Cómo sobrevivir en un crucero Disney entre un ataque de piratas y su sobredosis de amabilidad
Éramos un punto luminoso en medio de la total oscuridad. El único en medio del imponente mar del Caribe. Más de 2,700 almas conteniendo el aliento y volteando hacia el punto más alto del barco. Ahí donde una figura inconfundible salió de la nada y voló por los aires ante los gritos desaforados de niños y adultos por igual. Era Mickey Mouse llevando al límite de la euforia a toda una multitud que tras lo vivido en los últimos días lo difícil no iba a ser callarla, sino bajarla cuando la embarcación tocara tierra.
Nadie está preparado para vivir un crucero Disney. Nadie espera tres días así. Un subidón de adrenalina que va en ascenso desde el minuto uno en el que traspasa las puertas de entrada y lo que viene es una sobredosis de amabilidad y atención personalizada por parte de una numerosa tripulación. 850 personas dispuestas a poner a prueba cada una de las emociones del ser humano, sin importar la edad.
Nada más personalizado que escuchar el nombre de tu familia ser anunciado, vitoreado y aplaudido en medio del atrio principal de un edificio flotante de 11 pisos. De pronto, la estrella central eres tú y tus acompañantes y lo serán durante toda la travesía.
Porque has entrado a otra dimensión. Una en donde las caras sonrientes y solícitas aparecen en cada rincón de ese buque, en este caso el Disney Magic, donde recorrerlo sin perderse es una aventura en sí misma. Y eso que este es el más pequeño. Da vértigo pensar en el Disney Aventure y el Disney Destiny que para el 2025 Disney Cruise Lines incorporará a su flota con una capacidad para 6,000 pasajeros, como parte de un plan de expansión con miras al 2031, fecha en la cual deberá tener un total de 13 barcos, más del doble de los que tiene actualmente.
Lo curioso es que dadas las dimensiones de esta nave, nunca se sufre por las multitudes. Es incluso raro toparse dos veces con alguien, a menos que así lo hayan convenido. Entre 875 camarotes, 2 teatros (sí, dos teatros), tres albercas, dos toboganes, 6 restaurantes, 7 bares, múltiples áreas de juegos, tiendas, zonas exclusivas para menores y otras tantas para adultos, lo extraordinario es volverse a ver entre extraños. Porque además de todo, siempre hay algo que hacer. Y lo mejor de todo es que es de fácil acceso.
La realeza y el trato o truco
Una de las cosas que más entusiasman a bordo es que las atracciones siempre están al alcance de la mano. De pronto uno de los tantos personajes del repertorio de Disney aparece en un pasillo dispuesto a tomarse fotos con quien sea. A veces de forma espontánea, a veces programada, es un ir y venir de gente por pasillos que a la brevedad son engullidos por un salón de spa, una boutique especializada en producir princesas llamada Bibbidi Bobbidi (no mientas, seguro terminaste la frase y sabes de dónde viene) un centro recreativo que emula el cuarto de Andy de Toy Story o que hace interactuar a los pequeños con la tecnología de Ironman, custodiados por el martillo Mjölnir de Thor y Kate, una joven maestra de kínder proveniente de Inglaterra que ahora viaja como parte de la tripulación.
Entre toda ese cúmulo de actividades, es difícil nombrar una como favorita por antonomasia, pero a juzgar por el alboroto que genera, una de ellas es la denominada Reunión Real, donde en un mismo lugar se reúnen las princesas Cenicienta, Ariel, Bella y Tiana, quienes rodeadas de la majestuosidad del lobby principal conviven con quien quiera acercarse sin importar la edad.
No obstante, el momento más esperado por chicos y grandes es la noche temática especialmente diseñada para este viaje. Después de todo, ¿quién ha celebrado una noche de Halloween en alta mar? Ahí, en medio de la nada y flotando, familias enteras se dan cita con disfraces multicolores para repartir y recoger dulces, escuchar la leyenda y ver el encendido de un árbol tenebroso y bailar y saltar con todo el elenco de Disney especialmente ataviado para la ocasión.
Justo es en ese momento, cuando ya caída la noche uno cree que nada puede ser mejor y entonces se da paso a una batalla pirata donde la artillería va cargada de melodías de pop y rock, dependiendo qué tan rudo quieras ser.
