Coronavirus. Nicholas Bloom: "Esta pandemia desafía la idea misma de lealtad al trabajo"

Algunos dicen que no, que el coronavirus quedará atrás sin marcar nuestras vidas cotidianas. Y después está Nicholas Bloom, el profesor de economía de la Universidad de Stanford que investiga el presente y futuro del trabajo. Está convencido que esta pandemia cambiará la forma en que trabajamos, afectará la innovación tecnológica y el desarrollo de las ciudades y hasta pondrá patas para arriba el mercado inmobiliario, al punto que dice, sin dudar, que "el Covid-19 es el asesino de los rascacielos".

Desde hace años, Bloom centra sus investigaciones en la evolución del mercado laboral y los efectos de eventos dramáticos como el 11 de Septiembre o la Crisis de los Misiles de Cuba en los comportamientos humanos y sociales. Ahora, con la pandemia, ambos ejes confluyeron en una realidad que puede provocar una "crisis de salud mental" de aquí a unos meses, dice el catedrático inglés, pero que algún día podría resultar "como trabajar desde el paraíso".

Bloom dialoga con LA NACION sobre el impacto del Covid-19 sobre el teletrabajo desde California, donde se encuentra confinado junto a su esposa y sus hijos, a los que cita para sus ejemplos. La más pequeña, explica, se especializa en interrumpir sus conversaciones laborales a través de Zoom o Skype, una vivencia cotidiana que sobrellevan millones de trabajadores alrededor del mundo. Y ése, aclara, es apenas el primero de los cuatro grandes desafíos del "home working".

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-¿El teletrabajo puede tornarse una instancia definitiva o volveremos a la oficina cuando concluya la pandemia?

-Trabajar desde casa puede reducirse a tres fases y en estos momentos estamos en la segunda. La primera se dio antes de que nos golpeara el Covid-19, cuando trabajar desde casa era realmente raro, al punto que en Estados Unidos solo el 2% trabajaba tiempo completo desde su hogar y apenas el 15% trabajó siquiera una vez desde su casa, lo que imagino que puede ser igual o más bajo en la Argentina. Trabajar desde casa era bastante inusual y tenía mala reputación, y si buscas en Google verás que se asociaba a imágenes de personas desnudas o viendo dibujitos animados.

-Las estoy buscando en Google y son.

-¡Son terribles! [Risas]. Pero desde que irrumpió Covid-19 es un mundo completamente diferente. Ahora, el 40% de los estadounidenses trabaja tiempo completo desde sus casas y eso conlleva cuatro desafíos. El primero, los chicos. En mi caso, tengo cuatro y son súper distractores. Cualquiera que tenga niños sabe cuán arduo es trabajar con ellos alrededor. Tuve una conferencia telefónica esta mañana con una empresa de Brasil y uno de los ejecutivos no podía ni hablar del ruido que hacían sus hijos. Los chicos representan un desafío enorme para trabajar desde casa.

-¿El segundo?

-Que apenas uno de cada de tres dice que puede ser 100% eficiente trabajando desde su casa en Estados Unidos. Usted y yo, por las características de nuestros empleos, podemos desarrollar nuestras tareas sin problemas, pero la mayor parte de la economía no está integrada a la nueva realidad, ¡muchísimos empleos no son adaptables a la nueva realidad!

-¿El tercero?

-Contar con el espacio físico, el equipo informático y el wifi adecuados. Mira estas dos fotos [muestra las imágenes de dos jóvenes, una mujer y un varón, escribiendo en sus respectivas laptops, dentro de armarios]. Son personas que conozco y así es como trabajan hoy desde sus casas. Nuestros hogares no suelen estar preparados para que dos personas mantengan conferencias telefónicas al mismo tiempo mientras deambulan los chicos. Conozco gente que se va al jardín, por ejemplo, a buscar algo de quietud. De hecho, sólo el 49% de los estadounidenses tiene una habitación donde pueda trabajar que no sea su dormitorio.

-¿Y el cuarto desafío?

-Mantenerse motivado desde nuestros hogares, sin verles los rostros a colegas o jefes. Es algo depresivo estar todo el tiempo en la misma habitación -o incluso en el mismo lugar donde dormís-, todos los días, uno tras otro. La idea misma de lealtad al trabajo resulta desafiada. Tras todo este año de esfuerzo, cuando volvamos a nuestras oficinas, muchos querrán cambiar de trabajo. Dicho de otro modo: trabajar desde casa por el Covid-19 es muy común pero muy desagradable. Por eso creo que el mundo post Covid-19 es la "tierra prometida", todos estamos apuntando al día en que podamos volver a algo más equilibrado. Mi visión es que el teletrabajo terminará multiplicándose por cuatro con respecto a los números previos a la pandemia, así que si el 5% de los estadounidenses trabajaba algún día a la semana desde sus casas, podría subir al 20%. ¿Cómo sería? Aquellos que podamos trabajar desde nuestras casas, quizá trabajemos así dos días a la semana -¿martes y jueves?- y los otros tres días en la oficina. Y si todo nuestro equipo hiciera lo mismo, sería genial, permitiendo que todos estemos en la oficina los lunes, miércoles y viernes para almorzar juntos, mantener reuniones, dar las presentaciones y reunirnos con los clientes, y los martes y jueves estaríamos en nuestras casas, aprovechando el silencio para concentrarnos en nuestros reportes.

