Siete conclusiones del discurso del Estado de la Unión del presidente Joe Biden

El presidente Joe Biden pronuncia su discurso del Estado de la Unión ante el pleno del Congreso en el Capitolio de Estados Unidos en Washington, el martes 7 de febrero de 2023. (Haiyun Jiang/The New York Times).
El presidente Joe Biden pronuncia su discurso del Estado de la Unión ante el pleno del Congreso en el Capitolio de Estados Unidos en Washington, el martes 7 de febrero de 2023. (Haiyun Jiang/The New York Times).

WASHINGTON — El martes, el presidente Joe Biden hizo un llamado a la unidad con los republicanos en su segundo discurso del Estado de la Unión, pero prometió no dar marcha atrás en su agenda económica y no ofreció nuevas ideas de gran alcance en un discurso plagado de una letanía familiar de exhortaciones de más de cuatro décadas en la vida política.

Biden, que a sus 80 años es el presidente de mayor edad de la historia, leyó sus comentarios preparados a paso veloz mientras sostenía una que otra discusión en tiempo real con sus adversarios en el Congreso; también utilizó la máxima tribuna de su cargo para enmarcar sus argumentos de cara a una previsible reelección, y dijo que las propuestas políticas republicanas están en desacuerdo con la mayoría de los estadounidenses, al tiempo que se ofreció a trabajar con todos los partidos.

Para Biden, el discurso fue un momento para demostrar a sus seguidores que aún tiene las habilidades políticas para obtener la victoria en 2024, incluso cuando las encuestas muestran que una gran mayoría de los demócratas quieren a alguien de una nueva generación (él tendría 86 años al final de un segundo mandato). Tras algunos tropiezos al comienzo, el presidente se volvió enérgico y combativo e incluso mostró destellos de humor y eficaces réplicas improvisadas a los abucheadores republicanos en un escenario donde la improvisación no es habitual.

Su desempeño podría ayudar a disipar las dudas sobre su vigor como candidato en 2024.

En momentos clave, los republicanos interrumpieron a Biden con gritos de “mentiroso” y con gestos molestos de negación. Pero si el objetivo era poner nervioso al presidente o demostrar su fragilidad, tuvo el efecto contrario. Biden respondió a los gritos republicanos con réplicas afiladas e incluso con sentido del humor en algunos momentos. Cuando los republicanos lo acusaron de tergiversar su deseo de recortar Medicare y la Seguridad Social, el presidente volvió los abucheos contra ellos y se apresuró a decir que se alegraba de ver su “conversión” en este tema.

Para los partidarios de Biden —algunos de los cuales han manifestado sus dudas sobre si es apto para ocupar el cargo otros seis años— el momento fue una oportunidad para imaginar cuál será el desempeño del presidente en la campaña de 2024. Para los asesores de campaña del mandatario, su capacidad para pensar rápido fue sin duda una fuente de alivio.

El presidente Joe Biden habla con los asistentes tras su discurso del Estado de la Unión ante el pleno del Congreso en el Capitolio de Estados Unidos en Washington, el martes 7 de febrero de 2023. (Kenny Holston/The New York Times).
El presidente Joe Biden habla con los asistentes tras su discurso del Estado de la Unión ante el pleno del Congreso en el Capitolio de Estados Unidos en Washington, el martes 7 de febrero de 2023. (Kenny Holston/The New York Times).

Definió su razonamiento para un segundo mandato

En su discurso de una hora, Biden prometió una y otra vez que Estados Unidos necesita “terminar el trabajo”, un argumento apenas velado de que los votantes deberían darle un segundo mandato para hacer justo eso. Casi una docena de veces, se jactó de los logros de su administración (mantener bajos los precios de los medicamentos, aumentar los impuestos a los ricos, hacer asequibles las guarderías y la vivienda, etc.), pero dijo que aún le quedaba mucho por hacer.

Tras dos años en el cargo, la evaluación del presidente sobre el progreso del país tenía la intención de servir de eje para su próxima campaña, fue una manera de establecer los términos del debate, tanto si se enfrenta de nuevo al expresidente Donald Trump como a otro aspirante republicano.

Su agenda es menos ambiciosa en una era de gobierno dividido

Biden regresó en varias ocasiones a una serie de afirmaciones ya conocidas que se han vuelto parte de su rutina presidencial: la promesa de “restaurar el alma de la nación”; la promesa de “construir una economía desde abajo hacia arriba y desde el centro hacia fuera”; los esfuerzos para crear “una economía en la cual nadie se quede atrás”; la crítica a las “grandes empresas tecnológicas” y las “grandes petroleras”; y las referencias a los consejos de su padre para “Joey”.

Sin embargo, no hubo ninguna iniciativa importante en el discurso de Biden, un guiño a la realidad de un gobierno dividido, en el que los republicanos controlan ahora la Cámara de Representantes. Fue un cambio sorprendente respecto de las anteriores comparecencias del presidente ante un Congreso controlado por los demócratas, cuando pidió billones de dólares para cubrir los nuevos gastos destinados a remodelar de manera significativa los programas gubernamentales de atención sanitaria, cuidado infantil, cambio climático, impuestos, infraestructura y otros.

