Un condón de hierba podría ser la respuesta al VIH

Seamos francos: a nadie le gusta usar condones. Si no existiesen infecciones de transmisión sexual, seguramente desaparecerían, a pesar de su probada efectividad también como anticonceptivos. Porque en la práctica esa barrera de látex reduce el placer sexual. Ante ese hecho las buenas razones para utilizarlo suelen caer bajo el peso de la ignorancia, los prejuicios y el machismo.

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No solo se trata de conocer los beneficios del condón, sino también de saber usarlo para que sea efectivo (AFP)

Durante décadas las campañas de promoción de salud se han concentrado en la utilidad del condón como defensa contra enfermedades y remedio para evitar embarazos no deseados. Sin embargo, a la urgencia sanitaria no ha correspondido una mejora de los profilácticos. Desde la invención del látex en la década de 1920 poco ha cambiado el producto final. Los sabores, colores y texturas añadidos luego no han resuelto los inconvenientes de este material: el olor, el grosor, su aspecto “quirúrgico”, las reacciones alérgicas que provoca a algunos…

Entonces el gran reto no es convencernos de que el condón ha demostrado un 98 por ciento de efectividad en la prevención de contagios y concepciones. Solo la promesa de que los preservativos no reducirán el placer en una micra transformará las objeciones de hoy en goce futuro.

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La spinifex se encuentra en las zonas costeras de Australia y otros países de Oceanía, Asia y África (Quore)

La hierba australiana

Spinifex. Raro nombre para una marca de condones, pero revelador elemento en la búsqueda de la próxima generación de preservativos. Se trata de una planta utilizada desde hace miles de años por el pueblo Indjalandji-Dhidhanu, en Australia. Un grupo de científicos de la Universidad de Queensland ha anunciado que podría ser la respuesta al reto de revolucionar los profilácticos.

Los aborígenes australianos han empleado las fibras de spinifex para fijar las puntas de las lanzas al asta de madera. El equipo de investigadores no propone, por supuesto, cubrir el pene con hierbas, sino extraer la nanocelulosa que estas contienen. Ese material, mezclado con látex a base de agua, reduciría el grosor de los condones hasta en un 30 por ciento, o más, según Darren Martin, profesor del Instituto de Bioingeniería y Nanotecnología de la Universidad de Queensland.

El látex obtenido mediante este procedimiento sería más fino que un cabello humano. Los expertos australianos creen que su descubrimiento podría aplicarse también a la producción de guantes para cirujanos. La adición de la nanocelulosa también reduciría el costo de producción y en consecuencia el precio de los condones en el mercado.

Pequeña digresión interesante: la Universidad de Queensland ha suscrito un acuerdo con los Indjalandji-Dhidhanu para garantizar que parte de las ganancias por la explotación de la spinifex beneficiará a los aborígenes. ¿No es, acaso, extraordinario que los condones del siglo XXI deban una parte de su éxito a una planta usada por un pueblo milenario?

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La Fundación Bill y Melinda Gates ha apostado por la búsqueda de un condón que ofrezca más placer para persuadir a los escépticos (EFE)

El urgente futuro de los condones

El proyecto australiano recuerda la iniciativa lanzada en 2013 por la Fundación Bill y Melinda Gates. La convocatoria de entonces llamaba a crear condones que aumentaran el placer y estimularan su utilización. Los premios ofrecían un financiamiento inicial de 100.000 dólares, que podía ser incrementado con un millón de dólares adicionales.

A pesar del entusiasmo inicial, ninguna propuesta de las retenidas entonces se ha concretado. Las dificultades para conseguir los permisos de comercialización, en particular los previstos por la Agencia de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA), disparan las necesidades de financiamiento. Las exigencias parecen casi imposibles para las alternativas al látex.

Si bien las regulaciones de la FDA y otros organismos de control protegen la salud pública, también podrían detener la innovación. Paradójico cuando sabemos que apenas el cinco por ciento de los hombres en el mundo usa condones. Entre los adolescentes de Estados Unidos, Canadá, México y Argentina la utilización no rebasa el 70 por ciento.

Mientras, el número de personas infectadas con el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH, causante del sida) aumenta en alrededor de dos millones de casos al año. Los embarazos no deseados alcanzan casi la mitad del total entre los estadounidenses. En Argentina 300 adolescentes paren cada día, ¿cuántas por no haber negociado el uso del condón?