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Chimalli, el escudo azteca y tesoro de Moctezuma que se fue a Europa

Un escudo ceremonial mexica y la historia de su periplo desde la Nueva España hacia Europa y de regreso a México constituyen el núcleo de la muestra “Chimalli. Tesoro de Moctezuma” abierta este jueves al público en el Museo Nacional de Historia, en el Castillo de Chapultepec de Ciudad de México.

En el campo de batalla, el chimalli (escudo circular) fue una poderosa arma defensiva de los guerreros mexicas. En sus versiones de lujo fue insignia de valor en ceremonias y rituales, usado por gobernantes y sacerdotes, para ataviar deidades y para distinguir a los mejores combatientes y jefes de grupos guerreros.

Pero la naturaleza orgánica de sus materiales constitutivos y el paso del tiempo lo convirtieron en uno de los objetos históricos más frágiles; de los destinados a la guerra ninguno se conservó.

De los insignia, profusamente decorados con finas láminas de oro, plumas de aves multicolores, piedras semipreciosas, perlas y cascabeles, existen cuatro en el mundo y sólo uno está en México.

Esta pieza excepcional ha permanecido guardada por varios años en condiciones controladas en las colecciones del Museo Nacional de Historia, y ahora es mostrada al público en una exposición que relata su biografía y además reúne más de 300 objetos, entre piezas arqueológicas y plumarias, óleos, armas, taxidermia, litografías y documentos de diversas instituciones y museos.

Al inaugurar la exposición, Diego Prieto, director general del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), destacó que la exhibición se ubica dentro dos efemérides: la celebración por los 80 años de la institución y los 500 años de la llegada de los españoles a territorio mexicano.

Prieto calificó este arribo de “hecho histórico que debemos recuperar para repensar nuestra condición de país pluricultural, sustentada en los pueblos originarios, pero a la que se incorporaron componentes africanos, europeos y asiáticos”.

La muestra, que permanecerá hasta finales de mayo, es resultado de cuatro años de investigación multidisciplinaria encabezada por Laura Filloy Nadal y María Olvido Moreno Guzmán, curadoras de la exposición.

En este proyecto, los enfoques y metodologías de disciplinas como historia, restauración, arqueología, etnobotánica, etnozooología, arqueometría y arqueología experimental compartieron un propósito común: saber lo más posible de una pieza única a través de su análisis integral.

La exhibición parte en el muelle de embarque de los objetos de plumas mesoamericanos rumbo a Europa, donde este tipo de trabajo no era conocido y por tanto fue motivo de regalos e intercambios entre las cortes, enriqueció armerías, cámaras de maravillas (espacios europeos del siglo XVI al XVII donde se coleccionaban objetos de la naturaleza y las culturas de todo el orbe) y monasterios.

Las curadoras destacan que los chimallis fueron de los objetos enviados en mayor cantidad: casi 200 piezas durante los primeros encuentros y en años posteriores a la Conquista. Se piensa que el chimalli de Chapultepec debió salir de la Nueva España rumbo a Europa antes de 1524.

La Casa de Austria, a la que pertenecía Maximiliano de Habsburgo, poseyó importantes colecciones procedentes del Nuevo Mundo. En 1865, siendo emperador de México, Maximiliano hizo las gestiones necesarias para el retorno del chimalli con la intención de integrarlo a las colecciones del Museo Nacional Mexicano. El escudo retornó al país en 1866.

Los diseños de los chimallis son muy variados, siendo dos los más socorridos: los grecas y los medias lunas. El nombre de las primeras en náhuatl es xicalcoliuhqui chimalli; a los escudos con medias lunas en su campo se les llamó cuexyo chimalli, y a este grupo pertenece el chimalli de Chapultepec.