Cinco conclusiones sobre los detalles de la revocación del fallo Roe contra Wade

Una investigación del Times revela la historia tras bambalinas de cómo la Corte Suprema eliminó el derecho constitucional al aborto. (Erin Schaff/The New York Times; ilustración de Matt Dorfman/The New York Times)
Una investigación del Times revela la historia tras bambalinas de cómo la Corte Suprema eliminó el derecho constitucional al aborto. (Erin Schaff/The New York Times; ilustración de Matt Dorfman/The New York Times)

Para cuando la Corte Suprema revocó el fallo del caso Roe contra Wade el año pasado, ya se había filtrado a la prensa un borrador de la resolución y se había adelantado el resultado. La historia que había detrás de la decisión parecía obvia: el derecho constitucional al aborto de hecho había muerto junto con la jueza Ruth Bader Ginsburg, cuyo remplazo, Amy Coney Barrett, era una de las favoritas del movimiento contra el aborto.

Pero a esa versión le falta mucho para estar completa.

The New York Times reconstruyó la narrativa oculta detrás de este cambio monumental a la ley, gracias a documentos internos, notas de la época y entrevistas con informantes de la corte que tenían conocimiento en tiempo real de los acontecimientos.

Este artículo ofrece una extraña mirada desde adentro del desmantelamiento de un derecho constitucional, con fragmentos de los mensajes internos que se enviaron los jueces entre sí. Estos incluyen un memorando de 2016 sobre cómo debía proceder la corte después de que los senadores republicanos prometieron obstaculizar a cualquier candidato del presidente Barack Obama, y comunicaciones del año 2021 acerca de un caso de “acto de procedimiento judicial” que prácticamente eliminó el derecho al aborto en Texas y provocó una disputa dentro del tribunal.

Aquí presentamos cinco conclusiones.

Barrett rechazó tomar el caso.

Barrett fue elegida por el presidente Donald Trump para asegurar una mayoría calificada de conservadores en la corte. Al principio, en los debates privados de los jueces, estaba a favor de tomar el caso Dobbs contra Jackson Women’s Health Organization, una querella acerca de una ley del estado de Misisipi que prohibía casi todos los abortos después de las quince semanas de gestación. Los jueces Samuel Alito, Neil Gorsuch y Clarence Thomas querían avanzar con rapidez y atender el caso esa primavera.

Barrett señaló que ese momento no era el adecuado —no había estado en la corte ni tres meses— y los demás aceptaron pasar el caso al periodo siguiente.

Pero luego se retractó y votó en contra de atender el caso. Una minoría de la corte, cuatro de sus miembros varones, entre ellos el juez Brett Kavanaugh, le dieron el visto bueno de todas maneras.

La corte tomó distancia del fallecimiento de Ruth Bader Ginsburg.

A sugerencia de Kavanaugh, el tribunal retrasó meses el anuncio de su decisión de atender el caso. Además de posponer el caso para el siguiente periodo, esta demora les daría tiempo para dejar que los jueces observaran otros casos relacionados con el aborto que se estuvieran desarrollando en tribunales inferiores, les dijo a sus colegas.

El presidente de la Corte Suprema, John Roberts, manifestó su preocupación de que pareciera que el tribunal solo había estado esperando a que llegara un nuevo magistrado para impugnar el caso Roe contra Wade. El plan de Kavanaugh, el cual creaba la apariencia de mantener una distancia del fallecimiento de Ginsburg, le dio al público la impresión de que los magistrados seguían debatiendo, aunque ya se había decidido que el caso procedería.

Roberts y Breyer intentaron salvar una parte del caso Roe contra Wade.

El presidente de la Corte Suprema y el juez Stephen Breyer, un conservador y un liberal, trabajaron en conjunto para exhortar a sus nuevos colegas —Barret y Kavanaugh— a que retiraran su apoyo para atender el caso.

Breyer, quien entonces tenía 82 años, apeló a la relativa juventud de estos: todavía les quedaban varias décadas en la corte y, a fin de conservar la confianza que tenía la población en la corte, deberían pensar a largo plazo. “¿Cuál es la prisa?”, preguntaba.

Su afán de llegar a un acuerdo continuó después de que el tribunal escuchó los alegatos orales en diciembre de 2021. Para entonces, Misisipi no solo estaba pidiendo la prohibición del aborto después de las quince semanas, sino alegando que se debería revocar la resolución del caso Roe contra Wade.

La mayor parte del bloque conservador se mostró receptivo, pero el presidente de la Corte Suprema solo quería autorizar la prohibición después de las quince semanas y ya. Debido a las reglas arcaicas de la corte, con un solo voto que quitara, podía imponerse su postura intermedia.

Él y Breyer hicieron llamamientos a Kavanaugh. Si lograban convencerlo, Breyer incluso contemplaba unírseles para apoyar la prohibición después de las quince semanas y dejar que la protección del caso Roe se debilitara y no fuera eliminada.

La filtración inutilizó esos intentos.

Cuando la publicación Politico dio a conocer un borrador filtrado de la opinión mayoritaria de Alito en mayo de 2022, el presidente de la Corte Suprema estaba trabajando en una opinión concurrente que había esperado que convenciera a sus colegas de tener una postura intermedia.

En un comunicado de ese momento, Roberts señaló que “el trabajo de la corte no se verá afectado de ningún modo”. Pero tras bambalinas, la filtración entorpeció el intento de un acuerdo. El presidente de la Corte Suprema incluso dudó en enviar su opinión a la lista de correos electrónicos internos, la cual se había convertido en una lista de sospechosos, y esperó hasta que se adoptaran nuevos protocolos solo sobre papel.

Una tradición de Ginsburg se vio amenazada.

La decisión de Dobbs se publicó el 24 de junio de 2022, la cual revocaba de manera oficial el derecho constitucional al aborto. Los tres jueces liberales, mediante escritos unánimes con opiniones discrepantes, alegaron que el resultado “debilita la legitimidad de la corte”.

Breyer había solicitado que, para honrar la memoria de Gisnburg, quien había usado los disentimientos orales como forma de protesta, se leyera en voz alta desde el estrado un resumen de su disconformidad. El presidente de la Corte Suprema dijo que no, que seguía prevaleciendo la práctica de la era del COVID de solo publicar decisiones por escrito.

Meses después, Gorsuch ejerció presión para eliminar por completo los comunicados de opinión en persona, entre ellos los de disentimientos orales. Alito, Barret y Thomas les dijeron a sus colegas que estaban de acuerdo.

La minoría de liberales se opusieron —“Creo que este sería un momento especialmente inadecuado para eliminar la práctica de leer los disentimientos”, escribió la jueza Elena Kagan a sus colegas— y Kavanaugh los apoyó. Finalmente, la tradición sobrevivió.

c.2023 The New York Times Company