Caso Orlandi: el papa Francisco salió a defender a Juan Pablo II de acusaciones “infundadas y ofensivas”

El papa Francisco ofrece un discurso mientras recita la plegaria de Regina Coeli desde la ventana de su estudio con vistas a la Plaza de San Pedro del Vaticano
El papa Francisco ofrece un discurso mientras recita la plegaria de Regina Coeli desde la ventana de su estudio con vistas a la Plaza de San Pedro del Vaticano

ROMA.- El papa Francisco se sumó hoy a la ola de indignación que provocó Pietro Orlandi, el hermano de Emanuela Orlandi -la adolescente desaparecida hace 40 años tras salir de su casa del Vaticano-, que acusó a Juan Pablo II (1978-2005) de salir de noche en busca de jóvenes.

“Seguro de interpretar los sentimientos de los fieles de todo el mundo, dirijo un pensamiento agradecido a la memoria de san Juan Pablo II, en estos días objeto de acusaciones ofensivas e infundadas”, dijo Francisco en la tradicional oración mariana del Regina Coeli de este mediodía, luego de saludar a grupos de la Divina Misericordia presentes en la plaza San Pedro.

El Pontífice -desde cuya cuenta más tarde salió un twit con la misma declaración-, salió, así, en firme defensa de su predecesor polaco, a quien proclamó santo en 2014, que en los últimos días y justo cuando el Vaticano decidió abrir una investigación sobre el denominado “caso Orlandi”, volvió a ser noticia después de ser acusado de un presunto rol en la misteriosa desaparición de la chica.

“Me dicen que Wojtyla cada tanto de noche salía con dos amigos monseñores polacos y no iba claramente a bendecir casas”, dijo el martes pasado Orlandi en “Di martedí”, programa periodístico televisivo en el cual también se escuchó el audio de un llamado telefónico en el cual un exmiembro de la banda criminal del barrio romano de la Magliana implicaba al papa polaco en lo que habrían sido fiestas sexuales con menores.

La frase “shock” de Orlandi, pronunciada justo cuando el Vaticano, en un giro histórico y por voluntad de Francisco, abrió por primera vez una investigación sobre el caso y tras haber declarado durante ocho horas ante el fiscal, el martes pasado, enseguida creó gran revuelo. El cardenal polaco Estanislao Dziwisz, arzobispo emérito de Cracovia y durante años fiel secretario personal de Juan Pablo II, fue el primero en salir a denunciar los “desvaríos incontrolables, tendientes a desacreditar preventivamente personas dignas de estima universal”. En un comunicado, Dziwisz deploró esas “insinuaciones vergonzosas”, “acusaciones incoherentes”, “irreales” e “irrisorias”.

En la misma línea, el diario oficial del Vaticano “L’Osservatore Romano”, en un durísimo artículo de su director editorial, Andrea Tornielli, tachó de “locura” las acusaciones “absurdas y difamatorias” de Pietro Orlandi contra Juan Pablo II. En medio de la tormenta, aunque, a través de su abogada, Laura Sgró, Orlandi se desdijo y desmintió haber acusado a Juan Pablo II –pese a que se pueden ver las imágenes del momento en que pronuncia la frase incriminatoria-, el escándalo no se placó, sino que fue in crescendo.

Ayer sábado, en efecto, Vatican News, el portal del Vaticano y la familia Orlandi, protagonizaron un cruce de lo más inflamado. Vatican News, que dio cuenta de una reunión entre el promotor de justicia (fiscal) del Vaticano, Alessandro Diddi y la abogada Sgró, reveló que, debido a secreto profesional, la letrada se había negado a aportar información, en un artículo titulado “Acusaciones a Wojtyla, Pietro Orlandi y la abogada Sgró se niegan a hacer nombres”. “La abogada ha elegido oponer el secreto profesional y por lo tanto se negó a decir de parte de quién ella y Pietro Orlandi recibieron ‘voces’ de las presuntas costumbres de papa Wojtyla que, según lo que contó el hermano de Emanuela durante el programa ‘Di Martedí’, ‘de noche salía con sus dos amigos monseñores polacos y no iba ciertamente a bendecir las casas”, indicó el portal del Vaticano, que lamentó esa “inesperada y sorprendente” decisión.

“¿Pero enloquecieron? ¿Qué es este juego sucio? ¿Pero quién se opone a hacer nombres?”, reaccionó de imediato, indignado, Pietro Orlandi, que en Facebook recordó haber aportado al fiscal una larga lista de nombres.

Más tarde su abogada, Sgró, en una dura carta a los máximos directivos de Vatican News, también aseguró que no era cierto que se había negado a dar información y explicó que iba en contra de su libertad “atacar el secreto profesional”. Y volvió a reiterar que “Pietro Orlandi nunca ha acusado de nada a Juan Pablo II y ninguna persona que yo represento jamás lo ha hecho”, sino que tan sólo “pidió profundizar hechos a él referidos”.

Emanuela Orlandi despareció el 22 de junio de 1983, a los 15 años, después de haber salido de su casa -ubicada adentro de los muros del Vaticano-, para ir a tomar una clase de flauta traverso en un instituto que quedaba pegado a una iglesia del Opus Dei cercana a Piazza Navona. Fue justamente en esa zona donde fue vista por última vez.

Desde esa tarde de calor tórrido en Roma, como bien cuenta la docuserie de Netflix, “Vatican girl”, pasó de todo. Y quienes investigaron la desaparición de la chica fueron siguiendo pistas de todo tipo. Una internacional, conectada con el atentado contra Juan Pablo II de 1981 cometido por el turco Ali Agca, que desde la cárcel comenzó a decir cosas; otra con los servicios de espionaje, otra más, a la banda criminal romana de la Magliana, otra a la mafia que quería que Vaticano le devolviera dinero, sin contar que hasta se habló de orgías de altos prelados, presuntos abusos, masonería y demás.

Los cruces de los últimos días entre la familia de la joven y el Vaticano, ponen en duda qué pasará con la investigación recién comenzada, por voluntad del papa Francisco, sobre el irresuelto caso. El fiscal Diddi, en efecto, en declaraciones a agencias italianas consideró ayer la actitud de Sgró y su cliente “un gran freno al mandato del papa Francisco de buscar a 360 grados la verdad”. “No se juega con la figura y la memoria de un santo, ciertas acusaciones son graves dos veces porque no demostradas y porque relanzadas mediáticamente y entonces deben ser aclaradas enseguida, sin dudas”, aseguró. “El secreto profesional es un problema de conciencia, no es una obligación profesional -agregó-. Después de semanas que nos insultan porque no los recibíamos, ahora que estamos en eso, se echan para atrás. Es una actitud irritante”.