Las conversaciones nunca escuchadas de Pablo Escobar: un pódcast revela los audios del espionaje al capo colombiano
Conocer a Pablo Escobar, el narcotraficante y líder del Cártel de Medellín en Colombia, desde su propia voz, a partir de audios obtenidos mediante espionaje telefónico, es lo que ofrece Pablo Escobar: Escape de la Catedral, un pódcast que reconstruye la historia de la entrega, fuga y muerte de uno de los hombres más poderosos del mundo en la década de los 80.
Las cintas secretas que contiene la serie de nueve episodios fueron proporcionadas de manera anónima a Detective, la compañía productora del pódcast; provienen de conversaciones que fueron grabadas por la policía colombiana con los elementos de interceptación de la época y desde aviones espía que “patrullaban” sobre Colombia con autorización del gobierno para interceptar las conversaciones de Escobar.
El periodista colombiano Daniel Coronell, quien narra el pódcast, cuenta que el narcotraficante era un hombre muy astuto en el manejo de sus comunicaciones para evitar que fueran codificadas y entendidas. Usaba dos líneas telefónicas que iban a dos centrales distintas: por una hablaba y por la otra escuchaba, lo que le permitía, pese al espionaje, no revelar sus planes.
Era un interrogador notable, era imposible que sus hombres le mintieran y muchas de sus conversaciones también eran en clave, comenta.
“Los audios nos muestran el lado más monstruoso de la personalidad de Escobar, tirano, irascible, intolerante, homofóbico, pero también a la persona detrás del monstruo, sensible al dolor de los pobres, brillante estratega, un verdadero genio del mal y a la vez devoto padre e hijo”, expresa Coronell.
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A través de la voz de quien es conocido como el mayor fabricante y distribuidor de cocaína del mundo, se puede conocer su obsesión por el control, lo meticuloso que era en sus estrategias y la forma en la que operaba a través del teléfono, su principal arma de guerra.
Para entender las grabaciones telefónicas hay otras voces que son necesarias y aportan mayor contexto. Hay entrevistas con el expresidente colombiano César Gaviria (1990-1994), militares, espías, agentes de la DEA, custodios, historiadores, periodistas, víctimas y familiares del mismo capo, como su hermana y uno de sus sobrinos.
Las entrevistas a periodistas permiten dimensionar cómo era reportear sobre el narco en esos años y cómo el papel de un periodista fue central en la negociación de la entrega de uno de los hombres más buscados del mundo.
En 1991, Escobar comunicó a Luis Alirio Calle que había decidido incluir a un periodista en el grupo de personas que estarían en el momento de su entrega ante las autoridades. “Quiero que ese periodista sea el más honesto de todos, deseo que sea un defensor de las causas sociales”, le escribió en una carta.
Fue así que el periodista Alirio Calle fue testigo de uno de los momentos más significativos de la historia de Colombia, y en el pódcast narra cómo fue la entrega del narcotraficante y como él y un sacerdote fueron piezas clave.
“Sentir nuevamente los miedos que se sentían en esa época y la decisión de hacer periodismo en ese momento sin saber si íbamos a regresar a casa fue muy conmovedor, pero también una gran oportunidad de mirar con la perspectiva de los años esas primeras coberturas que marcaron a una generación”, dice Coronell a Animal Político.
Para Coronell, a quien le tocó ver el asesinato de varios de sus colegas —ya que los medios estaban entre los blancos favoritos de intimidación del narcotraficante—, tener acceso a estos materiales fue como hacer un examen forense de la historia.
“Los reporteros generalmente trabajamos sobre realidades que están muy vivas y que no se detienen, no hay forma de que pares un segundo. Este es un ejercicio distinto, significa investigar sobre hechos que se detuvieron en un punto pero que siguen teniendo consecuencias en la historia de muchos países, hay muchos fenómenos asociados al poder y al narcotráfico”, señala.
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“Prefiero una tumba en Colombia”
Escobar obtuvo un amplio control sobre la policía, el Ejército y gran parte del gobierno colombiano mientras manejaba una red internacional de tráfico de cocaína. Doblegó al Estado y logró imponer sus reglas, y esta serie profundiza en esa historia.
“Prefiero una tumba en Colombia antes que una celda en Estados Unidos”, era la máxima de Escobar y así se le escucha decir.
