En China, un país gobernado por hombres, las mujeres encuentran una voz poderosa
SHANGHÁI — En bares escondidos en callejones, y en salones y librerías de Shanghái, las mujeres debaten su lugar en un país donde los hombres hacen las leyes.
Algunas llevaban vestidos de novia para comprometerse públicamente consigo mismas. Otras se reunieron para ver películas hechas por mujeres sobre mujeres. Las bibliófilas acudieron en masa a librerías femeninas para leer títulos como “La mujer rota” y “Vivir una vida feminista”.
Las mujeres de Shanghái, y de otras grandes ciudades chinas, están negociando los frágiles términos de la expresión pública en un momento políticamente precario. El Partido Comunista, que gobierna a China, ha identificado el feminismo como una amenaza para su autoridad. Han encarcelado a activistas defensoras de los derechos de las mujeres. Las denuncias de acoso y violencia contra las mujeres son ignoradas o directamente silenciadas.
El líder chino, Xi Jinping, ha reducido el papel de la mujer en el trabajo y en los cargos públicos. No hay mujeres en el círculo íntimo de Xi ni en el Politburó, el órgano ejecutivo de formulación de políticas. Ha invocado los papeles más tradicionales de la mujer, como cuidadora y madre, en la planificación de una nueva “cultura de la maternidad” para hacer frente a la disminución de la población.
Sin embargo, varios grupos de mujeres de toda China reclaman en silencio su propia identidad. Muchas pertenecen a una generación que creció con más libertad que sus madres. Las mujeres de Shanghái, profundamente conturbadas por un encierro de dos meses en 2022 debido a la pandemia de COVID-19, se sienten impulsadas por la necesidad de construir una comunidad.
“Creo que todas las que viven en esta ciudad parecen haber llegado a esta etapa en la que quieren explorar más sobre el poder de las mujeres”, afirmó Du Wen, fundadora de Her, un bar que acoge debates de salón.
Frustrada por la visión cada vez más limitada que el público tiene de la mujer, Nong He, estudiante de cine y teatro, organizó una proyección de tres documentales sobre mujeres realizados por directoras chinas.
“Creo que deberíamos tener un espacio más amplio para que las mujeres puedan crear”, señaló He. “Esperamos organizar un acto así para que la gente sepa cómo es nuestra vida, cómo es la vida de otras mujeres, y con esa comprensión podamos conectar y ayudarnos mutuamente”.
En los actos anunciados en voz baja, las mujeres cuestionan los tropos misóginos de la cultura china. “¿Por qué los fantasmas solitarios son siempre femeninos?”, preguntó hace poco una mujer, refiriéndose a la representación que hace la literatura china de las mujeres sin hogar después de la muerte. Comparten consejos para iniciarse en el feminismo. Empecemos por la historia, dijo Tang Shuang, propietaria de Paper Moon, que vende libros de autoras. “Esto es como el sótano de la estructura”.
Hay pocas estadísticas fiables sobre la violencia de género y el acoso sexual en China, pero los incidentes de violencia contra las mujeres se han producido con mayor frecuencia, según investigadores y trabajadores sociales. Han circulado ampliamente por internet historias de mujeres mutiladas o asesinadas con brutalidad por intentar abandonar a sus maridos, o que son golpeadas salvajemente por resistirse a la atención no deseada de los hombres. El descubrimiento de una mujer encadenada dentro de una choza sin puerta en la provincia oriental de Jiangsu se convirtió en uno de los temas más debatidos en internet desde hace años.
En cada caso, las reacciones han sido muy divisivas. Muchos denunciaron a los agresores y condenaron el sexismo en la sociedad. Muchos otros culparon a las víctimas.
El modo en que estos debates polarizan a la sociedad inquietó a Tang, empresaria y antigua subdirectora de Vogue China. Los acontecimientos de su propia vida también la inquietaron. Mientras sus amigas compartían sentimientos de vergüenza e inutilidad por no casarse, Tang buscó un marco para articular lo que sentía.
“Entonces descubrí que ni siquiera yo tengo las ideas muy claras sobre estas cosas”, aseguró. “La gente tiene ganas de hablar, pero no sabe de qué está hablando”. Tang decidió abrir Paper Moon, una tienda para lectores intelectualmente curiosos como ella.
La librería está dividida en una sección académica que ofrece historia feminista y estudios sociales, así como literatura y poesía. También hay una zona para biografías. “Es necesario tener historias reales para animar a las mujeres”, afirmó Tang.
La preocupación por atraer la atención equivocada está siempre presente.
Cuando Tang abrió su tienda, colocó un cartel en la puerta que la describía como una librería feminista que daba la bienvenida a todos los géneros, así como a las mascotas. “Pero mi amiga me advirtió que lo quitara porque, ya sabes, podría causar problemas el usar la palabra feminismo”.
Wang Xia, propietaria de la librería Xin Chao, ha optado por mantenerse totalmente alejada de la palabra que inicia con “F”. En su lugar, describió su librería como de “temática femenina”. Cuando abrió en 2020, la tienda era un espacio amplio con rincones para fomentar las conversaciones privadas y seis salas de estudio con nombres de autoras famosas, como Simone de Beauvoir.
Wang explicó que la librería Xin Chao atendía a más de 50.000 personas a través de eventos, talleres y conferencias en línea. Tenía más de 20.000 libros sobre arte, literatura y superación personal, libros sobre mujeres y libros para mujeres. La librería se hizo tan famosa que los medios de comunicación estatales escribieron sobre ella y el gobierno de Shanghái publicó el artículo en su sitio web.
Sin embargo, Wang tuvo cuidado de no hacer ninguna declaración política. “Mi ambición no es desarrollar el feminismo”, aclaró.
Wang hace poco trasladó la librería Xin Chao a la Ciudad del Libro de Shanghái, una famosa tienda con grandes atrios y largas columnas de estanterías. Una colección de cuatro volúmenes de los escritos de Xi ocupa un lugar destacado en varios idiomas.
La Ciudad del Libro es enorme. El espacio para la librería Xin Chao no lo es, según Wang, con varias estanterías en el interior y alrededor de una pequeña sala que, con el tiempo, solo podrá albergar unos 3000 libros.
“Es una pequeña célula de la ciudad, una célula cultural”, comentó Wang.
Aun así, destaca en China.
“No todas las ciudades tienen una librería para mujeres”, dijo. “Hay muchas ciudades que no tienen ese tipo de terreno cultural”.
c.2024 The New York Times Company