Los convencidos de las teorías conspirativas y los renuentes a vacunarse tienen un nuevo blanco: la ingeniería climática

Prueba de un sistema de abrillantamiento de nubes en Alameda, California, que causó protestas aunque el propio examen de la ciudad determinó que el experimento era inocuo, el 2 de abril de 2024. (Ian C. Bates/The New York Times))
Prueba de un sistema de abrillantamiento de nubes en Alameda, California, que causó protestas aunque el propio examen de la ciudad determinó que el experimento era inocuo, el 2 de abril de 2024. (Ian C. Bates/The New York Times))

A primera vista, lo que ocurrió en la legislatura de Tennessee esta primavera parecía un poco extraño.

Los legisladores republicanos presentaron un proyecto cuyo objetivo era prohibir la ingeniería climática solar, que consiste en rociar aerosoles a la atmósfera a fin de bloquear parte de la radiación del sol. Ahora que el cambio climático está causando una elevación en las temperaturas terrestres, cada vez hay mayor interés en la ingeniería climática (o geoingeniería) como opción posible para enfriar al planeta. Por desgracia, sigue siendo una opción teórica en realidad, pues no hay pruebas de que nadie en Tennessee planee probarla.

La principal testigo que expresó apoyo a la prohibición fue una doctora sin ninguna capacitación fidedigna en ciencias atmosféricas que sostuvo falsamente que se han realizado proyectos de ingeniería climática en todo el país. Los demócratas ridiculizaron el proyecto por considerarlo absurdo e intentaron hacerle modificaciones como añadir menciones de yetis, pie grande y “sasquatch” para demostrar que tenían toda la razón.

No obstante, la prohibición se aprobó sin ninguna dificultad en la legislatura. El gobernador republicano Bill Lee la firmó, y así convirtió a Tennessee en el primer estado en prohibir la geoingeniería.

Tras bambalinas, el proyecto se derivó del cabildeo de activistas conocidos en círculos republicanos por sus acciones de combate a las órdenes de vacunación.

“Aprovechamos las conexiones y buenas relaciones que habíamos construido en los últimos dos años en torno a la libertad médica”, explicó en un pódcast Danielle Goodrich de East Tennessee Freedom, que se describe como un “grupo de patriotas, mamás osas y cristianos conservadores”.

Desde hace varios años, el debate en torno a la ingeniería climática se ha limitado, en general, a académicos y ambientalistas, quienes concuerdan en que el cambio climático es una amenaza existencial, pero difieren en cuanto a si los humanos deberían buscar opciones para mitigarlo que involucren manipulaciones de los procesos naturales.

Algunos, entre los que se cuenta el distinguido geofísico David Keith, argumentan que la ingeniería climática podría salvar vidas y los experimentos al aire libre son necesarios para comprender sus beneficios y riesgos. Otros, como la organización sin fines de lucro Friends of the Earth, opinan que la geoingeniería solo distrae de la necesidad urgente de reducir la contaminación que está calentando al planeta. Además, les preocupa la falta de normas internacionales para garantizar que esos experimentos se realicen en condiciones justas y seguras.

Ahora, a esos críticos se les han sumado grupos de un sector muy distinto de la sociedad estadounidense: los renuentes a vacunarse, los defensores de las teorías conspirativas y organizaciones como East Tennessee Freedom, que parece estar motivada por una profunda desconfianza del gobierno y no por una situación que Goodrich describió como una “supuesta crisis climática”.

Estos nuevos opositores a la ingeniería climática han recibido apoyo de los republicanos de ultraderecha. Desde enero, los legisladores de más de seis estados han presentado proyectos de ley similares con el objetivo de prohibir la geoingeniería de manera preventiva.

“La política de la ingeniería climática es de lo más extraña”, comentó Benjamin Day, activista con mucha experiencia que pertenece al equipo de clima y energía de Friends of the Earth. Indicó que le parecía extraño compartir objetivos con grupos cuyo propósito es desacreditar al gobierno y que reflejan una postura que describió como “separación de la verdad”.