Es ahí, justo en ese instante donde hace su aparición Mickey Mouse de forma espectacular, volando desde las alturas para dar paso a una fiesta de fuegos artificiales que, cabe mencionar, sólo pueden ser vistos en un crucero Disney.
De Broadway a la inmensidad del mar
Hemos de ser sinceros. Si algo conmueve y emociona incluso al borde de las lágrimas son las representaciones teatrales que se ofrecen a bordo. No tanto por las historias, pues son conocidas por todos, sino por la espectacularidad y perfección con las que se ejecutan. Tangled, que cuenta la historia de Rapunzel y Disney Dreams – An Enchanted Classic (donde se funden los cuentos más famosos de la compañía) son ejecutadas por bailarines y actores profesionales al más puro estilo de Broadway, en un recinto con capacidad para casi mil personas (hay que verlo para creerlo) donde la incredulidad y el asombro no dan tregua ante la transformación de escenarios que bien puede decirse que es magia pura.
Es un atrevimiento pero hay que decirlo. El viaje valdría por sí solo por estas obras, presentadas en exclusiva sólo en los cruceros Disney, y resulta especialmente atractivo y levanta muchas expectativas que para finales de este año, en el nuevo barco Disney Treasure se estrenara el espectáculo inspirado en Moana, mientras que en el 2025, con el inicio de operaciones del Disney Destiny, la historia de Hércules será presentada en su teatro a bordo.
Un gesto amable a través del paladar
Si algo hay a bordo del Disney Magic es dónde comer. Ya sea comida rápida en las zonas de albercas, donde además se proyectan películas todo el tiempo, en el comedor buffet o en los distintos restaurantes donde las cenas se vuelven algo único.
Uno de ellos es el restaurante Palo, donde la elegancia y el lujo son sus distintivos con vidrios provenientes de Murano en su decoración y máscaras de Venecia en honor al lugar de nacimiento de esta embarcación, pues resulta que fue construida en los astilleros de Fincantieri – Marghera y Ancona, en Italia. El nombre es una referencia a los palos que usan los navegantes de góndolas para mover sus embarcaciones.
Los otros son el Rapunzel’s Royal Table, donde se celebra el cumpleaños de la princesa perdida en una auténtica fiesta con baile incluido; el Lumiere’s, inspirado en la Bella y la Bestia y el Animator’s Palate (pocas veces un nombre calza tan bien al ser traducido: el paladar del animador), donde se puede observar el proceso de dibujo y animación de los personajes más conocidos de Disney para concluir, junto con el postre, con un corto con las escenas más emblemáticas de las películas.
Entre tantos estímulos presentes uno olvida de repente que se encuentra en medio del mar, hasta que sale al exterior y con la brisa en la cara se da cuenta que el complemento perfecto es ese espectáculo visual que sólo es posible ver ahí, navegando a 21 nudos (38 km/h) con la luna iluminando el horizonte o el sol anunciando un nuevo día mientras una estela espumosa va marcado un trayecto que se pierde a la distancia.
Pero todo lo anterior no tendría sentido alguno, incluso con su espectacularidad, si no fuera por el toque humano de la tripulación. El nivel de atención y amabilidad fue quizás la característica más entrañable de este viaje. Y es justo en los restaurantes para cenar donde uno toma una familiaridad intensa con quienes lo apoyan a uno a seleccionar la mejor opción entre las diversas opciones del menú. En mi caso no puedo dejar de reconocer y agradecer los siempre amables gestos de Ana Marija y Shafiq, así como a Shanu, quien subió y bajó conmigo por todo el barco buscando unos cuadros con datos curiosos del Disney Magic que había visto en una de tantas caminatas y con las cuales me había encaprichado al no poderlos encontrar de nuevo en este portento tecnológico de gigantescas proporciones. Al final lo logramos y las compartimos en una infografía más abajo, para dar cuenta de la titánica labor de cientos de personas que siempre estuvieron ahí para crear un viaje memorable.
A estas alturas, en medio de la celebración final de despedida, donde una sorpresa final aguardaba con la aparición de Mickey, Mimi, Donald, Pluto, Goofy, el Capitán Garfio y todas las princesas desbordando glamour, el tiempo empezó a correr al aproximarse el destino final de la travesía, dando cuenta que el reloj de todos se detuvo por días, totalmente abstraídos de lo que pasaba en el mundo por una magia que le hace honor al nombre de este crucero.
Lo dijimos al principio. Lo difícil sería bajar. Y así lo fue.