-Firmo ya mismo esa opción.

-¿Y por qué no? Hemos invertido tiempo y esfuerzo durante estos meses, aprendimos a manejar Zoom y otras aplicaciones, conseguimos los muebles necesarios, ajustamos los horarios y a esta altura ya demostramos que podemos trabajar de manera efectiva desde nuestras casas. He hablado con más de 50 referentes laborales, en Estados Unidos, Brasil, Hong Kong, Singapur, el Reino Unido y otros países, y todos están muy contentos de cómo ha resultado esto de trabajar desde el hogar. Resultó una enorme sorpresa positiva. Así que cuando pase la pandemia y encaremos el 2021 con una vacuna, no deberíamos abandonar todo esto, sino volver a algo mejor, combinando lo que debe hacerse en la oficina y lo que puede hacerse desde nuestras casas. Otro factor clave sería que sea opcional. Cerca del 20% de los estadounidenses encuestados respondió que "nunca" le gustaría trabajar desde sus casas y otro 24% dice que le gustaría hacerlo "tiempo completo", mientras que otro 45% oscila por opciones entre ambos extremos, con una enorme variedad de matices.

-¿Cuáles?

-Los jóvenes solteros y sin hijos quieren ir a la oficina, por ejemplo. Recuerde que en Estados Unidos cerca de un tercio de las personas conoce a su esposo o esposa en la oficina.

-Ah, claro, la dimensión social del trabajo.

-¡Exacto! Por supuesto que la Argentina es distinta de Estados Unidos, el Reino Unido o Australia, dado que en su país muchos estudiantes suelen ir a la universidad en la misma ciudad en la que se criaron, y luego se quedan allí para trabajar, pero cuando te mudaste a otra ciudad o al extranjero, tu vida social está muy conectada a tu trabajo. Eso también es una realidad para quienes trabajan en multinacionales. En Estados Unidos puede ocurrir que te críes en Cleveland, estudies en San Francisco y vayas a trabajar a Nueva York, por lo que probablemente no conozcas a nadie en tu primer día de trabajo. Así que trabajar desde tu casa sería muy miserable. Por eso, las premisas "part time" y la posibilidad de optar son clave.

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-Usted también alertó sobre la posibilidad de una "crisis de salud mental" en el mundo laboral. ¿Puede explicarlo?

-Muchas empresas cometerán el error de obnubilarse con la etapa de "euforia" o de "luna de miel" de trabajar desde el hogar, convencidas de que es realmente grandioso y se van a desembarazar de sus oficinas. Pero si hay un consejo para darle a los gerentes -y ayer se lo planteé a una de las empresas más grandes de Brasil-, sería: "No vendan sus oficinas. al menos, no todavía". [Risas]. Veamos cómo evoluciona cuando esto se extienda por seis, ocho meses. Déjeme explicarlo con un estudio que desarrollamos en la agencia de viajes más grande de China, donde enviamos a trabajar desde sus casas a un grupo de empleados durante nueve meses. Los primeros tres o cuatro meses estuvieron muy felices, pero después empezaron a sentirse solos, tristes y deprimidos. Si el Covid-19 se extiende por seis o nueve meses más, creo que la gente estará desesperada por volver a la oficina, y algunos comenzarán a renunciar, haciendo que la productividad pueda colapsar. Así que no creo que este sea el final del trabajo en la oficina. De hecho, cuando vayamos a la oficina, dada la necesidad de la "distancia social", necesitaremos más espacio y muchas empresas están reemplazando sus oficinas en rascacielos por oficinas más pequeñas a las que podés ir con tu auto. El Covid-19 es el asesino de los rascacielos.

-¡Claro! ¡Si hay que subir a un ascensor con muchas otras personas!

-¡Oh, Dios! ¡Es tan horrible! De hecho, conlleva dos grandes desafíos: el primero es llegar hasta la puerta principal recurriendo al transporte masivo, como el subte. Y el segundo es, una vez dentro del edificio, ¿cómo llegar hasta tu escritorio? ¿En un ascensor? Normalmente, cada persona ocupa unos treinta centímetros cuadrados en un ascensor lleno, pero dados los actuales parámetros de "distanciamiento social", debería ser una persona por ascensor. ¡Es imposible! Aconsejarles a los argentinos que empiecen a entrenar para subir por las escaleras no es el mejor de los consejos, ¿no? [Risas]

-Todo esto me lleva a pensar en las derivaciones culturales de esta nueva realidad laboral. ¿Estamos ante un "cambio cultural"?

