Campeón de bateo en cualquier liga, lo de La Regadera de los Marlins no tiene nombre ni descripción

Cuando Ichiro Suzuki vio batear por primera vez en vivo y en directo a Luis Arráez quedó impresionado.

Desde el momento en que Rod Carew le vio utilizar el madero de manera consistente en Minnesota se dio cuenta de que estaba delante de un pelotero especial.

Si esas dos leyendas de la talla de Suzuki y Carew siguieron las noticias en torno al pelotero venezolano seguro ya saben que se convirtió en el primer jugador en la historia de las Mayores en ganar un título de bateo en temporadas consecutivas en diferentes ligas.

Arráez ganó la corona de bateo de la Americana en el 2022 mientras jugaba con los Mellizos antes de ser traspasado a los Marlins a cambio del lanzador diestro Pablo López y dos prospectos, en ruta a conquistar ese galardón con promedio 354, muy por delante del sensacional y compatriota suyo de los Bravos de Atlanta, Ronald Acuña Jr., en la Nacional.

Otros dos han ganado un título de bateo en ambas ligas, pero no fueron en años consecutivos.

DJ LeMahieu fue campeón de bateo en la Liga Nacional en 2016 y en la Liga Americana en 2020, mientras que Ed Delahanty lo hizo en 1899 en la LN y en 1902 en la LA.

“Significa mucho’’, declaró el domingo Arráez, quien fue titular por última vez el 23 de septiembre mientras lidiaba con una lesión en el tobillo izquierdo. “Trabajé duro para esto. Trabajé duro para ayudar a mi equipo a ganar. Esto es increíble’’.

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Habría que preguntarles a esos das leyendas que domesticaron el arte de batear como pocos en la historia del béisbol qué piensan ahora de lo que acabó de hacer el venezolano, quien ya anunció lo que venía cuando fue elegido por segunda vez al Juego de las Estrellas de Grandes Ligas.

Carew, Suzuki...quizás nada se acerque tanto a esa manera de batear tan efectiva e inteligente desde que Tony Gwynn pisara un terreno de béisbol y comenzara a acumular títulos de bateo como si fueran pares de zapatos, lo más natural del mundo.

No por gusto a Arráez le dicen La Regadera por su manía de conectar imparables para todos los lados posibles.

El sudamericano pone toneladas de esfuerzo en cada rutina antes de los juegos, en cada viaje a la caja de bateo, en cada swing que blasona como si fueran un esgrimista, listo para poner la estocada en cada agujero del estadio.

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Como si fuera poco, Arráez es el primer pelotero que termina con un promedio de bateo superior a .350 en una temporada completa desde Josh Hamilton en 2010 (.359) con los Rangers de Texas, y el primero en la Liga Nacional desde Chipper Jones (.364), ,con los Bravos de Atlanta, y Albert Pujols (.357) con los Cardenales de San Luis en 2008.

Todo lo que ha sucedido en el béisbol durante las dos últimas décadas ha conspirado para librar al juego de alguien como Arráez: abrumarle con velocidad y efecto, aprovecharse de su falta de potencia bruta, castigarle por no rendir culto en el altar del ángulo de lanzamiento y sobrevivir en medio del crecimiento desmedido del pitcheo con tantas bolas rompientes y relevistas especializados.

Y, sin embargo, Arráez se mantiene y prospera. Lo que hace el venezolano, y ahora mejor que nunca, requiere una combinación de habilidades de bateo de élite, la capacidad de conectar lanzamientos malos y una rutina brutal que potencia ambas cosas.

“Un año increíble’’, señaló el manager de los Marlins, Skip Schumaker.

“Parecía que estaba bateando .400 la mayor parte del año. Cuando cayó bateaba .360. Es una locura pensarlo. Él es el corazón de nuestra alineación y se siente muy bien cuando está en ella’’.

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Quién hubiera pensado que este chico, firmado como agente libre amateur con un bono de apenas $40,000, se convertiría en esta maravilla de bateador que evoca a los grandes de otras épocas y persigue una marca que es la materia prima de la cual están hechos los sueños en el béisbol.

Sin duda alguna, Arráez evoca un estilo de bateo que se creía en vías de extinción en medio de la adoración por los cuadrangulares, los ángulos, las velocidades de salida y el recorrido de las conexiones, como si esas métricas fueran los Diez Mandamientos.

Pero por encima de todo, Arráez ha puesto al equipo por encima de los números, trayendo una energía distinta al loanDepot park que se traduce en la cantidad de ocasiones en que los peces han venido de abajo para borrar desventajas y mantenerse en la pelea divisional, cuando en otras temporadas ya se daban por perdidos.

Y si los Marlins están en los playoffs se debe en buena medida a esa energía que La Regadera provee desde cualquier puesto en la alineación.

¿Qué dirán entonces Suzuki y Carew del mejor heredero de sus costumbres en el bateo?