Chicago, una ciudad para todos los gustos y edades

Viajar con chicos siempre ha sido una gran responsabilidad para los padres. Desde la planificación hasta el costo, el seguir un itinerario y mantener a todos vivos. Pero ¿cómo es la dinámica de padres e hijos cuando se trata de otro adulto? Uno que mide 6’6 y podría ser un linebacker de los Dolphins. ¿Cuánta negociación y concesiones son necesarias?

Nuestro hijo más pequeño fue de esos graduandos Covid, sin fiesta y clases online por tiempo extendido y luego se mudó a Detroit. Por lo que para celebrar sus 21 años decidimos encontrarnos en Chicago, él viajó en tren y nosotros volamos desde Miami. Y aunque no era la primera visita de los ‘más adultos’, ¿o viejos?, en esta ocasión confirmamos que es una ciudad para todos.

Al centro de todo

Optamos por hospedarnos en el centro, ya que teníamos varias atracciones populares a una corta caminata y vías de transporte como el tren quedan a pasos del Virgin Hotels Chicago. Desde su diseño y sus amenidades como una sexy azotea con increíbles cocteles y vistas y todos los aspectos divertidos que definen la marca establecida por el billonario británico Richard Branson, este es el lugar para festejar a un nuevo adulto. Durante el verano la azotea Cerise ofrece eventos con DJs y degustaciones, siempre algo emocionante para hacer.

Gustos y preferencias

Cuando surgió la idea de vernos, nos dimos la asignación de determinar qué lugares deseábamos ver, un Top 3 por decir. Eso nos permitió explorar intereses individuales a los que tal vez no habíamos estado expuestos. El paseo era para festejar a James y sus selecciones nos sorprendieron positivamente.

Como fan de los medios digitales y gráficos, él quiso visitar WNDR Museum, en el West Loop ($32). Este recinto de artes multi sensoriales ofrece expresiones que combinan el arte y la tecnología con instalaciones interactivas. Nos vimos bailando y creando formas en pisos iluminados, fuimos incluidos en videos y participamos de ilusiones. La reconocida artista de arte contemporáneo Yayoi Kusama estrenó una exhibición en mayo. Una excelente forma de pasar ver algo nuevo y reírnos a carcajadas.

Algo que nos hizo intercambiar miradas fue cuando el ‘nene’ sugirió ir a un show de magia, una de sus pasiones de pequeño. Aceptamos, pero con cierto escepticismo. Resulta que el Chicago Magic Lounge en Andersonville no es un espectáculo cursi con trucos obvios. Tras atravesar una fachada de lavandería, se adentra a un amplio teatro. Los ilusionistas pasan por cada mesa mostrando elaborados trucos – eso define la magia “al estilo Chicago”: de cerca, personalizada, con humor y sin espejos ni humo. El local para mayores de 21 ofrece excelente coctelería y tapas.

El teatro alberga una fascinante colección de artefactos relacionados a la magia local. CML abre todos los días y ofrece diferentes espectáculos con temática de magia, incluyendo musicales y algunos familiares. Los boletos comienzan en $30. El acto principal rota con las temporadas y, realmente, fue una experiencia mágica y posiblemente algo que disfrutamos por igual.

Legado deportivo

El beisbol reina en nuestra casa y mi esposo tenía que visitar legendarias franquicias como los Cubs y White Sox. Debido a itinerarios de juego optamos por hacer un tour de Wrigley Field, casa de los Cachorros, y conocer la historia del icónico parque que abrió sus puertas en 1914. Wrigleyville, el vecindario que lo rodea está lleno de pubs y restaurantes casuales y otros que datan del siglo pasado. En una noche fresca y despejada nos dirigimos al sur de la ciudad para ver a los Medias Blancas enfrentar a Tampa Rays. Es un secreto a qué equipo le echamos porras, pero el dinámico estadio y la leal fanaticada nos brindó una experiencia electrizante.

En familia

Para tener más opciones, abogué por adquirir CityPass Chicago ($134), no solo da acceso a una variedad de instituciones por un precio descontado por nueve días, sino que también ofrece entrada acelerada. Disfrutamos de unos días soleados increíbles, ideal para visitar las torres de observación Skydeck y 360° Chicago, y sí, son dos experiencias distintas.

Recreamos escenas de “Ferris Bueller’s Day Off” en el Instituto de Arte de Chicago y fuimos al Museo Field, los primeros museos “de grandes” que visitamos juntos. Cierta nostalgia me arropó al ir al Acuario Shedd frente al impresionante litoral del Lago Michigan, tal como cuando los chicos eran pequeños. Todas estas visitas están incluidas y se nos quedaron algunas como la Rueda de la Fortuna por cambios en las condiciones del tiempo.

Una de las mejores vistas de la Ciudad de los Vientos es desde el agua. La flota de Chicago’s First Lady Cruises ofrece tours arquitectónicos de unos 90 minutos narrado por una de las autoridades del Centro de Arquitectura de Chicago que comparten datos históricos y anécdotas de las estructuras que distinguen el horizonte de la ciudad ($52). Desde los edificios más emblemáticos y antiguos hasta los más modernos, el sereno viaje desde el río hasta el lago ofrece una perspectiva distinta y una mejor comprensión de la urbe.

A la hora de comer

Chicago es una ciudad foodie. Y en este aspecto los varones del grupo ganaron la mayoría de las selecciones que consistían en completar la “trifecta Chicago”: pizza, hot dog e Italian beef o carne de res italiana. Posiblemente no eran las opciones más saludables, pero sí deliciosas. Para la singular pizza de plato hondo, o deep dish, fuimos al legendario Lou Malnati’s, establecido en 1971. El patriarca de la familia estuvo involucrado en desarrollar la receta allá en los años 40 y no han perdido el toque. Al corriente siguen siendo muy populares por su corteza crujiente y mantequillosa. La sucursal de Gold Coast es ideal para ver la gente pasar y luego dar una vuelta por las boutiques en Michigan Avenue. El sándwich Italian beef de Portillo’s, 1963, es espectacular con finas lascas de carne marinados en salsa, con pimientos, cebollas y queso en un tierno pan.

Pero el ganador sin duda es Superdawgs Drive-In. Del centro llegar hasta el puesto en el norte que ha servido a la ciudad desde 1948 es un viaje, pero los fans de los perros calientes comprobarán que valdrá la pena. Este negocio familiar ha conservado la misma receta especial que estableció su fundador, sus hot dogs son confeccionados con la misma compañía desde su institución, al igual que los panecillos con semillas de sésamo y las papitas onduladas son crujientes y deliciosas hechas en casa. El empaque y la atención hacen de este lugar uno muy único. El hot dog polaco es el mejor. Ah, el kétchup no está permitido, por eso de no alterar el sabor.

Hubo otras experiencias más refinadas, con servilleta en la falda como las delicias sicilianas de Miss Ricky’s, en el Virgin Hotel. El nuevo chef Mike Alaridi ha creado una impresionante selección de pastas hechas en casa, pizzas al leño y ternera, entre otros, que lo hacen una deliciosa selección aun si no se es huésped. Purple Pig es otro infaltable. Y, aunque estábamos en el ánimo de compartir y aprender más del uno del otro, el food hall Time Out en Fulton Market fue una excelente opción para cada cual seleccionar lo suyo del colectivo que cuenta con puestos de restaurantes locales… gran sorpresa comprobar que el chico tan quisquilloso para comer ahora es un adulto sofisticado que ordena pho como todo un conocedor.