¿Cono mediano o grande? Guía de heladerías en Ciudad de México

La heladería original Nevería Roxy es el lugar donde probablemente los habitantes de Ciudad de México, sus padres y sus abuelos tuvieron sus primeras citas. (Adrian Wilson/The New York Times)
La heladería original Nevería Roxy es el lugar donde probablemente los habitantes de Ciudad de México, sus padres y sus abuelos tuvieron sus primeras citas. (Adrian Wilson/The New York Times)

Si quieres conocer el lado más dulce de la capital mexicana puedes hacer un recorrido por estos cinco locales que combinan lo mejor de la tradición e innovación en la preparación de helados.

México no tiene una larga historia con el helado. Las primeras versiones de ese postre que se hicieron en el país eran similares a los conos de nieve, hechos de hielo recolectado de las cumbres de los volcanes del país y transportado en burros y mulas a las zonas urbanas. Con una pizca de sal y fruta mezcladas, estos “raspados” o “nieves”, se preparaban en sabores como lima y guayaba y se vendían en carritos ambulantes que transitan por las calles, tal como se hace hoy.

Eso cambió hace unos 80 años, cuando los capitalinos ya no necesitaban de ese sistema para garantizar su suministro de hielo. Con la llegada del refrigerador, las heladerías comenzaron a florecer en toda Ciudad de México. Hoy en día, puedes teletransportarte desde el presente de la ciudad a su pasado, visitando las heladerías de moda que se alejan de los sabores tradicionales y las tiendas del siglo pasado que permanecen prácticamente intactas con el paso de los años.

A continuación, reseñamos cinco lugares que puedes visitar si quieres hacer un recorrido de helados por la ciudad.

Cometa

“Siempre he pensado en helado”, dijo Julia Ortiz Monasterio sobre los orígenes de Cometa, la heladería artesanal que abrió hace cinco años en la colonia Roma. Utilizando casi solo ingredientes locales (hasta el azúcar), Cometa se especializa en elaborar sabores típicamente mexicanos que no se suelen usar en helados.

Cometa, en el interior de una casona del siglo XIX, se especializa en sabores mexicanos por excelencia que no suelen utilizarse para hacer helados. (Adrian Wilson/The New York Times)
Cometa, en el interior de una casona del siglo XIX, se especializa en sabores mexicanos por excelencia que no suelen utilizarse para hacer helados. (Adrian Wilson/The New York Times)

Una especialidad de septiembre, el sabor de maíz en tonos celeste, elaborado para celebrar el aniversario de Cometa y el Día de la Independencia de México, se ha convertido en una variedad de culto y clientes de toda la ciudad hacen viajes anuales para comprarlo. Tan apetecible como curioso es el camote (también conocido en otros países como batata, boniato o papa dulce), que se inspira en los carritos ambulantes que venden camotes asados, y cuyo fuerte silbido se ha convertido en uno de los sonidos más reconocibles de la capital. Preparado con camotes de color naranja y morado, el helado es una mezcla cósmica de dos tonos con una base dulce proporcionada por un fuerte chorrito de leche caramelizada. Luego está una variación de la tuna, una explosión de crema y magenta que deriva sus hermosos colores de la flor rosa brillante del cactus de la que está hecha.

“Se me hace mucho más interesante enseñarle a la gente que puedes hacer helado con ingredientes que no esperan”, dijo Ortiz Monasterio desde su pequeña tienda dentro de una preciosa casona de fines del siglo XIX. También es su manera de aprovechar los sabores que hacen que la cultura mexicana sea tan particularmente rica (70 pesos, o alrededor de 4 dólares, por una bola; 105 pesos, o alrededor de 6 dólares, por una doble; Colima 162, Roma Norte).

Heladería Casa Morgana

Al igual que Cometa, Casa Morgana forma parte de una nueva generación de heladeros muy modernos cuyos sabores característicos y no tradicionales han sido aclamados en un mercado de heladerías que, hasta hace poco, estaba dominado por ingredientes europeos convencionales. La sede de Casa Morgana es un local diminuto que está delimitado por una fachada azul brillante en la colonia Juárez, una zona ecléctica que alguna vez fue el barrio aristocrático de Ciudad de México.

