Estas casas de maternidad ofrecen refugio, pero pueden ser opresivas

Luego de que Kristina Atwood prendió incienso en su habitación de Genesis House en Melbourne, Florida, le dijeron que despertara a sus dos hijos y se marchara de inmediato, relató. (Scott McIntyre/The New York Times).
Luego de que Kristina Atwood prendió incienso en su habitación de Genesis House en Melbourne, Florida, le dijeron que despertara a sus dos hijos y se marchara de inmediato, relató. (Scott McIntyre/The New York Times).

TEQUESTA, Florida — En Naples, Florida, Sunlight Home ofrecía refugio y un nuevo inicio para mujeres embarazadas al borde del desamparo. También les exigía pedir permiso antes de salir de la propiedad y descargar una aplicación de rastreo en sus celulares, según cuentan exresidentes y muestran sus políticas.

Según exresidentes, empleados y voluntarios de Hannah’s Home of South Florida, cerca de West Palm Beach, las mujeres necesitaban la aprobación de un pastor para tener relaciones románticas y se les obligaba a asistir a la oración matutina. También debían entregarle al personal de la propiedad sus vales de alimentos para pagar los víveres comunales, una práctica que, según dos expertos en asistencia gubernamental, bien podría ser una violación de la ley.

En muchas áreas de Florida, donde los costos de vivienda son altísimos y los legisladores limitaron el acceso al aborto, cada vez más mujeres y adolescentes embarazadas que necesitan un lugar seguro y estable donde vivir recurren a una de sus pocas opciones: casas benéficas de maternidad.

Estas casas, la mayoría afiliadas a iglesias u organizaciones cristianas sin fines de lucro, les ofrecen ayuda a mujeres y adolescentes que huyen del abuso, ya no tienen edad para ser beneficiarias del cuidado adoptivo o egresan de centros de rehabilitación por consumo de drogas.

Pero Florida permite que casi todas estas residencias funcionen sin aplicar los estándares estatales y sin supervisión del estado. Un análisis por parte de The New York Times y Reveal, un programa de radio y pódcast de investigación, halló que muchas de estas casas les exigen a sus residentes aceptar condiciones estrictas que limitan sus comunicaciones, sus decisiones financieras e incluso sus movimientos.

Las casas suelen darles a conocer sus normas a las mujeres antes de su mudanza y a veces las publican en línea. Los códigos de conducta son comunes en los programas residenciales. Sin embargo, en entrevistas, personas que vivieron en algunas casas de maternidad revelaron que no tenían idea de lo onerosas que podrían ser estas normas.

Sunlight Home, una casa de maternidad en Naples, Florida, el 4 de septiembre de 2024. (Zack Wittman/The New York Times).
Sunlight Home, una casa de maternidad en Naples, Florida, el 4 de septiembre de 2024. (Zack Wittman/The New York Times).

“Me pareció que Sunlight Home fue deshumanizante, nos trataban casi como si fuéramos delincuentes, no madres solteras”, relató Kara Vanderhelm, de 33 años, que vivió en la casa unos ocho meses hasta julio.

En varias de estas casas, las residentes enfrentaron consecuencias graves por infringir las normas. En algunos casos, el personal llamaba a la policía cuando las mujeres cuestionaban su autoridad o salían de la propiedad sin permiso. En otros, las mujeres afirman que fueron expulsadas sin previo aviso.

Durante décadas, las casas de maternidad fueron instituciones donde mujeres embarazadas sin pareja podían dar a luz en secreto y dar a sus bebés en adopción. La mayoría de estas residencias cerraron en los años setenta, cuando se amplió el acceso a los anticonceptivos.

No obstante, en fechas recientes, estas residencias han tenido un renacimiento a nivel nacional. El número de casas ha aumentado casi un 40 por ciento en los últimos dos años y ahora rebasa las 450, según Heartbeat International, un grupo nacional contra el aborto que apoya las viviendas de maternidad.

Las casas de la actualidad suelen enfocarse en mantener a las madres y a sus bebés unidos. Muchas permiten que futuras madres, y a veces mujeres que ya tienen hijos, duerman ahí sin costo, de modo que puedan ahorrar dinero y encontrar un lugar permanente donde vivir. Las mujeres suelen enterarse de estas casas por medio de prestadores de servicios sociales o centros antiaborto y se mudan allí por voluntad propia.

En Florida, las casas de maternidad que albergan a mujeres y adolescentes embarazadas están sujetas a supervisión. Las que reciben a menores de edad que están en el sistema de acogida deben obtener licencias del estado, lo cual implica cumplir con requisitos de formación y capacitación para sus empleados, entre otros estándares, y permitir inspecciones de parte de funcionarios estatales.

Por otro lado, otras residencias con adolescentes pueden registrarse con la Asociación de Agencias Cristianas de Cuidado Infantil de Florida (FACCCA, por su sigla en inglés), una organización sin fines de lucro que funge como alternativa para programas religiosos de voluntariado que no aceptan fondos del gobierno. La asociación realiza sus propias inspecciones y les exige menos capacitación y educación formal a sus empleados, según muestra una revisión de sus normas.

Pero alrededor de la mitad de las casas de maternidad en Florida no aceptan a adolescentes embarazadas y, por lo tanto, pueden desarrollar sus propios estándares y normas. Según algunos de sus exempleados, varias de esas residencias tienen personal que no cuenta con experiencia profesional relevante.

El Times y Reveal identificaron 27 casas en total en Florida. Las organizaciones de noticias examinaron 17 de ellas mediante recorridos de sus instalaciones, revisión de políticas publicadas, análisis de cientos de páginas de informes policiales y entrevistas con 48 residentes, empleados y voluntarios actuales o anteriores.

