Colombia también sabe ganar luchando

El lateral derecho colombiano Daniel Muñoz despeja una pelota en la semifinal de la Copa América entre Uruguay y Colombia, en el Bank of America Stadium de Charlotte (Carolina del Norte), el 10 de julio de 2024 (JUAN MABROMATA)
El lateral derecho colombiano Daniel Muñoz despeja una pelota en la semifinal de la Copa América entre Uruguay y Colombia, en el Bank of America Stadium de Charlotte (Carolina del Norte), el 10 de julio de 2024 (JUAN MABROMATA)

Un codazo de Daniel Muñoz pudo haber arruinado el sueño de Colombia de levantar la Copa América. Pero los cafeteros, que llegaron a la semifinal del miércoles descorchando el champán con un 5-0 a Panamá, demostraron contra Uruguay que también sabían ganar luchando.

Otros equipos se habrían hundido al quedarse con uno menos justo antes del descanso, pero esta selección ya no sabe perder, ni siquiera cuando uno de sus mejores jugadores hace lo inexplicable.

Colombia llegaba al final de la primera parte con un botín inesperado. Había aguantado el arranque poderoso de Uruguay, dominador con dos claras ocasiones falladas por Darwin Núñez, y se había adelantado en el minuto 38 gracias a un testarazo de Jefferson Lerma en un saque de esquina botado por James Rodríguez.

Pero quién sabe lo que pasa por la cabeza de los jugadores en estos partidos. Demasiada presión para algunos, demasiados nervios. El lateral Muñoz se ganó la segunda amarilla tras un codazo absurdo al pecho del uruguayo Manuel Ugarte y dejó a los suyos con uno menos en el tiempo añadido de la primera parte.

Quedaba un largo segundo tiempo por delante frente a uno de los equipos más intensos del torneo, el Uruguay de Marcelo Bielsa, puro vértigo. La salvación colombiana iba a depender de su concentración y resistencia, todo un examen de carácter.

Los jugadores de Néstor Lorenzo superaron el reto y dejaron claro que eran mucho más que la seda del pie izquierdo de James, autor de su sexta asistencia el miércoles, o el talento de Luis Díaz.

Ahora tocaba defender la ventaja con el cuchillo entre los dientes y ellos estaban listos para eso.

- Oleadas uruguayas -

"Hablamos mucho en el entretiempo de multiplicar los esfuerzos. A veces 10 pueden hacer el esfuerzo de 12, no de 11, sino de 12, y los muchachos se mataron", declaró el Lorenzo en la rueda de prensa postpartido.

Tras el descanso, el seleccionador sacrificó al extremo Jhon Arias para dar entrada al defensa Santiago Arias. Y a los 17 minutos sustituyó a James, amonestado, por Matheus Uribe. Menos violines y más músculo.

Los cafeteros cerraron filas en torno a su portería y multiplicaron las carreras para contener los avances de Uruguay. Lerma se desvivió para ayudar a sus dos centrales, Carlos Cuesta y Davinson Sánchez.

Y Uribe y Kevin Castaño, entrado por el lesionado Richard Ríos, lograron frenar a los centrocampistas uruguayos Nicolás de la Cruz, Federico Valverde y Giorgian De Arrascaeta.

La Celeste lo intentó por tierra y aire, y a punto estuvo de empatar cuando Luis Suárez, su máximo goleador histórico, estrelló un disparo en el poste.

Con el susto de esa ocasión en el cuerpo, Lorenzo quitó al delantero John Córdoba y puso al central Yerry Mina. Faltaban 15 minutos y Uruguay apretaba una y otra vez, totalmente volcada en la portería de Camilo Vargas.

Pero no hubo manera para los jugadores de Bielsa. El muro colombiano resistió todas sus embestidas y podría incluso haber acabado con menos nervios, si Uribe no hubiera desaprovechado dos ocasiones claras al final del partido.

Esta Colombia solidaria se ganó el derecho a seguir soñando hasta el domingo. En la final de Miami espera la Argentina de Lionel Messi, vigente campeona del torneo y del mundo. Todo un desafío.

Pero la selección cafetera llega en su mejor momento. Acaba de superar su mejor racha de partidos sin perder, 28 consecutivos, y ha demostrado saber ganar en las buenas y en las malas.

gma/ol