No dio marcha atrás en esas prioridades, algunas de las cuales logró hacer realidad, al menos en parte, en los dos últimos años, y renovó sus demandas en favor de otras. Pero el martes por la noche, su atención se centró en propuestas menos ambiciosas destinadas a intensificar los esfuerzos para curar el cáncer, mejorar la atención de la salud mental, luchar contra la adicción a los opioides y ayudar a los veteranos.

Hizo énfasis en las amenazas a la democracia en casa y en el extranjero

Al final de su discurso, Biden retomó uno de los grandes temas de su presidencia: que Estados Unidos y el mundo se encuentran en un “punto de inflexión” en la historia, con la democracia en juego dentro y fuera del país. Como ya ha hecho otras veces, el presidente relacionó “la gran mentira” sobre las elecciones de 2020 con la guerra en Ucrania, que amenaza la soberanía de una nación europea por primera vez en una generación.

Pero a diferencia del expresidente George W. Bush, que utilizó su discurso del Estado de la Unión de 2002 para declarar un “eje del mal” en vísperas de la guerra de Irak, Biden instó a los estadounidenses a mantener el optimismo y la esperanza para inspirar a los partidarios de la democracia en otros lugares. Tras declarar que “no somos espectadores de la historia”, el presidente dijo que Estados Unidos debe enfrentarse al odio y al extremismo, en referencia al atentado del 6 de enero en el Capitolio.

El presidente alabó la economía con especial atención a los obreros

Biden dedicó la primera mitad de su discurso a describir lo que calificó de progreso económico del país, incluido el récord de 12 millones de empleos creados en los dos primeros años de su presidencia. Repasó los beneficios económicos (muchos de los cuales acaban de empezar a ponerse en marcha) de las leyes que firmó para invertir en infraestructura, manufactura avanzada y fuentes de energía de bajas emisiones, junto con la reducción del precio de los medicamentos controlados.

Pero el presidente insistió en particular en las partes de su agenda que, según él, ayudarán a los obreros, a menudo en zonas del país que han quedado rezagadas en la cambiante economía mundial. Hizo hincapié en el gasto que creará empleos bien remunerados que no requieren un título universitario, lo que supone un claro acercamiento a la amplia franja de electores indecisos en estados como Pensilvania y Míchigan que no se graduaron de la universidad.

Los asesores habían dicho que Biden reconocería en su discurso el continuo deterioro económico que sufren los estadounidenses, sobre todo por el alza de los precios, algo que el mandatario sí hizo hasta cierto punto. Pero dedicó la mayor parte de su energía a tratar de convencer a los trabajadores de los avances que ha logrado la economía durante su mandato y a presentarse como un defensor de sus intereses.

Provocó a los republicanos sobre la Seguridad Social y Medicare

Biden suele arremeter contra los republicanos por los planes de algunos de sus miembros de reducir el gasto futuro en Seguridad Social y Medicare. Volvió a hacerlo en el discurso y, esta vez, provocó a algunos legisladores republicanos para que estuvieran de acuerdo con él en este tema.

Biden comenzó por ridiculizar el plan del senador republicano de Florida Rick Scott, que obligaría al Congreso a reautorizar los programas existentes, incluidos la Seguridad Social y Medicare, cada cinco años. “Algunos republicanos quieren que Medicare y la Seguridad Social desaparezcan”, dijo.

Los republicanos en la Cámara se opusieron rotundamente al comentario. Biden replicó: “Si alguien lo duda, que se ponga en contacto con mi oficina. Les daré una copia”.

Los abucheos y las objeciones de los republicanos subieron de tono. Biden respondió a las críticas del público. Luego declaró la victoria. “Así que, amigos, como parece que todos estamos de acuerdo, la Seguridad Social y Medicare están libres de impuestos, ¿verdad? De acuerdo. Tenemos unanimidad”.

Biden hizo un llamado urgente a la responsabilidad policial

Biden siempre se ha opuesto a las peticiones de que se retire financiamiento a la policía de parte de la izquierda de su partido, pero el martes por la noche aprovechó su discurso para condenar la paliza mortal que la policía le propinó a Tyre Nichols, de 29 años, en Memphis, Tennessee y exhortó con fuerza a una mayor rendición de cuentas por parte de la policía.

“Imaginen que pierden a ese hijo a manos de la ley”, dijo Biden tras señalar que la madre y el padrastro de Nichols, RowVaughn y Rodney Wells, estaban sentados en el palco de la primera dama, lo que provocó una gran ovación. “Imagínense tener que preocuparse de si su hijo o hija volverá a casa después de pasear por la calle, jugar en el parque o simplemente conducir su auto”.

No obstante, en una muestra de su instinto para buscar un término medio, Biden mantuvo el equilibrio entre pedir cambios y expresar su apoyo a la policía, de cuya institución dijo que estaba conformada por “gente buena, decente y honorable”. Pidió que se apoye a las fuerzas del orden con recursos adicionales para aumentar la formación de los agentes.

El presidente tiene limitaciones para reformar los departamentos de policía estatales y locales. Sin embargo, los demócratas y los partidarios de la reforma del sistema de justicia penal presionan cada vez más al presidente para que promulgue leyes que promuevan sus objetivos.

“Comprometámonos a hacer realidad las palabras de la madre de Tyre”, dijo Biden. “Algo bueno debe salir de esto”.

c.2023 The New York Times Company