Algunos investigadores sostienen que una prohibición de la ingeniería climática que abarque experimentos preliminares ataría de brazos a los científicos. Una agencia científica británica señaló este mes que planea aportar 75 millones de dólares para probar tecnologías de geoingeniería, incluidos experimentos al aire libre, pues si no se hacen pruebas físicas, “no será posible hacer juicios adecuados” sobre la factibilidad y seguridad de la ingeniería climática.

“Ahora que hay más presión para encontrar formas de manipular el planeta con ingeniería climática, más nos vale contar con conocimientos científicos que nos permitan tener un panorama lo más claro posible de los beneficios y desventajas que podría tener, antes de tomar decisiones”, comentó Fred Krupp, presidente de Environmental Defense Fund, que este año destinó millones de dólares al financiamiento de investigaciones de ingeniería climática.

La campaña nacional para prohibir la ingeniería climática se originó en Rhode Island en 2014, cuando una legisladora volteó al cielo y vio una conspiración.

Karen MacBeth, representante estatal y educadora, propuso un proyecto de ley que establece sanciones como multa o cárcel para cualquier persona que deliberadamente participe en acciones de geoingeniería en Rhode Island, pues estaba convencida de que podría dañar el suelo, el agua y la calidad del aire. MacBeth piensa que fue la primera legisladora estatal del país en proponer este tipo de prohibición.

El texto del proyecto de MacBeth incluía una lista de los posibles efectos secundarios que creía que podría tener la geoingeniería, como cambios en los patrones de precipitación, más lluvia ácida, daños a la capa de ozono de la Tierra y paneles solares menos efectivos.

En una entrevista, MacBeth, que dejó el cargo en 2017, le atribuyó sus preocupaciones con respecto a la ingeniería climática a algo que ni siquiera se menciona en su proyecto: estaba segura de que alguien ya utilizaba aviones para emitir deliberadamente sustancias químicas al aire.

“De niños, mirábamos al cielo y veíamos nubes enormes y un color azul brillante”, compartió MacBeth. “Pero de repente comencé a ver que los aviones dejaban estelas que no desaparecían”.

Le preocupaba que esas estelas fueran de una sustancia dañina. “Ahora ocurre en todo el mundo”, añadió.

Esto que cree MacBeth se conoce como la teoría conspirativa de las estelas químicas o “chemtrails”, según la cual los aviones emiten secretamente estelas de sustancias químicas peligrosas en vez del vapor de agua que por procesos naturales liberan los motores de los aviones como condensación y se convierte en estelas visibles de cristales de hielo en el aire frío. No existen pruebas que respalden la teoría de las estelas químicas, la cual tiene muchos adeptos gracias a las redes sociales.

MacBeth, que era demócrata y ahora es republicana, presentó su proyecto en repetidas ocasiones, pero nunca obtuvo un voto. Después de que abandonó el cargo, otros legisladores de Rhode Island tomaron la estafeta de su causa y siguieron presentando el proyecto.

La campaña contra la ingeniería climática recibió impulso después de junio de 2023, cuando la Casa Blanca, conforme a instrucciones del Congreso, divulgó un programa de investigación federal sobre geoingeniería solar. La administración de Biden dejó muy claro que la investigación federal en el tema de la geoingeniería todavía es limitada. Pero el informe indicó que los experimentos al aire libre, además de modelos informáticos y estudios de laboratorio, podrían ser valiosos.

Eso bastó para inundar la plataforma social X con publicaciones burlonas y provocar titulares en medios de comunicación conservadores del estilo de “El informe de la Casa Blanca sugiere cierta apertura a la manipulación de la luz solar para evitar el cambio climático”.

A partir de enero, varios legisladores republicanos presentaron proyectos de ley que buscan prohibir la geoingeniería en Nuevo Hampshire, Tennessee, Kentucky, Dakota del Sur, Minnesota, Ohio, Carolina del Sur y Pensilvania. La mayoría de esos proyectos de ley son similares a la legislación aprobada en Rhode Island.

