Nueva era climática: las zonas calientes se expanden por el mundo y aumentan los peligros

LA CORONILLA, Uruguay.- Ramón Agüero nunca olvidará el día en que las almejas amarillas se volvieron negras. Corría el verano de 1994. Unos días antes, había juntado 20 baldes de esas almejas de caparazón fino que excavan a lo largo de 20 kilómetros de playa cerca de Barra del Chuy, fronteriza con Brasil. Ese día, Agüero halló un paisaje desolador: la playa cubierta de almejas muertas.

Su extinción fue una señal de alarma en una nueva era climática de expansión global de zonas calientes. Ahora, los científicos creen que el hecho está ligado con una gigantesca masa de agua cálida que se extiende desde la costa uruguaya hasta el Atlántico Sur, que desde entonces no deja de calentarse. La misteriosa masa de agua cubre 336.000 km2 de océano, una superficie que casi duplica la de Uruguay. Durante el siglo pasado, se calentó extremadamente rápido, más de 2°C, el doble del promedio mundial. Y según un análisis, en su centro se calentó aún más: unos 3°C.

Todo el océano global está calentándose, pero algunas partes están cambiando mucho más rápido que otras, y la zona que rodea a Uruguay es una de ellas. Fue identificada por los científicos en 2012, pero aún queda mucho por investigar y prácticamente no recibió atención pública.

La masa de agua del Atlántico Sur forma parte de una tendencia global: en todo el mundo, enormes corrientes marinas se trasladan a posiciones nuevas. Al desplazarse, las aguas se calientan. Los científicos encontraron procesos de calentamiento similar en las zonas occidentales de otros cuatro océanos: el Atlántico Norte, el Pacífico Norte, el Pacífico Sur y el Índico.

Un análisis de múltiples datos de temperatura del diario The Washington Post reveló que durante el último siglo numerosos puntos del planeta se calentaron por lo menos 2°C. Para científicos y políticos, esa cifra representa una línea roja, si se quieren evitar consecuencias irreversibles y catastróficas. Pero en algunas regiones, pequeñas o grandes, ese punto ya fue alcanzado.

Casi el 20% del planeta se calentó 1,5°C, un punto en el que los impactos del cambio climático se vuelven más intensos, aseguran los científicos. Entre las zonas de calentamiento más acelerado están el Ártico, la mayor parte de Medio Oriente, Europa y el norte de Asia, y áreas marinas claves. En algunos países enteros, como Suiza, la temperatura subió 2°C. Y Austria anunció lo mismo respecto a sus famosos Alpes.

El calentamiento extremo ayuda a avivar los incendios forestales en Alaska, reduce los glaciares de los Alpes y derrite el permafrost de los Territorios del Noroeste de Canadá. También altera los ecosistemas marinos y así pone en riesgo el sustento de los pescadores de todo el mundo.

En América del Sur, en apenas 20 años las aguas se calentaron 1°C en el estuario del Río de la Plata. Se trata de un cambio muy rápido en un período de tiempo muy corto.

Según datos de Berkeley Earth, los últimos cinco años son por lejos los más calurosos y contienen la mayor cantidad de zonas con 2°C de calentamiento. Y si bien cinco años puede ser un periodo breve en términos climáticos, 2019 sigue el mismo camino ultracaluroso.

Salvo un hecho dramático, como una enorme erupción volcánica -que puede causar un enfriamiento temporario global desparramando cenizas que bloqueen el sol-, los científicos esperan que la tendencia continúe y empeore a paso firme. "No vamos a lograr un enfriamiento importante en el futuro, así que los últimos cinco años son un índice de los nuevos valores normales", dice Zeke Hausfather, investigador de Berkeley Earth.

Aunque los datos globales no coinciden respecto a lo que está sucediendo en cada rincón del planeta, muestran patrones inequívocos. Aparece sin cesar, por ejemplo, un intrigante grupo de áreas marinas de aguas calientes. ¿Una causa? Los trópicos están en expansión.

