¿Este concierto es el modelo a seguir de un evento ecológico?

Una persona sostiene mercancía creada a través de la iniciativa de reciclaje de moda durante ACT 1.5 en Clifton Downs, en Bristol, Inglaterra, el 25 de agosto de 2024. (Sandra Mickiewicz/The New York Times)
Una persona sostiene mercancía creada a través de la iniciativa de reciclaje de moda durante ACT 1.5 en Clifton Downs, en Bristol, Inglaterra, el 25 de agosto de 2024. (Sandra Mickiewicz/The New York Times)

BRISTOL, Inglaterra — Cuando la banda británica Massive Attack estaba a mitad de una gira por la Costa Oeste en 2019, volando de concierto en concierto, el rapero y cantante Robert Del Naja tuvo un momento de crisis. Teniendo en cuenta todo el carbono emitido al trasladar a la banda y su equipo de un lado a otro, recordó que se preguntaba: ¿Puedo seguir justificando esto?

Poco después, la banda tomó una decisión. Trabajaría con científicos del clima para desarrollar un modelo de gira que tuviera el menor impacto climático posible.

El domingo, Massive Attack organizó un festival de un día de duración para 35.000 personas en Bristol, Inglaterra, donde se originó, para mostrar las medidas de reducción de emisiones de carbono que desarrolló con el Centro Tyndall para la Investigación del Cambio Climático, una organización británica, y A Greener Future, una organización sin fines de lucro dedicada a reducir las emisiones de la industria musical.

Mientras que otros grupos, como Coldplay, han realizado actos llamativos para advertir sobre el impacto del sector en el clima, a veces han ignorado las principales fuentes de emisiones de los conciertos, como los desplazamientos del público y el suministro eléctrico de los locales. Con su presentación del domingo, Massive Attack quiso mostrar cómo abordar todas las partes contaminantes de un espectáculo.

En una entrevista concedida días antes del concierto, Del Naja afirmó que los esfuerzos anteriores de la industria musical por reducir las emisiones no se habían alineado al objetivo acordado por las Naciones Unidas de impedir que la temperatura promedio aumente más de 1,5 grados centígrados, o 2,7 grados Fahrenheit.

“Si lo que se hace no es compatible con 1,5 grados, entonces resulta irrelevante”, señaló Del Naja. “Es simplemente un gesto, una idea. Es no hacer nada”.

Un grupo de personas observa una obra de arte durante ACT 1.5 en Clifton Downs, Bristol, Inglaterra, el 25 de agosto de 2024. (Sandra Mickiewicz/The New York Times)
Un grupo de personas observa una obra de arte durante ACT 1.5 en Clifton Downs, Bristol, Inglaterra, el 25 de agosto de 2024. (Sandra Mickiewicz/The New York Times)

A continuación, Del Naja hizo un recorrido por el recinto del festival para mostrar las cajas metálicas llenas de baterías cargadas con energía eólica y solar que proporcionarían toda la electricidad, así como los camiones eléctricos que transportarían los equipos entre los escenarios. Todo el servicio de comida y bebidas, incluso entre bastidores, será vegano, añadió.

En un momento dado, Del Naja se acercó a una fila de baños portátiles. “¿Ya vieron los baños de composta?”, preguntó. “Son geniales”. Explicó que la banda enviaría parte de los residuos del evento a una empresa que extrae fósforo de la orina.

Los cambios “in situ” supondrán alguna diferencia, pero gran parte de la contaminación de un espectáculo procede de otros lugares. En 2007, el grupo británico Radiohead publicó un estudio que demostraba que los desplazamientos del público eran responsables de más del 80 por ciento de las emisiones de sus giras.

Desde entonces, pocos artistas han conseguido atajar este problema. El equipo de Billie Eilish, por ejemplo, informa por correo electrónico a los poseedores de entradas sobre las opciones de transporte público antes de sus conciertos y, para la reciente presentación de un álbum en Los Ángeles, colaboró con el metro de la ciudad para aumentar los servicios hasta el lugar del concierto, aunque muchos admiradores tuvieron que llegar en auto hasta una estación.

Massive Attack probó varias medidas para fomentar los desplazamientos sustentables el domingo, entre ellas ofrecer a los residentes de Bristol la primera oportunidad de comprar entradas, porque era más probable que fueran a pie o en bicicleta. La banda también negoció con una compañía local de trenes para que ofreciera servicios adicionales. Y contrató una flota de autocares eléctricos para trasladar a los asistentes desde el centro de Bristol hasta el recinto del festival.

El Centro Tyndall publicará un informe este otoño en el que se detallará el impacto climático del evento y Massive Attack incorporará las lecciones del estudio en sus próximos conciertos.

Del Naja dijo que esperaba que los promotores y los recintos también aprendieran algo del experimento. Pero fue realista: en lugares como la costa oeste de Estados Unidos, amante de los autos, las bandas necesitan que los legisladores revisen los sistemas de transporte para que sea más fácil evitar los aviones y los vehículos.

La necesidad de un cambio es cada vez más apremiante, porque los admiradores recorren distancias cada vez más largas para ver a sus ídolos. Numerosos seguidores estadounidenses de Beyoncé, Taylor Swift y Adele volaron a Europa para ver a esos artistas tras no conseguir entradas cerca de donde vivían. “La industria musical tiene que encontrar una solución a esa tendencia”, afirmó Christopher Jones, investigador del Centro Tyndall, “de lo contrario, las emisiones seguirán aumentando”.

El domingo, a pesar de los esfuerzos de Massive Attack, algunos admiradores dijeron en entrevistas que habían venido de fuera del Reino Unido para ver a la banda. Andrés Henríquez, de 26 años, que hacía fila para comprar mercancía, dijo que había volado desde Miami para ver al grupo y que se sentía “egoísta” por ello.

Marianne Hagstrom, profesora de 56 años, dijo que ella y su marido habían viajado en tren desde Gotemburgo, Suecia. “Tenemos que cambiar nuestra forma de pensar”, aseguró Hagstrom. “Los viajes en tren deben ser más baratos para que la gente deje de volar”.

En el extenso recinto no todo eran bajas emisiones de carbono. Muchos de los puestos de comida vegana, por ejemplo, utilizaban tanques de gas portátiles, en lugar de energía renovable, para alimentar sus parrillas. Del Naja dijo que sabía que el evento no era perfecto, pero añadió que el grupo aprendería de las fallas del festival para hacer que los futuros eventos fueran aún más sustentables.

Su mayor temor, dijo Del Naja antes del espectáculo, era que las baterías de la fuente de alimentación fallaran a medio concierto y que la música y la luz se cortaran. Otros miembros de la industria musical tacharían el festival de experimento fallido.

Al final, sus temores resultaron infundados. El domingo, las luces parpadearon y la música retumbó en todo momento y el público parecía contento con las hamburguesas veganas, a pesar de las largas filas.

El único problema fue la lluvia. Alrededor de las 20:30, mientras las luces iluminaban al público, Massive Attack salió al escenario y comenzó a tocar “Risingson”, un oscuro tema electrónico que abre su exitoso álbum de 1998 “Mezzanine”. Mientras la banda tocaba, muchos seguidores vitoreaban, pero otros estaban demasiado distraídos por una repentina tormenta y se apresuraban a buscar impermeables en sus bolsos.

Massive Attack había hecho todo lo posible por combatir el cambio climático, pero no podía hacer nada contra el clima en el Reino Unido.

c.2024 The New York Times Company