CORRECCIÓN: Cinco mujeres demandan al estado de Texas por su prohibición del aborto

Lauren Miller, quien tuvo que viajar a Colorado para poder abortar a uno de sus gemelos, en casa en Dallas, el 5 de marzo de 2023. (Nitashia Johnson/The New York Times).
Lauren Miller, quien tuvo que viajar a Colorado para poder abortar a uno de sus gemelos, en casa en Dallas, el 5 de marzo de 2023. (Nitashia Johnson/The New York Times).

Cinco mujeres que afirman que se les negó un aborto a pesar de que su vida o la de su feto estaba en peligro presentaron una demanda en contra del estado de Texas el 6 de marzo. Al parecer, se trata de la primera ocasión en que las propias mujeres embarazadas promueven una acción legal en contra de las prohibiciones que impiden tener acceso al aborto en todo el país desde que la Corte Suprema de Estados Unidos anuló la decisión del caso Roe contra Wade.

Las mujeres (dos de ellas evidentemente embarazadas) planean relatar su historia en la escalinata del Capitolio de Texas el 7 de marzo. Sus experiencias, en muchos casos desgarradoras, le pondrán rostro a los “daños catastróficos” descritos en su demanda de 91 páginas que han sufrido las mujeres desde el fallo del tribunal en junio, que eliminó el derecho constitucional al aborto después de cinco décadas.

Es posible que muchos se identifiquen con sus relatos, pues, en general, la opinión pública apoya el aborto legal, en especial cuando el embarazo pone en riesgo la vida de la mujer. El procedimiento, que cuenta con el respaldo del Centro de Derechos Reproductivos, se desarrolla en un momento en que el país batalla para adaptarse a los efectos de la anulación del caso Roe, que ha conducido a la prohibición del aborto por lo menos en 13 estados.

Texas, al igual que la mayoría de los estados que han impuesto prohibiciones, permite que se hagan excepciones cuando un médico determine que existe el riesgo de que la madre sufra un daño “sustancial”. Sin embargo, la posibilidad de recibir sentencias de encarcelamiento de hasta 99 años, multas de 100.000 dólares y de perder la licencia médica tiene tan preocupados a los médicos que prefieren no practicar abortos incluso en los casos que aparentemente permite la ley.

El objeto de la demanda es pedirle al tribunal que confirme que los médicos pueden hacer excepciones y clarifique en qué circunstancias. No obstante, quizá el aspecto más importante sea que convoca al público a expresar su opinión sobre el aborto. Juicios similares relacionados con excepciones, historias sobre mujeres a quienes se les negó el aborto a pesar de los peligros médicos que corrían, han cautivado la atención del público y ayudado a generar interés en torno al aborto legalizado en América del Sur e Irlanda, cuya población es en gran proporción católica.

Las mujeres que interpusieron la demanda contradicen estereotipos en cuanto a quién recibe un aborto y por qué. Estas mujeres, que son casadas y algunas de las cuales ya tienen hijos, se alegraron mucho con la noticia de su embarazo, pero luego se les informó que su feto no tenía ninguna probabilidad de supervivencia (dos no tenían cráneo y otros dos ponían en riesgo la vida de un gemelo).

Lauren Hall, quien tuvo un aborto después de que le informaron que el feto no tenía cráneo y su cerebro no se estaba desarrollando, en Waxahachie, Texas, el 4 de marzo de 2023. (Laura Buckman/The New York Times).
Lauren Hall, quien tuvo un aborto después de que le informaron que el feto no tenía cráneo y su cerebro no se estaba desarrollando, en Waxahachie, Texas, el 4 de marzo de 2023. (Laura Buckman/The New York Times).

A pesar del riesgo que corrían de sufrir una hemorragia o una infección mortal si conservaban al feto, a las mujeres se les dijo que no podían tener un aborto, según describe la demanda. Algunos médicos incluso se negaron a sugerir la opción o enviarle el historial médico a otro doctor.

Las mujeres recurrieron a salir del estado en secreto para buscar tratamiento médico fuera de Texas, preocupadas de que algún familiar o vecino las pudiera denunciar ante las autoridades estatales. En algunos casos, las mujeres enfermaron de tal gravedad que debieron ser hospitalizadas. A una demandante, Amanda Zurawski, le dijeron que su estado no era de gravedad suficiente para ameritar un aborto, aunque sufrió sepsis en dos ocasiones; la odisea le dejó tal cantidad de tejido blando que una de sus trompas de Falopio quedó cerrada permanentemente.

“Nunca te cruza por la mente que vas a necesitar un aborto, y mucho menos un aborto del que dependa tu vida”, comentó Zurawski, de 35 años. “Quienquiera que lea mi historia, sin importar de qué lado del espectro político se encuentre, creo que muy pocas personas dirían que hay algo provida en esta situación”.

Los grupos que se oponen al aborto argumentan que las restricciones al procedimiento no dañan la salud de la mujer, que los médicos pueden ofrecer la atención necesaria para salvar vidas sin necesidad de un aborto y que la legislación solo evita los abortos “electivos”, según la terminología empleada por los grupos, es decir, aquellos cuyo objetivo es ponerle fin a un embarazo no deseado. Según ellos, es una situación muy distinta al manejo de un aborto espontáneo o un embarazo ectópico, situaciones que por lo regular se consideran dentro de las excepciones que permiten las prohibiciones estatales al aborto.

