Clases gratuitas de yoga en La Villita para cuidar a comunidad inmigrante y su salud mental

El yoga no era algo que Teodora Patrón pensara que alguna vez intentaría, y mucho menos que le gustaría. La idea del yoga, dijo, parecía extraña, casi como un lujo. En La Villita no hay estudios de yoga, y en sus más de 30 años viviendo en el área, ha habido pocos o ningún programa para enriquecer y fomentar un estilo de vida saludable.

El 28 de enero, Patrón, a quien le gusta que le llamen Lola, probó el yoga por primera vez en un evento comunitario gratuito que se llevó a cabo en una habitación libre en Self-Help Federal Credit Union cerca de 26th St y Pulaski Rd. Al principio, estaba nerviosa y miraba a su alrededor para asegurarse de que sus posiciones reflejaban las de la instructora. Su hija y algunos vecinos se unieron a la clase, que fue recibida con mariachi.

Lola sonrió durante la clase. Estaba contenta de experimentar algo nuevo tan cerca de casa.

“Aquí los adultos mayores necesitamos (las clases) para desestresarnos aunque sea un ratito”, dijo.

La instructora, Margarita Quiñones Peña, quien se crió en La Villita, lo sabía. Y por eso buscó la manera de ofrecer clases de yoga en el barrio. Quería brindar una actividad y un espacio para la comunidad inmigrante, que a menudo ha sido estigmatizada por su delincuencia y está desatendida en recursos de salud mental, indicó.

Gracias a Urban Warriors, una organización sin fines de lucro que se enfoca en la seguridad juvenil y la prevención de la violencia, Quiñones Peña impartirá una clase de yoga bilingüe gratuita a las 12:30 p.m. cada dos fines de semana en la cooperativa de ahorro y crédito, como parte de la misión de la organización de brindar a la comunidad recursos gratuitos de salud mental.

Ahora la comunidad tendrá acceso a los aspectos físicos y de meditación del yoga, así como al crecimiento espiritual, personal y emocional a través de la práctica, dijo Quiñones Peña.

La clase será por orden de llegada, y se proporcionarán colchonetas y otros equipos.

Para Lola, la noticia fue una grata sorpresa. Antes de la pandemia, solía pasar parte de su tiempo libre en clases de Zumba, pero la mayoría de las actividades se terminaron durante los cierres por COVID-19. Durante esta clase, aprendió que el yoga no solo la hacía sentir relajada, sino que la ayudaba a reflexionar y meditar.

“Espero que otros en el vecindario también lo prueben”, dijo. “Puede beneficiarlos a todos”.

Lola asistió a la clase con su hija Nancy Patrón, de 27 años. Las dos colocaron sus colchonetas una al lado de la otra y probaron yoga por primera vez.

Al igual que Quiñones Peña, Nancy Patrón también se crió en el vecindario y, aunque ama su cultura, tuvo pocas oportunidades mientras crecía para asistir a actividades extracurriculares, actividades de ocio o programas de desarrollo porque “no había nada disponible en el área”, dijo.

“Siempre nos mantuvimos solos y yo solo iba de la escuela a casa todos los días”, dijo. El nuevo programa le da la esperanza de que el vecindario está cambiando para mejor y ahora sus tres hijos, a quienes está criando en el área, pueden tener acceso a experiencias y oportunidades que ella no tuvo.

El dúo de madre e hija es el epítome de los fuertes lazos familiares y culturales en el vecindario y un ejemplo de por qué el área merece una inversión para enriquecer sus vidas y promover la salud mental, dijo Quiñones Peña.

Quiñones Peña es ingeniera de profesión e instructora de yoga en CorePower Yoga, una de las cadenas de estudios de yoga más grandes del país. Quiere asegurarse de que otros jóvenes, en particular los de la comunidad inmigrante, tengan acceso a sus clases.

Le enorgullece y emociona ver a su familia, amigos y vecinos inmigrantes asistir a una actividad que alguna vez consideraron demasiado distante o exclusiva. Quiñones Peña dijo que está agradecida de coordinar con Urban Warriors para garantizar que las clases sean gratuitas y accesibles para todos.

Inicialmente ofreció clases en la Cárcel del Condado de Cook y también brindó una clase para estudiantes en la Little Village Lawndale High School. Se dio cuenta de que fuera de la cárcel y la escuela, las clases no eran accesibles.

“Estamos haciendo esto por ellos y para asegurarnos de que los niños de La Villita tengan una experiencia diferente al crecer aquí”, dijo Quiñones Peña. “Y poder retribuir y devolver a mi comunidad es un honor. Queremos que esto sea para nosotros y por nosotros”.

Ernesto González, cofundador de Urban Warriors, dijo que uno de sus objetivos es enriquecer las vidas de los residentes de La Villita y promover la salud mental y física en español e inglés. El yoga es solo uno de los programas que está implementando este año, contó González. Hizo hincapié en que las clases son bilingües, asegurándose de que atiendan a la generación mayor de latinos en el área.

“La gente está ansiosa por asistir a este tipo de eventos; simplemente no tenemos suficiente”, agregó González.

Lola y su hija comentaron que tienen listas sus colchonetas de yoga para asistir a la próxima clase.

larodriguez@chicagotribune.com