La consulta infantil y juvenil, indicadores para políticas públicas

El poder legislativo representa a la sociedad, dictamina la vida social con reglas de convivencia, las leyes. El poder ejecutivo, bajo el principio de legalidad, asume lo que la ley le ordena por vía de políticas públicas. La consulta infantil y juvenil (CIJ) nos dice que no acepta el mundo de los libros que jamás se leen, cerebros que nunca piensan, ordenadores lógicos sin analogía, vivencias sin esperanza…; demandan un mundo sin lugar para las derrotas, no acepta rodillas rozadas, rechaza el mundo donde no se acepta la diversidad, la pluralidad.

El mundo de la vida que nos diseña la CIJ es de una convivencia solidaria, en el que libertad y autonomía sean artistas de virtudes y carácter de la vida compartida. En este tejido político, nuestra población infantil y juvenil son los grandes intérpretes del aprendizaje de su vida. En los resultados se muestran sus voces.

Nos dijeron: El 80.99 %, que siempre se les respeta físicamente, el reto es el 9.13 % que dice que nunca; el 82.59 % que nunca le gritan ni violentan, el 1.48 % que siempre; el 90.56 % declara que nunca recibe golpes, el 0.60 % dice que siempre; el 91.24 % que en sus espacios nunca se discute a gritos o a golpes, el 1.32 % dice que siempre; el 87.30 %que es feliz con al abuelo, el 5.88 % dice que le tiene miedo; más de la mitad declaran que se sienten bien en clases presenciales.

Ese nunca que va de 0.6 a 9.1 nos reclama cuidado y acciones. No es ético inutilizar la creatividad de los niños. Vivimos a la velocidad de 300,000 kilómetros por segundo, realidad de alto desarrollo tecnológico. Es preciso crear una pedagogía que impida se pierda curiosidad y creatividad. El conocimiento no puede estar al servicio de una minoría que solo acompaña al poder. No es válido, en una democracia constitucional, que la creatividad esté al servicio de minorías que rumian para que las mayorías no piensen. Esta realidad nos acecha, lo cuidamos o esa oprobiosa amenaza llegará. La consulta nos dice que la educación y la enseñanza son esenciales para cambiar la realidad. Las grandes transformaciones surgen en aulas, en hogares, en calles, en asambleas culturales, en educación… La política solo señala rumbos, los gobiernos desarrollan políticas públicas que deberán ser adecuadas.

La ternura de niñez y juventud nos llama a una arremetida de cordialidad, pide aprender con y de ellos. La visión del mundo de cada generación es distinta. Es preciso, buscar el puente de coincidencia entre Christian Nodal, Natalia Lafourcade, Reik, y José María Napoleón, Alfonso Esparza Oteo, Manuel María Ponce, un musical de vida con significados compartidos.

Los indicadores positivos de la vida compartida infantil y juvenil nos dicen que, a pesar de las narrativas y vídeos a tiempo real del crimen organizado, nuestra sociedad se inmuniza y sigue su ética civil indicadores que nos piden no dejar llegar la normalidad para seguir cultivando la excepcionalidad.

El mundo infantil y juvenil de Aguascalientes apela a la razón práctica para entender, su relación ideológica y utópica, su crítica y convicción, su disenso de las ocurrencias y su adhesión a proyectos. Reconciliación y expectativa son cartografía del futuro. Esas voces tiernas nos reiteran que nuestra democracia debe ser hospedada por un Estado vigoroso y dispuesto a una sociedad civil crítica, fuerte y saludable, la ética de la vida compartida con instituciones justas.

Nos dijeron: Que la educación empieza antes de la educación básica, se requiere una vuelta a la tuerca de la esperanza, los primeros años de vida en la adaptación que fortalezca el marco de oportunidades en donde estemos todas y todos en ambientes culturales, educativos, profesionales, filosóficos, para juntos superar las desigualdades.

Lo expuesto por la niñez y juventud expresa cómo demandan el futuro, declararon sus prioridades, temores e ilusiones, sus capacidades, su plan de vida. La consulta les facilitó pensar el porvenir, pensándose en el futuro. No tengo duda alguna que el futuro depende en parte de lo que se especule que puede suceder y de qué tan activa o proactiva sea la sociedad al respecto. El discurso infantil y juvenil nos llama, nos convoca a cambiar, hagamos la verdadera transformación, científica, cultural, filosófica, educativa…; son razones de Estado, las instituciones no podemos permanecer indiferentes.

Es preciso impulsar políticas públicas pertinentes. La solución no es la austeridad, las instituciones anémicas no le sirven al pueblo, menos a la infancia y a la juventud, sin presupuestos no hay acción social, ni bienestar, ni crecimiento, ni desarrollo, las instituciones, son el patrimonio del pueblo, no de los gobiernos, este es el cambio cultural que necesitamos, que el progreso, de verdad, nos abrace a todos y no solo a líderes.

¡Escuchémoslos, tomemos en cuenta sus demandas!