A diferencia de otras demandas promovidas por grupos de defensa del derecho al aborto, el procedimiento interpuesto en Texas no tiene como objetivo anular las prohibiciones al aborto impuestas por el estado. Más bien, le pide al tribunal que confirme que la legislación de Texas les permite a los médicos ofrecer el aborto si el procedimiento es necesario, según su juicio de buena fe, debido a que la mujer sufre un “padecimiento médico con manifestaciones físicas” que no puede tratarse durante el embarazo o vuelve peligroso continuar el embarazo, o bien si el feto tiene algún padecimiento “por el que resulte improbable que el embarazo culmine con el nacimiento de un niño vivo con vida sostenida”.

Las mujeres no están demandando a los médicos que les negaron el aborto; ni siquiera se les identifica por nombre en los documentos. En la mayoría de los casos, las mujeres afirman que los doctores hicieron todo lo que pudieron, pero tenían las manos atadas.

La Asociación Médica de Texas les ha pedido a las autoridades estatales que señalen con más claridad qué excepciones están permitidas. El autor de una de las prohibiciones le escribió a la junta médica estatal en agosto para expresar su preocupación de que los hospitales “quizá estén causando demoras indebidas o les estén prohibiendo erróneamente a los médicos prestar servicios médicos adecuados, incluso para salvar vidas, a pacientes que sufren distintas complicaciones en el embarazo”. Subrayó que, en el caso de las excepciones, los hospitales deben proteger “la vida y las principales funciones fisiológicas de la madre”.

En la demanda se señala que las cinco demandantes tan solo “representan la punta del iceberg”, pues a “millones” de personas en todo el país se les ha “negado un tratamiento digno en condiciones de igualdad como seres humanos”.

Pocos estados han adoptado una postura antiaborto más decidida que Texas, donde se emitió el dictamen del caso Roe original. Incluso antes de que la Corte Suprema anulara la resolución de Roe, Texas aprobó una ley que les permitía a los ciudadanos de a pie demandar a cualquier persona que realizara o instigara y colaborara para la realización de un aborto, con recompensas de por lo menos 10.000 dólares en los juicios con resultados favorables.

Zurawski se embarazó a principios de 2022, tras 18 meses de tratamientos de fertilidad. En la decimoséptima semana de embarazo, un día después de que había hecho la lista de invitados para su fiesta de pañales, un ultrasonido reveló el prolapso de sus membranas cervicales. Algunos especialistas le dijeron que el feto, al que ya veía como su bebé, no lograría sobrevivir.

Los médicos le informaron a Zurawski que solo podrían realizar un aborto si enfermaba de gravedad, si comenzaba el trabajo de parto de manera natural o si se interrumpían las palpitaciones el corazón del feto. Esa noche, estaba en casa cuando se le rompió la fuente; pero cuando llegó a la sala de emergencias, los doctores le dijeron que no estaba en trabajo de parto. Sin el líquido amniótico, el feto moriría, pero el corazón palpitaba todavía. Como los signos vitales de Zurawski eran estables, le explicaron, no quedaba incluida en las excepciones. El hospital la envió a casa.

Zurawski y su esposo, Josh Zurawski, consideraron la posibilidad de conducir 11 horas para ir a Nuevo México, pero les habían dado instrucciones de permanecer a 20 minutos de distancia del hospital de Texas, en caso de que comenzara con el trabajo de parto. Zurawski afirma que le preocupaba tanto violar la ley, que “ni siquiera me sentí segura de buscar opciones en Google. No sabía qué podían buscar y qué no”.

Tres días más tarde, los médicos de nuevo le dijeron al matrimonio Zurawski que no podían abortar legalmente al feto porque el corazón todavía palpitaba. Esa noche en casa, Zurawski presentó fiebre, por lo que su esposo llamó al obstetra para pedir que la ingresaran al hospital. “Pensábamos: ‘De seguro, ahora sí nos aceptarán’”, comentó Zurawski. Alguien del personal de enfermería les informó, según relató, que los médicos necesitarían autorización de la junta de ética del hospital.

A fin de cuentas, llevó a toda prisa a su esposa a la sala de emergencias más tarde esa noche. Ahí, la fiebre se disparó a 39,5 grados. Los doctores confirmaron que sufría una infección sanguínea y le explicaron que su vida estaba en peligro, por lo que podrían inducir el parto sin incurrir en ninguna contravención de la prohibición al aborto en vigor en Texas.

Más tarde esa noche, se presentó una infección secundaria. Los médicos le informaron a Zurawski que debían darle una transfusión sanguínea a su esposa para estabilizarla y poderla trasladar a la unidad de terapia intensiva. Los familiares de la pareja viajaron al lugar, pues temían que Zurawski muriera.

Zurawski salió de terapia intensiva después de tres días y abandonó el hospital después de una semana. Dos meses más tarde, se sometió a una operación para retirar el tejido blando de su útero y las trompas de Falopio, pero los médicos no lograron desbloquear una de ellas.

Ahora, Zurawski está en tratamiento de FIV de nuevo, pero comentó que la experiencia también le dejó secuelas emocionales. “Cada ultrasonido va a ser aterrador… no solo imponente, sino traumático”, dijo. “La última vez que escuché un latido en mi vientre, lo que quería era que parara”.

c.2023 The New York Times Company