Christina Aguilera, entre el éxito, su turbulenta infancia y los "lobos" de la industria
Christina Aguilera tiene 37 años, vendió 58 millones de discos, ganó cinco Grammy y posee una estrella en el Paseo de la Fama, pero su vida tiene los brillos de la estrella de la canción en la que se convirtió y el lado oscuro de una niña que creció en un hogar caótico y en una industria donde había demasiados lobos para una adolescente a quien la fama le llegó a edad temprana. Así al menos lo siente y lo recuerda ella que ahora es madre de dos hijos, Max de 11 años y Summer de cinco.
La artista, que nació en Staten Island, Nueva York, comenzó a cantar y actuar desde niña, primero en producciones teatrales y programas de televisión para descubrir talentos, después en esa fábrica de estrellas en las que se convirtió un programa, Disney Channel Mickey Mouse Club, por el que pasaron otras figuras como Britney Spears, Demi Lovato, Justin Timberlake o Ryan Gosling. Todos ellos conocieron la fama a una edad demasiado temprana y cada uno la atravesó como pudo, pero todos ellos se vieron sacudidos de alguna manera por ese huracán que llegó a sus vidas sin siquiera imaginarlo.
Christina lanzó su primer disco sencillo, Genie in a bottle, en 1999 y llegó a ser número uno en las listas de éxitos de nueve países, pero fue el álbum Stripped (2002) el que dio un giro a su carrera. Fue entonces cuando pudo tomar el control de las letras de sus canciones, de la imagen que quería proyectar y de la producción de su propia carrera. Dejó atrás su imagen de princesa del pop de los primeros años y optó conscientemente por un look en rubio platino que la empodera.
En una entrevista publicada recientemente en The Sunday Times recuerda sus comienzos y no calla nada sobre sus inicios. Creció en Nueva Jersey junto a su hermana pequeña Rachel, en una casa que ella describe como "caótica". Su madre se dedicaba a la música y su padre era sargento del ejército de los Estados Unidos. También era violento. La cantante recuerda cómo en una ocasión tuvieron que salir corriendo de su casa en mitad de la noche y cómo su madre condujo durante siete horas hasta llegar a casa de su abuela en Pittsburg porque temían por sus vidas.
"Fue una situación terrorífica y yo quería alejarme del caos todo lo que fuera posible", dice Aguilera. Su paso por la factoría Disney fue el primer paso que le permitió escapar de ese entorno, pero todavía quedaban sombras por sortear. "En este negocio hay muchos lobos", afirmó. "Encontré hombres mayores que tenían otras intenciones. Cuando sos una joven en un negocio con reglas masculinas vas a ver el lado oscuro de las cosas y cómo hablan los hombres de las mujeres, cómo ellos hablaban sobre mis pechos", recuerda ahora la artista de éxito internacional.
"Si pudiera mirar ahora a esa niña que fui, la abrazaría y le diría que no todos los hombres son iguales", continuó. "Cuando la gente acepta estos comportamientos diciendo: 'Ya sabés, los hombres son así', me desagrada. Porque siento que los hombres deben rendir cuentas por eso". Y añadió: "Vi a mi madre muchas veces en posiciones de debilidad y muy dominada. Esa fue una de mis decisiones como mujer, nunca sentirme impotente ante un hombre".
El difícil equilibrio de ser madre y artista
Ese tiempo quedó atrás y ahora su trabajo se identifica por su capacidad de reinvención y por canciones en las que sus letras hablan de amor, de su infancia, de la autoestima, la sexualidad, el feminismo y el empoderamiento de la mujer. Que consiguió el éxito no es cuestionable, que sabe lo privilegiada que es, tampoco. Pero en la misma entrevista reflexiona sobre lo difícil que es ser una estrella, bajarse del escenario y cumplir como madre. "El escenario es mi hogar y siempre lo será, pero ahora hacer una gira es de locos. Siempre me pregunto cómo lo hacen quienes tienen hijos pequeños, ellos necesitan sus horarios, sus rutinas, su estructura. Bajar de un escenario, ir a casa y leerles un cuento a la hora de dormir es definitivamente demasiado", afirmó la cantante.
Pero agregó: "¿Quién soy yo para quejarme? Hago lo que amo, controlo mis creaciones..., en última instancia eso es la libertad". Sus hijos vuelven a salir en la conversación porque ella está preocupada por cómo puede afectar a sus hijos una vida de privilegios: "Mis hijos no van a tener las mismas dificultades que tuve yo cuando crecía y Dios no lo quiera, pero están siendo criados en un entorno en el que yo no crecí y con eso llega el miedo de tener que asegurarse de que aprecian lo que tienen". Aguilera afirmó que por eso le gusta que sus hijos conozcan lo que hace, "para que sepan el esfuerzo que hay que hacer y que su madre tiene que trabajar para conseguir lo que tenemos".
La artista participa de un programa de alimentos y asegura que habla de eso con sus dos hijos: "Les cuento que hay niños que no tienen juguetes, niños criados en refugios que han tenido que escapar como yo, obviamente lo hago cuando tienen la edad adecuada. Y también les digo que donen algunos de sus juguetes y me acompañan a los lugares a los que los llevamos".
Sí, Christina Aguilera tuvo que aprender por el camino cómo manejar su carrera y sus relaciones personales pero, ahora, reconoce lo mejor de hacerse mayor: "Un profundo sentimiento de aceptarte a ti mismo".