Los sabores de temporada de Casa Morgana, un negocio familiar, están elaborados sin colorantes artificiales, grasas vegetales ni conservantes. Kirén Miret, la propietaria, está comprometida a seguir un proceso estricto que aprendió de un maestro del gelato en la región italiana de Piamonte, que consiste en batir lentamente la leche y el azúcar en una máquina italiana especial a la que llama “Ferrari” —tuvo que vender su auto para poder comprarla—, la cual le da su textura sedosa. Aunque preparan más de 220 sabores diferentes al año, semanalmente hay ocho disponibles; puedes probar algunas de sus variedades más exitosas, que incluyen rollo de canela, calabaza y pan de muerto en octubre y noviembre para el Día de Muertos (las bolas individuales varían entre 53 pesos y 65 pesos según el sabor; Milán 36, Colonia Juárez).

Chiandoni

En México, el helado experimentó un cambio de paradigma en la década de 1950, cuando el hielo estuvo disponible y los inmigrantes italianos se establecieron en la metrópoli. El mejor ejemplo es Chiandoni, una heladería que es una cápsula del tiempo que se remonta a 1957, cuando Pietro Chiandoni, un boxeador italiano que emigró a México, abrió por primera vez sus icónicas puertas de cristal.

Chiandoni, cuya ubicación en la colonia Nápoles resultó ser muy acertada, es la definición de la vieja escuela y, gracias a la cristalería intacta, el piso de tablero de ajedrez, las máquinas de refrescos y, lo más importante, las recetas familiares sin cambios, sigue siendo tanto un ejercicio de nostalgia como un deleite para el paladar. Sus opciones más conocidas tienen un aire vintage, como su helado de plátano (45 pesos por una bola), ampliamente considerado el mejor de la ciudad, la malteada de vainilla (40 pesos) y el “souvenir Chiandoni”, con una capa de pastel de vino en el fondo cubierto con mamey, una fruta tropical originaria de la región, y helados de vainilla y avellanas; 44 pesos la porción (Calle Pennsylvania 255, Nápoles).

Nevería Roxy

La Nevería Roxy original en Condesa, cuyos toldos retro de color verde azulado transportan inmediatamente a los visitantes a 1946, cuando abrió por primera vez, todavía atiende en la avenida Tamaulipas (aunque ahora hay otras nueve). Con una fila perenne que sale de la puerta principal, Roxy es el lugar donde los residentes de Ciudad de México, sus padres y sus abuelos probablemente tuvieron sus primeras citas.

Inaugurada por un equipo de marido y mujer, la tienda tiene paredes cubiertas con recortes de periódicos llenos de elogios y fotografías de clientes famosos. Además de los sabores de frutas (prueba el mamey), que se preparan con frutas frescas cuidadosamente seleccionadas en el Mercado de la Merced, como se hacía hace 70 años (46 pesos por una bola mediana, 56 pesos por una bola grande), las especialidades de Roxy incluyen el banana split, el “arlequín”, una mezcla de diferentes sabores servido en vaso, y el Roxy Especial, una delicia de tres bolas hecha con chocolate, fresa y coco, todos a 89 pesos (Avenida Tamaulipas 161, Hipódromo Condesa).

La Especial de Paris

Chiandoni y Roxy no son las heladerías más antiguas de Ciudad de México. En un célebre, y pequeño, local ubicado en el centro histórico se encuentra La Especial de París, una leyenda local que celebró su centenario en 2021. La Especial ha pasado por cuatro generaciones de padres e hijos y ha crecido desde un carrito que vendía helado de vainilla y conos de lima hasta un proveedor de más de 22 sabores en un momento dado.

Es un lugar donde el tiempo se ha detenido, donde los visitantes sienten que nada ha cambiado desde que apareció en famosas novelas mexicanas y era frecuentado por presidentes y celebridades por igual. También es una de las pocas tiendas que vende auténtico helado de vainilla elaborado con vainilla natural. Si miras de cerca, es probable que veas algunas semillas de vainilla en tus bolas de helado. Para quienes quieran dar un paseo por el lado más arriesgado, La Especial de París también vende sabores tan exóticos como tabaco, queso de cabra con pasas bañadas en coñac y aceite de oliva (36 pesos la bola; Insurgentes Centro 117, Colonia San Rafael, 06470).

c. 2023 The New York Times Company