aunque ha evitado identificarse como tal. O pensemos en Jelly Roll, el cantante con la cara tatuada, la mayor estrella del country del año pasado, que había pasado la mayor parte de las dos décadas anteriores como un rapero blanco con un lenguaje agresivo.

En las últimas semanas, Post Malone ha dejado caer pistas sobre su próximo giro hacia el country. Ha sido fotografiado junto a Morgan Wallen, así como también junto a Hardy y Ernest, miembros del extenso universo Wallen. Aunque todavía vive bajo la sombra del incidente de 2021 en el que lo grabaron pronunciando un insulto racial, Wallen sigue siendo la superestrella reinante del género y su popularidad no se ha visto mermada. Mientras Beyoncé y el firmamento de Nashville se miran con recelo, Post Malone y el grupo de Wallen se aceptan entre sí, se dan la bienvenida y se refuerzan mutuamente. (La música country también ha sido una especie de refugio de fácil acceso para estrellas blancas de otros géneros —como Kid Rock, Aaron Lewis o Bon Jovi— que buscan ampliar sus carreras. Incluso Lana Del Rey ha indicado que dedicaría algún tiempo al género en su próximo álbum).

Que Beyoncé haga “Cowboy Carter” no para infiltrarse en el country, sino como una declaración artística y política, debe ser un alivio para quienes, dentro del género, están interesados en preservar sus normas. (Sin embargo, cabe preguntarse, si una estrella blanca del pop equivalente a Beyoncé hiciera incursiones en el country —por ejemplo, Lady Gaga o Katy Perry en su mejor momento—, ¿la recepción sería menos fría?).

Pero cada vez más, están poniendo a prueba el género desde fuera. La radio está cediendo poder a los servicios de transmisión en continuo y existen innumerables puntos de entrada para los artistas country que buscan eludir a quienes controlan el acceso al género. Eso ha supuesto una pequeña bendición para los artistas que no son hombres blancos, que han encontrado a su público de manera más directa, a menudo a través de las redes sociales, y han dejado que los grandes sellos de música country se pongan al día.

Ese ha sido el camino de Tanner Adell, quizá la artista country negra más prometedora en la actualidad, y la que está mejor situada para beneficiarse del interés generado por Beyoncé, gracias a su intuitiva mezcla de country, R&B y pop. Adell tiene más de 650.000 seguidores en TikTok; 480.000, en Instagram; un don para las frases virales y una sana consideración por los significantes de la música country, así como una astuta comprensión de cuándo es el momento de alterarlos.

Sin embargo, quizá sea más revelador el reciente éxito viral de la canción “Austin”, de Dasha —una cantante blanca prácticamente desconocida—, una cancioncilla pegajosa y autoconscientemente “country” que ha impulsado una tendencia de baile en línea en TikTok. ¿Qué canción tiene bastante en común con “Austin”? “Texas Hold ‘Em”.

¿Será Dasha bienvenida como artista country o rechazada como intrusa? La respuesta, cuando llegue, quizá no te sorprenda.

c.2024 The New York Times Company

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