El capo había puesto como condición para entregarse a la justicia prohibir la extradición de los colombianos a Estados Unidos. El 19 de junio de 1991, se entregó a las autoridades e ingresó a la cárcel La Catedral, una prisión hecha a su medida ya que él mismo la mandó construir. Ahí siguió manejando sus negocios ilícitos y viviendo entre comodidades.
En Pablo Escobar: Escape de la Catedral, la hermana del capo y su sobrino dan detalles de cómo era la prisión, en la que incluso había un panda, contaba con canchas de futbol, bar, salas de billar, gimnasio, armas y mujeres. Desde ahí manejaba su imperio.
“Esa gonorrea nos persigue a nosotros dizque porque somos delincuentes y resulta que esos hijos de puta son torturadores, secuestradores, asesinos, viven pidiendo billete y creen que uno es huevón, creen que porque uno ha estado calmado no tenemos con quién pelear, estos bobos hijos de puta, bobos, maricas, ojalá me estuviera oyendo esa gonorrea hijos de puta para que vean la mata que les voy a pegar, de todas maneras el que ríe al último ríe mejor”, dice en uno de los audios interceptados.
Tiempo después, el asesinato de dos socios de Escobar puso en jaque al gobierno del presidente Gaviria. Y lo hizo con especial saña, según relata el exmandatario.
“Voy a decir algo que suena un poco escandaloso y que se ha ido filtrando a lo largo de los años. Tenemos bastante confirmado que Escobar se comió a sus antiguos socios, no él, pero los asó, los puso en una parrilla y la gente fue a creer que era carne y eran sus antiguos socios”, declara.
El teléfono, su talón de Aquiles
En la madrugada del 22 de julio de 1992, cuando el Ejército nacional logra entrar a La Catedral para cambiarlo de sitio y tras un intento de secuestro de altos funcionarios, se encontró con una sorpresa: Escobar se había fugado en complicidad con guardias y militares.
El gobierno colombiano había quedado muy mal ante la fuga y todos se culpaban entre sí, militares a gobiernos, policías a militares… pero cada vez más acorralado, el líder del Cártel de Medellín cometió errores en sus intentos por sacar a su familia del país, que provocaron que fuera localizado.
El 2 diciembre de 1993, el capo tuvo una llamada con su hijo que duró más tiempo de lo que debía para mantenerse a salvo.
Coronell indica que, así como el teléfono fue su arma de guerra, ya que a través de él podía ordenar crímenes y hacer negocios multimillonarios, también fue su talón de Aquiles, porque a través del teléfono lo ubicaron.
A 30 años de su fallecimiento, no se sabe a ciencia cierta quién lo mató: la versión del gobierno señala que fue un policía. Un paramilitar y narcotraficante, Diego Fernando Murillo, conocido como ‘Don Berna’, asegura que la bala que perforó el cráneo de Escobar la disparó su hermano.
La versión de su hermana indica que se suicidó y en uno de los episodios narra cómo vivió el día de su muerte.
Coronell cuenta que entre los audios que más lo impactaron es cuando Escobar habla sobre volar con explosivos el periódico El Tiempo; también, cuando celebra el asesinato del candidato a la presidencia Luis Carlos Galán y dice que va a matar a su sucesor, César Gaviria, y a su vez, cómo en momentos se muestra débil y acorralado.
Si el periodista pudiera conversar con el exlíder del Cártel de Medellín, dice que trataría de explorar qué lo llevó a hacer tanto mal teniendo una mente excepcional, y cuestionaría su visión de lo que ha pasado a tres décadas sin él, si realmente cambiaron las cosas o no, y si piensa que fueron tiempos difíciles los de Escobar en comparación con lo que se viven hoy.
Las productoras Exile Content y Detective se unieron para contar la historia del capo desde el momento de su fuga de La Catedral hasta su muerte. Dirigido y escrito por Diego Rabasa y Pedro G. García, el pódcast es una serie original y exclusiva de Spotify, cuyo proceso de investigación duró un año y medio.
Diego Enrique Osorno participó como productor ejecutivo; la narración en español estuvo a cargo del periodista Daniel Coronell, mientras que la versión en inglés es del periodista Jorge Ramos.
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