Las agencias de noticias descubrieron que las casas con programas religiosos obligatorios y restricciones a salidas y comunicaciones por lo general no estaban reguladas ni estaban registradas con la FACCCA. Muchas de las residencias con licencia no imponían este tipo de reglas, aunque los estándares estatales no las prohíben de manera explícita.

Algunas de las personas a cargo de dirigir las casas con normas estrictas comentaron que estas eran necesarias para mantener el orden y que limitaban el movimiento de las residentes para alejarlas de drogadictos y abusadores. La FACCCA declaró que las restricciones en sus residencias pretendían “ayudar a las usuarias a romper los ciclos de pobreza y adicción para encontrar esperanza y sanar en Cristo”.

En un comunicado, Sunlight Home afirmó que las residentes salen a menudo de la propiedad para ir a entrevistas de trabajo, asistir al trabajo y a citas, pero los empleados “rinden cuentas para garantizar su seguridad”.

En una declaración aparte, la directora ejecutiva de Hannah’s Home, Karen Hilo, sostuvo que las prácticas de su residencia en cuanto a los vales de alimentos no infringían ninguna ley y que sus otras normas se implementaban para “restringir comportamientos y actitudes que pueden socavar el éxito de un individuo y de todo el grupo”.

Otras personas que dirigen residencias comentaron que sus programas mejoran la vida de madres y niños. Algunas ayudaron a residentes a conseguir prestaciones como cheques de guardería y vales de despensa.

Expertos en servicios sociales concordaron en que las casas de maternidad ofrecen una asistencia vital. Pero las incongruencias en el cuidado y la supervisión son problemáticas, señaló Mike Carroll, exsecretario del Departamento de Niños y Familias de Florida que ahora supervisa una red de programas de servicios sociales, incluida una casa de maternidad religiosa con licencia.

“Pueden conducir a situaciones bastante abusivas”, advirtió Carroll.

A principios de 2022, Rachel Hunt, de 29 años, tenía seis semanas de embarazo, acababa de salir de una desintoxicación y no tenía donde vivir. Los empleados del programa de tratamiento que acababa de finalizar la ayudaron a encontrar Hannah’s Home, que estaba registrada con la FACCCA.

En un inicio, a Hunt le pareció que Hannah’s Home era encantadora. Pero pronto se sintió como si viviera bajo un microscopio. Había cámaras de seguridad en la sala de estar y en la entrada, una característica común tanto en las casas reguladas como en las no reguladas.

En entrevistas, 10 exresidentes, voluntarios y empleados describieron las normas de Hannah’s Home como estrictas. Durante el primer mes, los celulares están prohibidos y no se permiten las visitas. Es obligatorio asistir a la oración matutina, sesiones de terapia de arte y clases de nutrición.

De cierto modo, Hunt relató que Hannah’s Home cambió su vida para bien: encontró una comunidad y se quedó durante meses luego de que nació su hija en 2022. Pero indicó que muchas de las normas le parecían demasiado restrictivas. El año pasado, faltó a varias sesiones de oración matutina y dejó que su madre entrara al “área residencial privada” de la casa, lo cual no estaba permitido. Poco después, se le informó que cualquier violación adicional devendría en su expulsión del programa, según se lee en una carta de advertencia.

En enero de este año, luego de que llegaron tarde de un viaje fuera del estado, Hunt y su hija fueron expulsadas, según relató la madre y muestran mensajes de texto entre ella y varios empleados.

Las políticas revisadas y las entrevistas realizadas revelan que muchas casas sin licencia, aunque no todas, imponen restricciones similares como condición de residencia.

Dos casas exigían abstinencia sexual. Tres realizaban inspecciones arbitrarias de habitaciones y pertenencias. Al menos seis de ellas requerían asistencia obligatoria a la oración matutina, servicios religiosos, sesiones de estudio de la Biblia o un programa cristiano de 12 pasos, actividades que algunas exresidentes describieron como adoctrinamiento religioso.

Las restricciones al uso del celular también son comunes. Las residentes de The Inn Ministry en Jacksonville tenían que dejar sus celulares en la planta baja por la noche, una regla que se instituyó para evitar conversaciones perjudiciales, afirmó su directora, Judith Newberg.

Algunas personas al frente de este tipo de residencias afirmaron que habían relajado sus normas. Visitation House, una casa no regulada en DeLand, Florida, dejó de pedirles a las residentes que entregaran sus celulares en la noche, ya que las desmotivaba a quedarse, según explicó la presidenta de la junta directiva, Erin Kappiris.

Sunlight Home, que está registrada con la FACCCA y albergaba hasta ocho residentes y sus bebés, tenía algunas de las reglas más estrictas entre las residencias que revisaron el Times y Reveal. Además del requisito de la aplicación móvil de rastreo y el permiso para salir, las mujeres tenían que guardar sus celulares bajo llave durante la noche, según relataron exresidentes.

“No poder simplemente salir a caminar era difícil”, contó Emily Colts-Tegg, de 24 años, que vivió en la residencia de febrero a julio este año. “Sí llegó a perjudicarme”.

Jessica Behringer, de 38 años, que dejó la residencia en abril tras vivir ahí tres meses, mencionó que las reglas hacían que la vida fuera intolerable. “Controlan a todo el mundo ahí”, sentenció.

En el último año, tres residentes más se mudaron de la propiedad por motivos similares, según les contaron al Times y a Reveal.

c.2024 The New York Times Company