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Chihuly, entre el genio atormentado y el incansable creador

POR YULEINA BARREDO-. La fama y el éxito no encandilan tanto en la vida real como las lentejuelas de las portadas de las revistas. Las historias personales también tienen un lado oscuro. Así lo ha hecho notar el célebre artista estadounidense Dale Chihuly, quien ha revelado a la prensa detalles sobre su larga batalla contra la depresión.

Con 75 años cumplidos, el maestro del vidrio soplado confiesa que lleva un buen tiempo sufriendo episodios de ansiedad y trastorno bipolar.

Leslie Jackson ha declarado que es muy difícil para su esposo hablar de la enfermedad pero la empatía hacia los demás es la principal motivación para tratar el tema en público. La reciente noticia sobre el estado de salud del artista coincide con una demanda en curso por parte de un exempleado que le exige 21 millones de dólares y el derecho de autor de muchas de sus piezas.

Chihuly también ha tenido que lidiar con los reproches de sus críticos acérrimos. Le echan en cara que no ha soplado el vidrio desde la pérdida de su ojo izquierdo en un accidente automovilístico, en 1976. En realidad en otro incidente practicando surf se dislocó el hombro derecho y quedó físicamente incapacitado para sostener el peso del tubo de soplado. Desde entonces cuenta con varios asistentes que llevan sus ideas creativas a la tridimensionalidad.

Aunque hay que acotar que su visión de equipo es anterior a estos infortunios. El maestro prefiere callar a sus detractores con la analogía perfecta. Se ve a sí mismo como un director de cine en medio de la filmación de una película. Su soplador principal es el camarógrafo y el responsable del color funciona como su luminotécnico o maquillista.

El resultado final proviene del esfuerzo colectivo, lo mismo que un arquitecto al frente de su grupo de trabajo. En más de una ocasión ha declarado que parará de crear cuando sea incapaz de firmar sus obras.

Regresa al Jardín Botánico de Nueva York

Para callar a sus detractores, Chihuly tiene un arma infalible: su quehacer creativo. Ahora regresa al Jardín Botánico de Nueva York después de 10 años de ausencia. Sus extrañas criaturas traslúcidas con apariencia vegetal se apoderan y “crecen” en los predios de este recinto natural de 250 acres en el vecindario del Bronx.

Esta vez nos trae una exposición memorable. Es un fenómeno místico casi imposible de explicar. Hay más de 20 instalaciones en cristal que se camuflan en perfecta sincronía con el entorno vegetal.

El personal de Chihuly y del Jardín han trabajado juntos por dos años para dar vida a paisajes de ensueño. El montaje de las piezas tomó tres semanas y se han seleccionado con sumo cuidado las plantas que complementan el milagro del vidrio soplado.

Los visitantes quedan sin aliento frente a la torre amarilla de carámbanos, de 30 pies de alto, ubicada en el patio del invernadero.

Otra creación alucinante es Neon 206, más de 1.100 pies de neón y acrílico dispuestos en una madeja permanentemente encendida que nos invita a esperar con paciencia el ocaso. La escultura luminiscente es la invitada de honor a un grupo de conciertos de verano con músicos de jazz dentro de una programación de 39 noches abiertas al público.

Otro momento singular es el encuentro con una recreación de su instalación de 1975, titulada Artpark que anima las aguas del Jardín de Plantas Nativas y la Piscina Tropical del Conservatorio Enid A. Haupt.

La muestra, presentada por Bank of America, se completa con dibujos y obras tempranas que resumen la evolución del artista durante su célebre trayectoria.

Con magníficas esculturas al aire libre, Chihuly remarca su pasión por los grandes espacios naturales. Las vistas dramáticas de sus criaturas de vidrio se entrecruzan con las vivientes para transformar los parajes en una fiesta cromática de la cual emana energía vital.

Al presenciar in situ estas creaciones producidas a escala industrial en su fábrica-taller de Seattle es imposible ignorar el virtuosismo del hijo pródigo de Tacoma. Su técnica innovadora y el uso de materiales no convencionales han empujado los límites de la imaginación en un oficio tan antiguo como es el soplado de vidrio.

Traer belleza al mundo se ha convertido en la razón de ser de Dale Chihuly y esto lo exonera de cualquier reproche. Su fascinación por los invernaderos ha dado vida a una serie de exposiciones inolvidables en ambientes botánicos como la que alberga el NYBG hasta octubre. Vale la pena acercarse a los predios del Bronx para apreciar este tributo colorido y sin par a la madre naturaleza.