El cine lleva décadas intentando narrar el Holocausto
El 27 de enero de 1945 el Ejército rojo irrumpía en el campo principal del complejo de Auschwitz-Birkenau, el mayor campo de exterminio nazi, la esencia del horror totalitario. Cerca de 1 300 000 seres humanos murieron en sus instalaciones.
En 1947 se constituyó en museo. Y en 1979, la UNESCO lo declaró Patrimonio de la Humanidad por su crucial simbolismo del Holocausto. En la actualidad, continúa siendo un lugar de memoria tan reconocido como significativo, casi de visita obligatoria para entender aquellos hechos. Ahora, entre la guerra en el Donbás y los sucesos que han golpeado tan duramente Oriente Medio, da la sensación de que su recuerdo ha quedado un tanto desdibujado. Pero de sus cenizas surgió el derecho internacional humanitario y la convicción de que nada así podría repetirse.
El siglo XXI se ha convertido en el siglo de la memoria y significación de las víctimas, para que ciertos hitos históricos singulares como éste sean una fuente perpetua de aprendizaje. Auschwitz fue el punto más elevado de la crueldad y el sadismo humanos –contra los judíos principalmente, pero también contra otros muchos colectivos–, pero no deja de impartir tremendas lecciones de humanidad, solidaridad, resiliencia y compromiso, frente al antisemitismo y el racismo.
De este modo, el reciente estreno de la exitosa y aclamada película La zona de interés, sobre la mirada de los victimarios, invita a llevar un breve repaso sobre una extensa y valiosa filmografía al respecto.
Todos los matices
El trayecto abarca documentales de enorme tristeza como Shoah, A pesar de Treblinka, Gueto y À pas aveugles, pero también visiones tiernas y divertidas, en una temática difícil de abordar que intenta hacernos valorar la increíble entereza del espíritu humano a pesar de las brutales condiciones a las que puede ser sometido.
Filmes como la oscarizada La vida es bella, la encomiable El tren de la vida e incluso la fallida Ilusiones de un mentiroso son un reflejo de cómo el cine puede atreverse, desde la comedia y sin frivolizar, a ofrecer un punto de vista nuevo y muy humano de ese trágico pasado.
Sin embargo, lo que implicó el horror del nazismo con toda su desnudez criminal queda recogido en toda una suerte de duras y terribles recreaciones de Auschwitz. Como la fría y desgarradora brutalidad que se contempla en La zona gris, El hijo de Saúl y El informe Auschwitz. La última está basada en la suerte real de dos prisioneros eslovacos que huyeron del campo para dejar constancia de su testimonio y el infame tratamiento a los prisioneros.
Casos extraordinarios, como el que retrata la oscarizada La lista de Schindler –en la que un empresario alemán salva la vida a miles de judíos–, permiten observar que la decencia se puede elegir. Otros, como El profesor de persa, El campeón de Auschwitz y El superviviente de Auschwitz, desvelan que el ingenio, la resiliencia y la casualidad fundamentaron la tabla de salvación de tantos y tantos prisioneros.
Relatos de infancias
Centrándose en el exterminio desde el punto de vista infantil, destacan Sin destino, inspirada en la obra autobiográfica del Premio Nobel de Literatura Imre Kertész; y El niño con el pijama de rayas, adaptación de la exitosa novela homónima de John Boyne. Igualmente, los efectos que la violencia y las políticas antisemitas tienen en un grupo de niños se tratan en Hijos de un mismo Dios.
Como no podía ser menos, la figura de Ana Frank sigue siendo un punto de referencia obligado en este tema. Su historia se retrata tanto en la clásica El diario de Ana Frank como en la original Dónde está Anne Frank, un filme animado que revela el inmenso legado emocional y humano del personaje real, pasando por las producciones televisivas La historia de Ana Frank y El diario de Ana Frank.
Las grandes decisiones
Al centrarnos en las altas instancias, podemos destacar filmes controvertidos como Amén, que aborda el papel del papa Pio XII, conocedor de los hechos, durante el exterminio, aunque la historia busca centrarse más en la figura del verídico oficial de las SS Kurt Gerstein, experto químico, que dio a conocer el exterminio judío.
Producciones como el telefilme La solución final y la más reciente La conferencia reconstruyen el momento en el que la alta jerarquía nazi, con Reinhard Heydrich y Adolf Eichmann a la cabeza, concibió en la conferencia de Wannsee la línea general para el exterminio judío.
El cine también ha abordado las consecuencias legales del horror. La producción alemana El caso Fritz Bauer se centra en la figura del fiscal alemán que procesó, en los años 50, a nazis de menor rango implicados en el exterminio –los 1 200 guardianes de Auschwitz habían rehecho sus vidas hasta que 750 de ellos fueron, finalmente, juzgados–. La también teutona La conspiración del silencio sigue la misma línea.
Una tragedia continental
En términos generales, filmografías de diferentes nacionalidades han abordado el tema, ya que fue un hecho histórico que afectó a prácticamente a toda Europa. Así se puede ver en filmes como el ruso Sobibor, el croata Dara iz Jasenovac y el español El fotógrafo de Mauthausen.
Las infames políticas en Hungría, en 1944, quedarían recogidas en El cónsul Perlasca y Al lado del enemigo.
A esto habría que añadir la persecución de los judíos franceses o refugiados por parte de las autoridades colaboracionistas de Vichy, como retratan Monsieur Batignole, La llave de Sarah, La redada y Korkoro, cuyo protagonista es gitano –colectivo que también padeció una persecución implacable–.
Como punto y final, se debe mencionar la película británica Negación. Se inspira en la demanda por difamación que tuvo lugar en Londres, a instancias del publicista David Irving, negacionista del Holocausto, contra la historiadora Deborah Lipstadt. El proceso tuvo una inmensa repercusión porque la legislación inglesa sobre el libelo exige que la carga de la prueba recaiga sobre el acusado (Lipstadt, en este caso) en lugar de sobre el demandante (Irving). Es decir, ella tenía que probar la existencia de la Shoah. Finalmente, la justicia, como cabía esperar, dio la razón a Lipstadt.
Volver, por lo tanto, a Auschwitz es retornar a la inhumanidad que habita en el ser humano pero también a la esperanza y la dignidad del superviviente.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation, un sitio de noticias sin fines de lucro dedicado a compartir ideas de expertos académicos.
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Igor Barrenechea Marañón no recibe salario, ni ejerce labores de consultoría, ni posee acciones, ni recibe financiación de ninguna compañía u organización que pueda obtener beneficio de este artículo, y ha declarado carecer de vínculos relevantes más allá del cargo académico citado.