La ciencia confirma que las personas envejecemos a ritmos muy distintos

Jenna Birch

¿Alguna vez pensaste que eres más joven o más viejo que alguien de tu misma edad? Es probable que sea cierto. (Foto: Getty Images)

Si te encuentras con tus compañeros de clase 20 años después, quizás notes algo extraño en el aspecto de cada uno de ellos. Aunque hayáis nacido en el mismo año, probablemente aparentéis tener edades distintas. Según una nueva investigación publicada en Proceedings of the National Academy of Sciences, existen marcadores biológicos que demuestran que es cierto que envejecemos a distintos ritmos.

Los datos utilizados en esta investigación proceden del estudio Dunedin, un proyecto de investigación transversal que consistió en la monitorización de la edad de unas 1000 personas de Dunedin, Nueva Zelanda, desde su nacimiento (entre 1972 y 1973) hasta la actualidad.

Para dicha investigación, científicos de Estados Unidos, Reino Unido, Israel y Nueva Zelanda analizaron 18 marcadores biológicos con el objetivo de observar los efectos del envejecimiento. Los parámetros incluían la función renal, hepática, pulmonar, metabólica e inmune, así como los niveles de colesterol HDL, la capacidad cardiorrespiratoria, la salud dental, el estado de los vasos sanguíneos y la longitud telomérica.

En función de dichos marcadores biológicos, los científicos establecieron una “edad biológica” para cada una de las personas que participaron del estudio, que en 2011 tenían 38 años. Hubo personas con una edad biológica menor a 30 años y otras con más de 60 años. Una vez determinadas sus edades biológicas actuales, los investigadores las compararon con los resultados obtenidos a los 26 y 32 años de edad de los participantes, para poder evaluar el ritmo de envejecimiento de cada uno de ellos.

Tal y como suponían, las personas que tenían una edad biológica mayor a su edad real envejecían, al parecer, más rápido que los otros. La mayoría de ellos envejecían un año por cada año transcurrido, pero algunos tenían un ritmo de envejecimiento de hasta tres años por año transcurrido. También había personas cuyos ritmos eran de casi cero años por año transcurrido.

Las personas que obtuvieron los peores resultados en los marcadores biológicos de envejecimiento tampoco superaron adecuadamente ciertas pruebas médicas que determinan el equilibrio o la coordinación. Este tipo de pruebas suelen realizarse a personas de la tercera edad. Además, cuando los estudiantes de la Universidad Duke fueron convocados para que estimaran la verdadera edad de los participantes, dieron por hecho que aquellos que envejecían más rápido eran más viejos.

Los investigadores señalan que el ritmo de envejecimiento de cada uno de nosotros no es una cuestión de suerte. Hay estudios previos realizados en gemelos que demuestran que el envejecimiento tan solo depende en un 20% de la genética, por lo que hay muchos otros factores en juego. Aunque este estudio no explica por qué algunos envejecen más rápido que otros, los investigadores ya están buscando respuestas a esa cuestión, apuntó el director del estudio, Daniel Belsky, profesor asociado de geriatría del Centro para el Estudio del Envejecimiento y el Desarrollo Humano de la Universidad Duke.

“Los tres factores principales que son considerados habitualmente a la hora de investigar cuestiones relacionadas con el envejecimiento son la genética, las experiencias de los primeros años de vida (si hubo estrés crónico o traumas) y el estilo de vida, como los hábitos alimenticios y el ejercicio”, señaló Belsky a Yahoo Salud.

Pero si ahondamos en la cuestión, explicó Belsky, esta investigación puede resultar relevante en varios puntos clave. “En primer lugar, analizar el proceso de envejecimiento nos permite indagar las causas del envejecimiento acelerado”, señaló. “Podemos comparar a personas con distintas historias de vida, que tienen comportamientos distintos y que viven en entornos diferentes para evaluar si esos factores afectan al ritmo de envejecimiento”.

Belsky añadió que determinar el “ritmo de envejecimiento” de los pacientes puede resultar de gran utilidad, ya que es probable que este tipo de medidas permitan evaluar la eficacia de las terapias destinadas a prevenir enfermedades mediante la reducción del ritmo de envejecimiento. “Hoy en día, dichas evaluaciones requieren mucho tiempo de seguimiento, porque tenemos que esperar para saber si los pacientes desarrollan enfermedades crónicas o mueren prematuramente”, afirma. “Si empleamos parámetros como el ‘ritmo de envejecimiento’, es posible comprobar la eficacia de las terapias que ralentizan el envejecimiento en tiempo real”.

Además, Belsky cree que conocer el “ritmo de envejecimiento” de un paciente puede ser útil en la práctica clínica. El doctor podría informarle sobre los riesgos de su salud mediante un lenguaje más accesible. “Después de un examen físico, en vez de explicarle una gran cantidad de resultados distintos a su paciente, el médico podría empezar por un único valor: el ritmo de envejecimiento o la edad biológica”, puntualizó Belsky. “Aún queda mucho trabajo por delante hasta que eso sea posible, pero ya estamos en camino”.