Copa de Asia: Jordania dio el gran golpe de la mano de su propio Messi, venció a Corea del Sur y jugará la final
Nunca jugó un Mundial. Había participado apenas cuatro veces por la Copa de Asia hasta la actual disputa, ocupa el puesto 87º en el ranking de FIFA y uno solo de sus integrantes juega en una liga europea, pero la selección de Jordania mostró una vez más que el fútbol es el único deporte donde cualquier resultado es posible. Derrotó por 2-0 a la poderosa Corea del Sur (23º en dicha lista) y se metió en la final del torneo asiático de naciones que se desarrolla en Qatar, donde se enfrentará con el ganador del encuentro entre el equipo local e Irán.
Absolutamente nadie, ni el más estudioso de los expertos, tenía a Jordania entre los favoritos para estar el próximo sábado en el mismo estadio, el Lusail, que tan buenos recuerdos les trae a los hinchas argentinos. Los “Guerreros del Desierto” no figuraban en las apuestas por antecedentes ni por nivel previo al torneo. Pero contra todo pronóstico, y alentados por la mayoría de los más de 40.000 hinchas que colmaron el campo Álman-bin-Ali, no sólo vencieron a los coreanos, sino que además lo hicieron acumulando los méritos suficientes para lograrlo.
El nombre de Musa Al-Tamari dice muy poco a la inmensa mayoría de los simpatizantes del fútbol mundial. Nacido hace 26 años en Ammán, la capital de su país, este delantero que tiene más facilidad para moverse por la banda derecha que por el centro del ataque acumula tres goles y otras tantas asistencias en el francés Montpellier (13º en la tabla de la Ligue 1), club al que llegó en esta temporada procedente del belga OH Leuven. Pero más trascendente que estos datos es el hecho de que sus compatriotas lo consideran “el Messi jordano”, y como el Messi auténtico, además de ser zurdo y vestir la camiseta número 10, condujo a su equipo a la final.
A los 8 minutos del segundo tiempo, Al-Tamari anticipó un pase horizontal en la mitad de la cancha, se abrió hacia la izquierda y filtró el balón justo hacia el sector opuesto. Por ahí iba Yazan Al-Naimat, su compañero de delantera, jugador del qatarí Al-Ahli y aquél a quien el arquero coreano le había ahogado el grito sobre el final de la primera etapa tras una apilada monumental en el área. Yazan definió con calidad e inauguró el marcador. Trece minutos después, Al-Tamari culminó su obra. Recibió volcado sobre la derecha, gambeteó con freno y salida a In-Beom-Hwang y se ganó el espacio para el remate. Desde fuera del área su zurda dibujó el mismo disparo del Messi original para clavar la pelota junto al palo derecho y asegurar el triunfo más importante de la historia del fútbol jordano.
Nacido como “Transjordania” en 1946, el país no tuvo una selección nacional hasta 1953, cuando debutaron los Juegos Panarábicos, y desde entonces su mayor éxito hasta la fecha era alcanzar el repechaje en las eliminatorias para el Mundial Brasil 2014. En él se encontró con Uruguay, que resolvió todo con un 5-0 en Ammán. La revancha en Montevideo fue un 0 a 0 sólo para las estadísticas.
Tampoco esta ocasión parecía destinada a quedar en los libros. La nómina de jugadores no presagiaba grandes festejos. Con mayoría de hombres del fútbol local, salvo Al-Tamari ninguno de los “extranjeros” participa en ligas calificadas. Sus clubes se hallan en Líbano, Malasia, Libia, Qatar, Irak y Arabia Saudita, destinos que no suelen figurar en el mapa de la atención futbolística planetaria. Ni siquiera las actuaciones de los últimos meses invitaban al entusiasmo. En las eliminatorias para la Copa del Mundo 2026, Jordania empezó con un empate in extremis en Tayikistán (1 a 1) y una derrota por 2 a 0 como local frente a los saudíes.
Quizá la presencia de un director técnico que posee una buena cuota de títulos fuese el único ítem en favor. Hussein Ammouta, marroquí de 54 años, no registra en su currículum ningún paso por el fútbol de alto nivel, como jugador ni como entrenador, pero en este rubro ya sabe lo que implica ganar la Copa de África (2020, con la selección de Marruecos) y la Champions africana (con Wydad Casablanca), además de varias ligas y copas en su país y en Qatar.
Compacto de Jordania 2 vs, Corea del Sur 0
En la cita continental, Ammouta presentó un equipo que, básicamente, salió a jugar sin miedos y con un loable espíritu ofensivo. Comenzó arrasando a Malasia (4 a 0), logró el pase a los octavos de final empatando contra Corea del Sur (esta última alcanzó el 2 a 2 gracias a un gol en contra en el minuto 91), y cerró la etapa de grupos reservando jugadores, lo que le costó la derrota por 1 a 0 ante Baréin. Después vendría lo mejor. Para empezar, un milagroso 3 a 2 frente a Irak. El encuentro llegó al minuto 90 con ventaja para los iraquíes, pero Yazan Abu al-Arab estableció la igualdad en el 95 y Nizar Al-Rashdan marcó el tercero en el 97. Más tarde, un 1 a 0 a Tayikistán en los cuartos de final, y esta victoria en el nuevo choque con los surcoreanos.
En la conferencia de prensa previa a la semifinal. Ammouta había resaltado la concentración en los aspectos tácticos, el sacrificio colectivo y la atención en los detalles como claves para alcanzar el partido decisivo. Pero sobre todo, hizo hincapié en el “hambre de gloria” de sus jugadores. Ese ímpetu los llevó a dominar durante buena parte de los 90 minutos a un rival individualmente superior, con hombres consagrados en Tottenham y PSG, como Heung-Min Son y Kang-In Lee (esta vez no jugó Min-Jae Kim, defensor de Bayern, por acumulación de tarjetas, y su ausencia resultó notable).
Si el fútbol resulta tan fascinante lo es, entre otros motivos, porque no hay otro deporte en el que sea tan frecuente hacer añicos los pronósticos. Esta vez le tocó hacerlo a Jordania, tal vez porque entre sus cartas cuenta con su Messi particular. A Musa Al-Tamari se encomendarán el sábado los hinchas que se retiraban del estadio cantando que “Asia es jordana” mientras soñaban con el mayor y más asombroso de los festejos.