El único éxito de la campaña hasta la fecha ha sido Tennessee. Quien testificó más veces a favor de la prohibición fue Denise Sibley, internista en Johnson City, Tennessee, y fundadora del grupo que se convirtió en East Tennessee Freedom.

Sibley les dijo a los legisladores que había proyectos de ingeniería climática en todo el país y señaló que el informe de la Casa Blanca era prueba de ello, aunque el documento no dice nada así.

Prueba de un sistema de abrillantamiento de nubes en Alameda, California, que causó protestas aunque el propio examen de la ciudad determinó que el experimento era inocuo, el 2 de abril de 2024. (Ian C. Bates/The New York Times))
Prueba de un sistema de abrillantamiento de nubes en Alameda, California, que causó protestas aunque el propio examen de la ciudad determinó que el experimento era inocuo, el 2 de abril de 2024. (Ian C. Bates/The New York Times))

‌La prohibición de Tennessee estipula que queda prohibida la “inyección, liberación o dispersión intencional a la atmósfera, por cualquier medio, de sustancias químicas, compuestos o sistemas químicos dentro de las fronteras del estado con el propósito expreso de afectar la temperatura, el clima o la intensidad de la luz solar”.

Esta definición incluye el bombardeo de nubes, una práctica de varias décadas que consiste en inyectarles una mezcla de sustancias químicas a las nubes para provocar lluvias. Augustus Doricko, director ejecutivo de una empresa de bombardeo de nubes, declaró como testigo que la legislación les impediría a los agricultores emplear una herramienta común.

“Si están a favor de privar a los agricultores de Tennessee de la mejor tecnología disponible en otros estados, les pediría votar para aprobar el proyecto de ley tal como está redactado”, Doricko les dijo a los legisladores.

Una de las personas que cabildearon para lograr la aprobación de la ley fue Goodrich, quien describió una campaña nacional contra la ingeniería climática en un pódcast llamado “Rebunked”.

Goodrich afirmó que la geoingeniería es una forma de ejercicio excesivo de poder del gobierno similar a las órdenes de vacunación.

“Experimentan con nosotros sin nuestro consentimiento”, denunció en el pódcast. “Durante la pandemia de COVID éramos emisores de gérmenes sucios; ahora somos emisores de carbono sucio. Pero lo cierto es que ambas afirmaciones son falsas, lo que quieren es violar nuestros derechos”.

Goodrich explicó que East Tennessee Freedom obtuvo un modelo de legislación de una mujer de nombre Jolie Diane, quien opera un sitio web llamado Zero Geoengineering. “Jolie tiene una cantidad maravillosa de información”, afirmó Goodrich.

Señaló que Diane logró que se aplicaran prohibiciones en Nuevo Hampshire, Kentucky y Dakota del Sur, entre otros lugares.

Diane indicó en un comunicado que no podía “revelar información específica” sobre sus interacciones con legisladores estatales. Sibley no respondió a solicitudes de comentarios.

En su sitio web Zero Geoengineering, Diane advierte acerca de otras situaciones que percibe como amenazas, entre ellas, las órdenes de vacunación, la conectividad inalámbrica de quinta generación conocida como 5G y los alimentos modificados genéticamente.

Al parecer, Diane ha emprendido acciones a fin de prohibir la geoingeniería en todo el país por lo menos desde 2018, cuando dio una presentación en una biblioteca de Rhode Island. En una grabación de esa presentación, Diane señala que el Ejército, la CIA y el “Estado profundo” ya rociaban sustancias químicas.

“Utilizaremos este proyecto de ley como modelo y plantilla cuando vayamos a otros estados”, indicó Diane en ese evento. “Planeamos adaptarlo para los distintos estados, de manera que sea específico. Así que ahora también ellos tienen esperanzas”.

c.2024 The New York Times Company