De cómo la contabilidad fue una pieza esencial en el seguimiento de la epidemia de fiebre amarilla de 1800 en Cádiz
¿Cómo se gestionó la emergencia sanitaria que supuso la epidemia de fiebre amarilla en agosto de 1800 en Cádiz? ¿Qué supieron los contemporáneos sobre esta epidemia?
Si quiere conocer el importante papel que jugó la contabilidad en una ciudad donde fallecieron más de 10 000 personas en menos de tres meses, siga leyendo.
¿Cómo y cuándo se obtenía información sobre el número de afectados?
Los párrocos y el ejército reaccionaron rápidamente suministrando a las autoridades cifras y detalles sobre las muertes que producía la epidemia. Sin embargo, esta información era insuficiente.
Para saber más acerca de la evolución de la epidemia, se organizó la recopilación diaria del número de nuevos enfermos, sanados y fallecidos en cada barrio. Se diseñaron e imprimieron papeletas donde registrar estos datos.
Además, en cada barrio, se elaboraron fichas resumen con el total de personas que habían enfermado, sanado o fallecido a lo largo de cada semana y el número de personas que permanecían enfermos al finalizar dicho período.
Esta información procedente de los barrios llegaba primero al contable del ayuntamiento y después a las autoridades municipales.
¿Quiénes ayudaron a los enfermos y cómo?
Las instituciones más poderosas de la ciudad y numerosos habitantes de la misma colaboraron en la ayuda a los enfermos mediante donativos. Los nombres de los donantes y sus aportaciones se hicieron públicos en las cuentas que presentó Fermín Elizalde, tesorero de la epidemia, al ayuntamiento.
Los donativos se materializaron en diferentes tipos de ayudas: médicos y boticarios, alimentos, enseres para la cárcel real y limosnas al vecindario.
La cuenta que se llevó de la distribución de la ayuda expresaba los nombres de médicos, boticarios que atendían a los enfermos y curas que repartían limosnas. Cuando la ayuda consistía en recetas, alimentos o enseres, se indicaba el número de unidades distribuidas.
La publicación de la información sobre la epidemia
La existencia de registros específicos sobre fallecidos y enfermos facilitó la publicación del estado general de la epidemia, fechado el 31 de octubre de 1800.
Para ello, a la información sobre barrios y parroquias se agregó información de hospitales y conventos, procedente de documentos como el estado resumen elaborado por el Hospital de San Juan de Dios.
El estado general incluía dos tablas resumen. La tabla de la izquierda informaba de la cantidad de enfermos, sanados y fallecidos en cada barrio, convento u hospital. La tabla que aparecía a la derecha especificaba el número de fallecidos en cada parroquia o institución según sexos y rangos de edades.
Se cumplía así con la orden del Consejo de Castilla exigiendo información al respecto. Además, el público tuvo conocimiento de su contenido gracias a los 662 ejemplares que se distribuyeron del mismo.
En general, el acceso de autoridades y público a esta información, así como su análisis e interpretación, fueron posibles gracias al saber hacer contable existente en Cádiz en ese tiempo respecto a cómo recoger los datos, sintetizarlos y presentarlos.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation, un sitio de noticias sin fines de lucro dedicado a compartir ideas de expertos académicos.
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Este trabajo ha sido financiado por los proyectos de investigación ECO2008- 06052/ECON, SEJ-2678, SEJ-366 y SEJ-4129.