-Creo que sí. Las ciudades en países como Estados Unidos han estado en ascenso desde los '80. Eso comenzará a revertirse porque las personas les temerán a las ciudades, con otra derivación: si te quedas en tu casa en vez de ir a la oficina, se pondrá complicado para todos los comercios, bares y restaurantes en las áreas centrales de las grandes ciudades como Buenos Aires.

-¿Encuentra alguna razón para sentirse esperanzado?

-¡No quise ser negativo! Pienso que trabajar desde casa es una gran ventaja, en el largo plazo. Antes del Covid-19 era raro, durante la pandemia es duro, pero cuando pase todo esto será como trabajar desde el paraíso. Tendremos dos días a la semana trabajando desde nuestras casas, sin traslado alguno y con los chicos en la escuela, y tres días en la oficina. ¡Será fantástico! Y si manejas para ir al trabajo, imagina también que la congestión de tráfico será menor por la cantidad de personas que trabajará desde sus casas. Lo mismo en el subte.

-En su artículo "¿Es más difícil encontrar buenas ideas?", planteó que el cuadro actual conlleva riesgos para la innovación y la creación destructiva. O, como leí en una entrevista suya, el teletrabajo arrastra una "paradoja" porque "no es tan bueno para la innovación porque es demasiado bueno para la productividad". ¿Cómo es eso?

-Estoy algo nervioso en el corto plazo porque pienso que este año y 2021 serán malos para las nuevas ideas, las nuevas patentes y productos. El iPhone del año próximo, por ejemplo, no creo que sea muy impresionante. Lo mismo con los autos. Y hasta con la música. Por eso creo que el coronavirus será muy dañino para la innovación en el corto plazo.

-Usted estudió las consecuencias de la incertidumbre derivada de eventos como los ataques del 11-S o la Crisis de los Misiles. ¿Qué podemos esperar tras la pandemia?

-Basado en todos los parámetros de medición que tenemos, la incertidumbre está hoy en su mayor nivel histórico. Presenta un desafío enorme para una recuperación rápida. Si querés una reactivación, tenés que lograr que baje la incertidumbre para modificar la curva de la recesión y que tome la forma de una "V", bajando y subiendo rápido. Si no, ¿por qué vas a contratar a alguien o invertir tu dinero o gastar en lo que no sea indispensable? Preferirás esperar. La incertidumbre es, en estos momentos, el verdadero enemigo de una recuperación rápida. ¿Las personas se olvidarán del Covid-19 para 2022 o 2023? No lo creo. Para entonces llevaremos un año y medio de "distanciamiento social" y aún si descubren una vacuna, dados los antecedentes de epidemias anteriores, la gente dirá que otro virus volverá a golpearnos. Por eso creo que esto cambiará la sociedad de manera fundamental.

Biografía

-Nacido en 1973, en Londres, estudió Economía en la Universidad de Cambridge, para luego completar su maestría en Oxford y su doctorado en la Universidad de Londres.

-Trabajó para el Tesoro británico y para la consultora McKinsey antes de comenzar a dar clases en la London School of Economics y recalar, en 2005, en la Universidad de Stanford.

-Receptor de múltiples becas, premios y reconocimientos, también dirige el Programa de Productividad, Innovación y Emprendedurismo de la Oficina Nacional de Investigaciones Económicas (NBER, por sus siglas en inglés).

-Su trabajo centrado en el mercado laboral y los efectos de las crisis en los comportamientos sociales apareció en las páginas de The New York Times, The Wall Street Journal, Financial Times y las principales revistas especializadas del mundo.

Recomendación para aprovechar el tiempo

-Dado que millones de argentinos están forzados a permanecer en sus casas debido a la cuarentena, ¿qué les sugiere para distraerse o, acaso, "aprovechar" el tiempo? ¿Leer libros, ver películas, escuchar música? ¿Qué está usted haciendo en su escaso tiempo libre?

-¿Pueden salir a caminar o correr allá?

-Depende. En algunas zonas del país, sí; en otras, no.

-Uh, eso es duro. En mi caso, he aprovechado para correr un poco más y jugar con mis chicos, y evitar las discusiones con ellos. De hecho, aproveché para jugar al fútbol con ellos, incluso dentro de casa. y mi mujer no está tan contenta con eso [Risas]. Me encanta ver fútbol y soy fan del Tottenham Hotspur, donde jugaron [los argentinos] "Ricky" Villa y "Ossie" Ardiles. ¡Eran fantásticos! Tenemos que aprovechar las oportunidades que nos presenta el Covid-19. Tengo dos hijos adolescentes y veo esto como na oportunidad para pasar más tiempo con ellos antes de que se vayan de casa a estudiar