A ambos lados del ecuador, los trópicos ya son calurosos porque reciben grandes cantidades de luz solar. Cuando el sol pega en los trópicos, ascienden enormes columnas de aire hacia el cielo y luego hacia el exterior. Pero como los Gases de Efecto Invernadero atrapan más calor, esas columnas de aire son empujadas hacia el polo norte y el polo sur.

Una región donde ese aire desciende es el Océano Atlántico Sur, donde la expansión del trópico generó un cambio en dirección sur de la gigantesca circulación de vientos en sentido contrario a las agujas del reloj. Esos vientos, a su vez, arrastran corrientes marinas claves, incluida la corriente del Brasil, una masa líquida cálida y salada de casi 100 kilómetros de ancho que se está desplazando aún más al sur.

Cerca de Uruguay, la corriente del Brasil choca con la corriente de las Malvinas, fría y rica en nutrientes, que fluye hacia el norte en aguas argentinas. En el punto de encuentro de ambas corrientes -conocido como la "confluencia"- se observan súbitos contrastes de temperatura, y la pesca suele ser abundante. Pero esa zona también está cambiando. Las investigaciones sugieren que se está desplazando hacia el sur a un promedio de más de 64 kilómetros por década.

"El desplazamiento hacia el sur de aguas cálidas es una señal muy poderosa", explica el oceanógrafo Alberto Piola, profesor de la Universidad de Buenos Aires.

En La Coronilla, Ramón Agüero tenía casi 6 años cuando sus padres les enseñaron a él y a su hermano menor, Arturo, cómo excavar almejas. Los hermanos aprendieron a descifrar el clima y las mareas para encontrar los mejores asentamientos. Después, cuando crecieron, se convirtió también en su trabajo, una ocupación que desapareció cuando el gobierno prohibió la extracción luego de la extinción de 1994.

Arturo Agüero tenía que alimentar a cinco hijos, y tuvo que mudarse a Montevideo. "Cuando prohibieron la extracción, me quise matar -cuenta-. Sabía todo sobre cómo trabajar las almejas". Pero después llegó la enorme extinción -primero en la costa brasileña, después en Uruguay y finalmente en la Argentina- que aniquiló las almejas de esas costas.

En 2008, la industria de la almeja finalmente reabrió tras un hiato de 14 años, pero para pescas extremadamente pequeñas, de tres toneladas. El trastorno para los productores coincide con una predicción clave de la climatología. Cuando la temperatura aumenta entre 1,5 y 2°C en el planeta, uno de los animales oceánicos más severamente afectados son las especies de bivalvos: almejas, ostras, mejillones y sus familiares. Los bivalvos son apenas el comienzo. La vida en el océano es extremadamente sensible a la temperatura.

Los científicos dicen que hacen todos los esfuerzos para registrar los impactos del calentamiento global, ya sea midiendo los cambios en el Ártico o la desaparición de bosques de algas marinas en el Pacífico Sur.

"Corremos detrás del cambio climático", advierte el científico marino Boris Worm, de la Universidad Dalhousie, de Canadá. "Estamos saliendo de ese equilibrio de 7000 años a toda velocidad y no tenemos ninguna experiencia de lo que puede suceder".

Síntomas del fenómeno

Impacto global

Entre las zonas de calentamiento más acelerado están el Ártico, la mayor parte de Medio Oriente, Europa y el norte de Asia

Agua cálida en Uruguay

Una masa de agua cálida que cubre 336.000 km2, casi el doble de la superficie de Uruguay, se ubica frente a sus costas. En el último siglo esa masa aumentó más de 2°C su temperatura, el doble del promedio mundial

Río de la Plata

En los últimos 20 años las aguas del Río de la Plata subieron su temperatura 1°C, un cambio rápido en un lapso muy corto.

Traducción de Jaime Arrambide