¿Condenarán a Trump a la cárcel? Analizamos casos similares para averiguarlo
En noviembre, después de que los votantes decidan si quieren que Donald Trump regrese a la Casa Blanca, el juez que supervisó su proceso penal podría enviarlo a la cárcel.
Y a pesar de la condición política de Trump, el juez tiene motivos de sobra para hacerlo, según muestra un análisis de The New York Times de decenas de casos similares.
El comportamiento indisciplinado del expresidente en el juicio de Nueva York lo convierte en candidato para ir la cárcel, al igual que su delito grave de falsificación de registros comerciales: en la última década en Manhattan, más de un tercio de estas condenas han llevado a los acusados a pasar tiempo entre rejas, según el análisis del Times. En todo el estado de Nueva York, la proporción es aún mayor: alrededor del 42 por ciento de esas condenas acabaron en la cárcel o en prisión.
La amenaza de encarcelamiento magnifica lo que ya está en juego en las elecciones: Trump se presenta no solo para recuperar la presidencia, sino también para seguir siendo un hombre libre. Aunque el tumulto diario de la carrera presidencial ha ocultado en cierta medida los problemas legales de Trump —es el primer expresidente que se convierte en delincuente y aún se enfrenta a otras causas penales—, sus destinos legales y políticos siguen inextricablemente entrelazados.
Si gana, es casi seguro que Trump evitará el encarcelamiento durante al menos los próximos cuatro años gracias a una antigua prohibición federal, que se espera que respeten las autoridades estatales, de procesar a un presidente en ejercicio. Una victoria de Trump también podría evitar su condena: sus abogados ya han persuadido al juez para que la posponga hasta después de la jornada electoral, y sin duda exigirán un aplazamiento indefinido si se convierte en presidente electo.
Incluso si Trump pierde y es condenado a prisión, podría buscar el confinamiento domiciliario como medida de seguridad tras los múltiples intentos de asesinato. También podría intentar permanecer en libertad mientras apela su condena.
Para evitar por completo el encarcelamiento, los abogados de Trump probablemente argumentarán que se trata de un delincuente condenado por primera vez por un delito no violento, y que un solo día entre rejas lo convertiría en un preso político. También podrían hacer una apuesta por la indulgencia, señalando que Trump tiene 78 años, un factor que podría llevar al juez a imponer la libertad condicional en lugar del encarcelamiento.
Pero Trump se resiste a reconocer un lastre político como su edad avanzada. Y es posible que el juez estricto Juan M. Merchan, que presidió el juicio de siete semanas de Trump en abril y mayo y prometió aplicar "las reglas de la ley con imparcialidad", no le dé mucho respiro.
Desde que Trump fue acusado el año pasado de falsificar documentos para encubrir un escándalo sexual, ha atacado sistemáticamente a Merchan y a su familia. Trump también violó repetidamente la orden de Merchan que prohibía los ataques a los testigos y al jurado, mostrando una descarada falta de respeto por el decoro de la sala y el estado de derecho en general que llevó al juez a citarlo por desacato.
La gestión de Merchan de otros casos sugiere que no se tomará este comportamiento a la ligera. El juez ha impuesto penas de cárcel a otros delincuentes de cuello blanco, incluido el exdirector financiero de Trump. También examina habitualmente el carácter y la conducta de un acusado a la hora de sopesar un castigo.
"Está en su derecho de considerar el comportamiento despectivo de Trump", comentó Martin F. Horn, profesor emérito del John Jay College of Criminal Justice que ha sido director ejecutivo de la Comisión de Sentencias del Estado de Nueva York y dirigió tanto el Departamento Correccional como el Departamento de Libertad Condicional de la ciudad.
El juez, dijo, también tendrá que considerar la recomendación del Departamento de Libertad Condicional, que se reunió con Trump después de su condena y está obligado a elaborar un informe confidencial para ayudar a determinar su castigo. Se espera que los fiscales de la oficina del fiscal del distrito de Manhattan presenten su propia recomendación confidencial al juez en noviembre, unos 10 días antes de la sentencia, y no está claro si tratarán de encarcelar a Trump.
Merchan tiene amplia discreción para elegir un castigo por falsificar registros comerciales en primer grado, un delito grave de clase E, el nivel más bajo según la ley penal del estado. Y aunque Trump se enfrenta a hasta cuatro años entre rejas —cualquier tiempo superior a un año lo cumpliría dentro de una prisión—, los expertos legales dicen que es más probable que el juez lo condene a menos de un año de encarcelamiento, que quizá pasaría en una de las cárceles de la ciudad. O puede que no lo encarcele en absoluto. No hay una condena mínima por su delito, y Trump podría solamente recibir la libertad condicional.
Durante la última década, el castigo más probable para una persona en el estado de Nueva York condenada por un delito grave de falsificación de registros comerciales fue la cárcel o la prisión, según datos de la División de Servicios de Justicia Penal del Estado de Nueva York. Los datos muestran que 204 personas acabaron entre rejas por ese delito, mientras que 174 recibieron libertad condicional y ninguna pena de cárcel.
La revisión del Times de las condenas por registros falsos tan solo en Manhattan -que se basó en datos de agencias estatales y locales y se verificó mediante expedientes de casos recuperados de la oficina del secretario- apoya de forma similar la idea de que Trump podría pasar unas semanas o meses en la cárcel.
El Times encontró 30 casos en Manhattan desde 2014 en los que una persona fue declarada culpable y sentenciada por un delito grave de falsificación de registros comerciales. De esos casos, solo cinco acabaron en libertad condicional y sin penas de cárcel, mientras que 11 supusieron el encarcelamiento.
Los acusados en nueve de los 11 casos eran delincuentes primerizos como Trump y recibieron condenas de entre una semana y 364 días de cárcel, siendo la pena de prisión más frecuente la de seis meses. Los otros dos acusados, ambos condenados anteriormente por delitos graves, recibieron más de un año de prisión.
Todos menos uno de los demás acusados recibieron la llamada liberación condicional, una sentencia que les permite evitar la libertad condicional o la cárcel si cumplen ciertas condiciones, como mantener un empleo o pagar una restitución. El hombre restante solo recibió servicios a la comunidad y una multa.
Trump no es un candidato probable para recibir estos castigos menos graves. A diferencia de Trump, que luchó contra su caso en el juicio y ahora está apelando, casi todas las personas que evitaron la cárcel habían llegado a un acuerdo de culpabilidad, una resolución en la que los acusados aceptan la responsabilidad por sus delitos. Los acuerdos, que permiten al Gobierno renunciar a los gastos y el esfuerzo de un juicio, suelen reducir la condena del acusado. Trump, quien mantiene su inocencia, optó por no acogerse a esa clemencia.
Y Trump, por supuesto, es como ningún otro acusado que deambula por los sombríos pasillos del tribunal del bajo Manhattan donde tuvo lugar su juicio. También está compitiendo en una carrera sin salida por la presidencia, viajando por estados indecisos, celebrando mítines y recaudando dinero mientras lucha contra su rival demócrata, la vicepresidenta Kamala Harris.
Con la sentencia como telón de fondo de las elecciones, Merchan se enfrenta al dilema sin parangón de convertirse o no en el primer juez que encarcela a un expresidente de Estados Unidos.
Michael J. Obus, un juez jubilado de Nueva York que presidió casos de registros falsos durante su etapa en el banquillo y supervisó a todos los jueces que juzgaban casos de delitos graves en Manhattan, calificó la decisión de Merchan de "un tanto atroz".
"Probablemente sea el único caso de este tipo que vea un juez", dijo Obus, que mantiene una relación de amistad con Merchan.
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