Coronavirus en la Argentina. "Nadie me preguntó nada", la reacción de los argentinos que llegan a Ezeiza

Pamela Fontana, de 29 años, llegó hoy al país en un vuelo desde Madrid. Está en el hall del Aeropuerto Internacional de Ezeiza y sabe que, como todos aquellos pasajeros argentinos que regresan de una zona de circulación del nuevo coronavirus , tendrá que aislarse durante 14 días. Sin embargo, se encuentra perdida sobre cómo adoptar ese protocolo. "Lo que más me sorprendió fue que al llegar nadie nos explicó, ni tomó ningún recaudo. Solo llenamos un formulario de Sanidad, pasamos por las cámaras que miden la temperatura y listo. Hoy tengo que viajar a Corrientes, y desde acá tomarme un taxi o un colectivo hasta la terminal de Retiro y de ahí el colectivo de larga distancia. Es todo voluntad pura", describe.

Lo mismo le sucede a Santiago, de 24 años, que llego desde Nueva York, junto con tres amigos: "Estuve en Estados Unidos haciendo temporada durante tres meses y tenía pasaje para el 22 de marzo. Pero, al ver que iban a cerrar las fronteras, llamé para cambiar el vuelo y, como me cobraban un tarifa demasiado elevada, tuve que comprar uno nuevo. Terminé viajando con dos escalas vía Brasil. [Al llegar] Nadie me preguntó nada, sólo llené el formulario de Sanidad y ahora me voy en colectivo hasta Retiro, porque viajó para Mar del Plata donde vivo. Por suerte, en mi casa hay un ambiente donde voy a poder hacer la cuarentena y mi familia se está preparando para eso".

En una recorrida por el aeropuerto, según pudo constatar LA NACIÓN, no se ven frascos con alcohol en gel ni toallitas de higiene. Apenas algunos pasajeros, lo más precavidos, usan barbijos.

En algunos locales gastronómicos (que cerrarán sus puertas mañana), todo parece lucir como todos los días. Los cajeros atienden sin guantes. No hay vidrios protectores, ni se usa alcohol en gel. Los pasajeros, que se aglutinan en las dos tiendas cerca de la zona de embarque, comparten mesas, se sientan pegados los unos a los otros, sin respetar los dos metros de separación recomendados. En su mayoría son extranjeros que aguardan el vuelo para regresar a sus hogares.

En los pasillos, los accesos a los baños y puertas de ingreso se ven carteles en los que se leen las medidas de prevención del Covid-19 . En la oficina de Sanidad de Fronteras, no se ve presencia de personal y hay que esperar para ser atendido. Tampoco desde el puesto de taxis ofrecen un servicio especial para los recién llegados u orientan sobre cuál es le mejor protocolo para acatar. LA NACIÓN consultó a Sanidad de Fronteras sobre los procedimientos con los pasajeros, pero aún no obtuvo respuesta.

Decisiones

"Estoy hace más de un día viajando. Me fui a trabajar a Nueva York hace unos meses, pero cuando se desató todo decidí volver. Allá todo está cerrando, la gente siente que es el Apocalipsis y tanta paranoia me hizo regresar. Vine con muy poco dinero, porque hacía días que allá ya no estaba trabajando y al llegar me encuentro sin ninguna ayuda u orientación de cómo realizar la cuarentena", explica angustiada Victoria Meza, de 29 años.

"En Buenos Aires vive mi papá de más de 65 años y es un paciente con riesgo, y en su casa no hay un lugar donde me pueda aislar y tomar los recaudos necesarios. Mi mamá vive en Jujuy, y viajar para allá implica otro vuelo, con todo el riesgo que eso supone. Pero quedarme acá en la Capital es un gasto que no puedo afrontar. No puedo pagar un hotel o un alquiler temporal. Intenté hablar en Sanidad de Fronteras e Información, pero me dejaron hablando sola, no supieron qué decirme y se marcharon", dice Meza.

No quedan muchos pasajeros dentro del área de arribos, pero en el medio de la sala se para dubitativo Andrés Chivel. El hombre de 44 años es de Entre Ríos y trabajó en el exterior. Todo este escenario lo desconcierta porque dice que hay demasiada información, las normas no son del todo claras y la ayuda es escasa. En los Estados Unidos debió comprarse un cuellito de tela (de los que se usan en invierno) ante la falta de barbijos, viajó compartiendo un vuelo que vino lleno y nadie respetó las medidas de prevención. Ya en el país evaluaba qué paso seguir: si regresar a Entre Ríos con su familia donde no tiene un lugar para aislarse o quedarse en Buenos Aires y afrontar el costo que tiene un hotel. Según cuenta, nadie le brindó ayuda o lo orientó sobre cómo seguir.